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La industria del automóvil confía en que el próximo Gobierno ponga fin a casi un año de guerra

Las patronales de fábricas y de componentes destacan el gran daño que les ha hecho en los últimos meses la errática política del Ministerio de Transición Ecológica que añadió incertidumbre sobre el sector

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Con la amenaza de cierre de fábricas en el ambiente ante la inminencia del cambio tecnológico del coche eléctrico (cierres que dicen que no van a ocurrir), la industria del automóvil busca una salida para su compleja situación actual con la sobrecapacidad y la cada vez mayor atonía del mercado nacional como amenazas. Los últimos meses han sido muy duros para el sector no tanto por la caída en las ventas, que se ha agudizado sobre todo en los últimos dos trimestres, como por la incertidumbre sobre el futuro de los motores diésel que flotaba en el ambiente y que según denuncia la industria fue impulsada por la famosa frase (dicha en un corrillo con periodistas en los pasillos del Congreso de los Diputados) de la ministra de Transición Ecológica Teresa Ribera: «El diésel tiene los días contados».

En la industria no han olvidado esta frase y aunque la política del Ejecutivo ha cambiado tras ver los nocivos efectos que tiene amenazar con políticas restrictivas al diésel y la gasolina, el daño que hicieron las palabras y los anuncios de medidas no se olvida. «Necesitamos un mensaje claro de cara a los consumidores y por eso hemos pedido las ayudas de 200 millones de euros anuales -50 para coche de combustión y 150 para motores de energías alternativas-«.

«No esperamos perder masivamente el empleo que tenemos ahora en las fábricas españolas», asegura a OKDIARIO la directora de comunicación de Anfac, Noemí Navas, quien dice que «una transición brusca» sí que podría afectar duramente al empleo. Para garantizar que dentro de unos pocos años las fábricas nacionales no pierdan el empleo que tienen ahora, y una producción que supera el 10% del PIB español, es necesario hacer un cambio en muchos paradigmas según la industria.

«Necesitamos adaptar las fábricas e incrementar la producción muchísimo más. Con respecto a las administraciones, hay que adaptar las infraestructuras: necesitamos puntos de recarga lenta en parkings públicos, instalaciones en vía pública y un apoyo decidido a la renovación del parque con vehículos alternativos y eléctricos», asegura Navas, quien puntualiza que «en toda revolución industrial ha habido un cambio en los empleos pero eso no quiere decir que las fábricas españolas vayan a perder sus empleos masivamente. Habrá que ver con qué plazos se va convirtiendo del motor de combustión al eléctrico, y sólo si se hace de forma muy rápida impactaría más al empleo».

«El mensaje no ha sido cierto»

Por su parte, José Portilla, director general de la patronal de componentes Sernauto, intenta añadir tranquilidad a la situación: «Los mensajes contra los componentes no son ciertos y han funcionado muy negativamente y generando mucha incertidumbre. Los motores de diésel Euro 7 no tienen nada que ver con los de hace 10 o 12 años y se ha producido el efecto pernicioso de que algunos consumidores han ido a comprar gasolinas antiguos».

Portilla ha dicho que la industria de los componentes «está variando del metal o el plástico a otros materiales como el carbono con el objetivo de reducir peso a los vehículos. Señala que los fabricantes de componentes españoles «van hacia un futuro donde se fabricarán menos componentes pero de más valor añadido, más tecnológicos».

Esta tecnología en aumento hará que suba el valor de los componentes, y aunque se fabriquen menos tendrán un mayor valor añadido. «Generaremos mucho empleo en investigación y desarrollo».

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