Los socialistas de Aragón, Valencia, Extremadura y Galicia alertan a Sánchez de la desmovilización de su electorado

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Carlos Cuesta

El temor ha llegado al PSOE a medida que se acerca la fecha electoral del próximo 10-N. Mientras desde el Palacio de la Moncloa mantienen el optimismo y se habla de que se puede llegar a los 140 o los 150 diputados tras la repetición electoral, muchos de los sondeos privados reducen esa cifra claramente por debajo de los 130 escaños e, incluso, según los primeros datos recabados a pie de campo por los equipos del PSOE en los grandes ayuntamientos que controlan los equipos de Pedro Sánchez, reflejan una realidad un tanto más pesimista para los socialistas.

Los datos trasladados hasta el Gobierno por parte de los equipos municipales del PSOE en Aragón, Extremadura, Comunidad Valenciana y Galicia alertan de que la movilización electoral entre los votantes socialistas es baja. De hecho, es mucho más baja de la esperada y de la registrada en las últimas elecciones generales. Por lo tanto, y según los mismos datos, es posible, incluso, que sea complicado mejorar el resultado del 28-A, comicios en los que los socialistas sacaron, recordemos, 123 diputados.

La información no procede de ayuntamientos pequeños, sino de los mayores consistorios controlados en esas regiones por los equipos socialistas. Y no se trata de datos procedentes de sondeos o encuestas, sino de una percepción directa a la que los políticos suelen hacer mucho más caso: la respuesta recibida de sus grupos de votantes consultados a pie de calle y en las relaciones habituales del partido.

Una información, además, que ha hecho sembrar el nerviosismo en las filas socialistas porque desde las cuatro comunidades autónomas llega la misma advertencia: el mensaje divulgado desde Ferraz para transmitir que el único culpable de volver a ir a elecciones es Podemos y su jefe máximo Pablo Iglesias no ha calado en la población.

Mensajes de alerta

Incluso, los votantes fieles socialistas consideran que esas culpas son compartidas con el líder del PSOE y aspirante a la Presidencia del Gobierno. Los mensajes de alerta procedentes de estas regiones y municipios incorporan un dato esclarecedor y es que, por su experiencia, con los niveles de movilización percibidos entre sus votantes a lo largo de los últimos días será difícil que el PSOE mejore considerablemente el 10-N su resultado en las urnas en comparación con el obtenido el pasado 28-A.

La explicación no es gratuita, en todos estos municipios perciben niveles de abstención muy elevados por culpa del desencanto y el cansancio de tener que acudir a las urnas de nuevo. De hecho, según las fuentes socialistas de estas cuatro regiones, los estudios desde Moncloa podrían estar elevando los niveles percibidos de participación en casi cinco puntos.

El efecto de esa variación en la medición de la intención de voto puede ser más que notable porque, de ser cierta la percepción local desde los grandes ayuntamientos del PSOE, uno de los grandes factores que explican el triunfo de Sánchez el 28-A habría menguado o desaparecido porque, lo cierto es que, normalmente, los auges socialistas en el voto suelen estar relacionados con elevados niveles de participación electoral.

La tesis de que los socialistas pueden estar claramente peor posicionados de cara al 10-N de lo que esperaban ellos mismos en el arranque del mes de septiembre se ha convertido, de hecho, en un factor de tensión interna. No faltan quienes aseguran que ha sido un órdago innecesario el acudir a una repetición electoral. Es más, creen que hubiese sido mejor no poner a prueba a los electores tensando la cuerda para volver a acudir a las urnas. A esa postura se han sumado ya cuadros clásicos críticos con Sánchez, como los ubicados en el PSOE de Andalucía o Castilla La Mancha, federaciones en las que el debate crítico sobre la estrategia electoral y el rumbo ideológico marcado por Sánchez se ha convertido ya en una tónica.

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