Carles Puigdemont Alemania

Puigdemont ya viste el chándal de la prisión y empieza a relacionarse con el resto de presos

Puigdemont
El ex presidente de la Generalitat Carles Puigdemont.
Joan Guirado

Puigdemont es un preso tranquilo, colaborador” asegura a OKDIARIO un funcionario de la prisión de Neumünster (Alemania), este viernes santo poco antes de repartir un lenguado entre los presos para celebrar la Semana Santa. A diferencia de los dos primeros días que durmió en la prisión confiando en que su estancia podía ser corta, hoy el ex presidente catalán ya viste con el chándal completamente verde que se reparte en el penal.

Es la vestimenta oficial del centro, unos pantalones y un jersey de algodón y color similar el de la benemérita, que no distingue entre reos. Aunque en su módulo podría vestir con su ropa, prefiere hacerlo así, aseguran.

Carles Puigdemont “cumple con todas sus obligaciones como recluso”, aseguran desde la prisión. Aunque “los dos primeros días miraba mucho la televisión y estaba encerrado en su habitación”, ahora ya sale más de la celda y se relaciona con el resto de compañeros.

Acude al desayuno puntualmente a las 6.30 de la mañana y sobre las 20.00 horas -las 17.00 los fines de semana- ya vuelve a estar encerrado en su celda, con una cama de palets de 90 centímetros y edredón blanco con cuadros azules y marrones, un aseo separado por una cortina y una pequeña televisión con la que se informa.

Ha recibido 60 cartas en tres días

Durante su estancia en Neumünster “no recibe ninguna asignación económica”, aunque la cárcel dispone de una cuenta bancaria común donde se puede ingresar dinero para el disfrute de cada preso. Aunque a diferencia de las cárceles españolas, en las alemanas muchas de las cosas básicas como la televisión no deben comprarla, sino que ya va incluida en la celda, sí que podrá emplear ese dinero para comprar sellos y sobres postales.

En los tres días que lleva en Neumünster, asegura un empleado del correccional, ha recibido más de sesenta cartas que tiene que contestar. El centro también ha recibido muchos correos electrónicos pidiendo su puesta en libertad, como si de ellos dependiera. A leerlas y responderlas dedica las horas de reclusión, con un horario muy distinto al belga y aún más al  español.

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