El Gobierno ocultó la presencia de sustancias tóxicas, «químicos eternos», en aguas de la base de Morón
La Base Aérea de Morón identificó estas sustancias tóxicas dentro del acuífero en 2023 y la Junta de Andalucía no ha emitido ninguna alerta
La Base Aérea de Morón, gestionada por la Fuerza Aérea de Estados Unidos y situada a sólo 60 kilómetros al suroeste de Sevilla, halló «sustancias químicas eternas» tóxicas además de bromato, un carcinógeno, en su agua potable en 2023, según informes militares estadounidenses obtenidos por este periódico. Según el informe emitido por la Base Aérea de Ramstein (Alemania) —la sede de las Fuerzas Aéreas de Estados Unidos en Europa— a los más de 3.000 habitantes en la base, se hallaron niveles del agente químico PFAS que superaban por 18 veces el límite establecido por la Agencia de Protección Ambiental (EPA, por sus siglas en inglés). Desde el incidente, ni el Ministerio de Defensa, que gestiona la base militar, ni la Junta de Andalucía han hecho mención pública sobre el caso, a pesar de que algunas localidades cercanas a Sevilla comparten las mismas aguas subterráneas.
Los PFAS o compuestos perfluorados son agentes químicos elaborados con flúor que fueron utilizados por primera vez por la compañía química DuPont en 1938 en sus sartenes antiadherentes. Hoy en día se utilizan en impermeables, espumas contra incendios y fábricas por sus propiedades impermeables. La razón por la que estos productos químicos han despertado la alarma en todo el mundo es que la exposición prolongada a estos químicos se ha relacionado con el desarrollo de cáncer y otras enfermedades. Estos elementos recibieron el apodo de los «químicos eternos», dado que permanecen en el agua, la sangre humana, los alimentos y la fauna silvestre, lo que ha llevado a los reguladores europeos y estadounidenses a endurecer las restricciones en los últimos años.
La detección de estas sustancias llevó al Departamento de Defensa de Estados Unidos (renombrado el Departamento de Guerra) a distribuir agua embotellada hasta que los niveles de PFAS estuvieran por debajo de 70,9 partes por billón, según los documentos.
Además, el mismo informe advirtió de que “la base militar de Morón y muchos pueblos cercanos obtienen agua del mismo acuífero”, lo que implica que estos químicos podrían llegar a las aguas subterráneas de comunidades locales. Ese acuífero forma parte específicamente de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG), que se utiliza tanto para el abastecimiento municipal de agua como para el riego agrícola de las localidades cercanas al sureste de Sevilla, como Morón de la Frontera, Arahal, Osuna y La Puebla de Cazalla. Las instalaciones militares en Sevilla son una de dos en España (además de la Estación Naval de Rota) que son gestionadas por el Ejército del Aire y del Espacio español, aunque las tropas de EEUU tienen presencia de forma permanente en la base a través de un acuerdo bilateral con Washington.
No obstante, aunque se detectaron niveles de PFAS por 70,9 partes por mil dentro del agua en 2023, desaparecieron de las muestras en 2024, según el último informe sobre la calidad del agua potable. Desde la incidencia en 2023, ningún informe público ha alertado al público sobre los trazos que se hallaron dentro del agua potable de estas comunidades. Es importante destacar que ni la Junta de Andalucía ni el Sistema de Información Nacional de Agua de Consumo (SINAC) gestionado por el Ministerio de Sanidad publican resultados periódicos sobre la presencia de estos «químicos eternos». No obstante, Bruselas endureció las restricciones sobre el uso de espuma contra incendios con PFAS en octubre y ha puesto sobre la mesa prohibir su uso del todo.
Aunque los últimos informes indican que no se detectó contaminación de PFAS en 2024, en la base militar también se detectaron niveles del químico bromato ocho veces por encima del límite que fija la Unión Europea. En este caso, una exposición prolongada a este químico, según explica el documento, “aumenta el riesgo de padecer cáncer en una proporción de 2 de cada 10.000 personas”. Por otra parte, según el documento, “algunas personas que ingirieron concentraciones muy altas de bromato también experimentaron efectos adversos en los riñones, el sistema nervioso y pérdida de audición”. En el informe detallaron que anticiparon construir una nueva planta de filtración de agua para reducir los niveles de bromato.