Adiós a tu pensión el palo de la Seguridad Social que afecta a estas personas
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Durante años, muchos trabajadores en España han vivido con la idea de que cotizar toda la vida bastaba para asegurarse una buena pensión de jubilación. Sin embargo, los últimos cambios introducidos por la Seguridad Social en 2025 han supuesto un jarro de agua fría para quienes confiaban en recibir una pensión digna tras décadas de esfuerzo. Aunque se haya trabajado durante 40 o incluso 50 años, eso no garantiza ni el 100 % de la pensión ni, mucho menos, la pensión máxima.
Con la entrada en vigor del nuevo sistema de cálculo, se ha hecho aún más evidente una diferencia que suele pasar desapercibida: cobrar el 100 % de la pensión no es lo mismo que cobrar la pensión máxima. Muchas personas están descubriendo ahora que, pese a cumplir con todos los requisitos de edad y años cotizados, sus ingresos durante la jubilación estarán muy por debajo de lo esperado. Y no porque no hayan trabajado lo suficiente, sino porque sus bases de cotización no han sido lo bastante altas. En este nuevo escenario, la clave ya no es sólo el tiempo trabajado, sino cuánto se ha cotizado cada mes durante la carrera laboral. El palo llega sobre todo para quienes han tenido sueldos bajos o irregulares: pueden haber cotizado toda la vida y, aun así, no llegar a la pensión máxima. Esta realidad está empezando a generar preocupación y frustración entre muchos trabajadores que ahora se preguntan si, realmente, les saldrá a cuenta jubilarse cuando llegue el momento.
La diferencia entre el 100 % de la pensión y la pensión máxima
Para entender qué está ocurriendo, primero hay que aclarar bien dos conceptos fundamentales. Por un lado, el 100 % de la pensión se refiere a que una persona ha cumplido con los años exigidos de cotización y, por tanto, tiene derecho a cobrar el total de lo que le corresponde según su base reguladora. Por otro lado, la pensión máxima es una cifra concreta fijada por ley como el tope que puede cobrar cualquier jubilado, sin importar cuánto haya cotizado o cuánto le correspondería según sus ingresos previos.
La confusión surge cuando alguien cumple con los requisitos para cobrar el 100 %, pero su base reguladora no es lo bastante alta como para acercarse al límite máximo. Es decir, se puede llegar al 100 % de la pensión y, aun así, recibir una cantidad muy inferior a la pensión máxima establecida. Además, incluso aunque la base reguladora sea altísima, la pensión no puede superar el tope legal (salvo contadas excepciones como el complemento por brecha de género).
Adiós a tu pensión el palo de la Seguridad Social que afecta a estas personas
Desde enero de 2025, los requisitos para acceder a ese ansiado 100 % se han endurecido. Actualmente, se necesita haber cotizado al menos 36 años y seis meses para tener derecho al 100 % de la base reguladora. De no llegar a esa cifra, el porcentaje aplicado sobre la base será inferior, lo que reduce aún más la pensión final. A modo de referencia, con sólo 15 años cotizados, se obtiene apenas el 50 %.
Además, la edad de jubilación también ha subido: en 2025 es de 66 años y 8 meses, salvo para quienes hayan cotizado más de 38 años y 3 meses, que podrán retirarse a los 65. Esto significa que muchos trabajadores tendrán que alargar su vida laboral más allá de los 65 años si quieren evitar recortes importantes en su prestación.
Pero incluso cumpliendo todos estos requisitos, aún hay otro factor clave: la base reguladora. Aquí es donde muchos trabajadores reciben el golpe más inesperado.
La base reguladora: el verdadero filtro hacia la pensión máxima
La base reguladora es el valor que utiliza la Seguridad Social para calcular la pensión. Se obtiene a partir de las 300 últimas bases de cotización, es decir, los ingresos sobre los que se ha cotizado durante los últimos 25 años. Estas bases se suman y se dividen por 350 para ajustar la cantidad. El resultado es la cifra sobre la que se aplicará el porcentaje correspondiente según los años cotizados.
Para cobrar la pensión máxima, no basta con haber trabajado mucho tiempo. Es imprescindible que esa base reguladora sea lo suficientemente alta. Concretamente, en 2025 se necesita una base reguladora mínima de 3.812,20 euros mensuales para poder optar al tope máximo (lo que equivale a 3.267,60 euros brutos al mes en pensión, tras aplicar el 100 % sobre la base ajustada).
Esto significa que un trabajador que haya cotizado durante 40 años, pero con una base baja (por ejemplo, 1.500 euros al mes), no llegará a la pensión máxima. Ni siquiera a una pensión media-alta. La diferencia entre ingresos y pensión puede ser abismal si no se ha cotizado por una base elevada durante la mayor parte de la vida laboral.
Puedes estar muchos años trabajando pero quedarte poca pensión
Aquí está el verdadero problema que afecta a miles de personas: haber trabajado toda la vida no garantiza una buena pensión. El sistema actual premia más la calidad (cotizaciones altas) que la cantidad (años trabajados). Así, es perfectamente posible que alguien que ha trabajado desde los 18 años hasta los 67 acabe cobrando una pensión modesta si sus sueldos han sido bajos, si ha tenido contratos a tiempo parcial, o si ha cotizado por la base mínima.
La tabla que maneja la Seguridad Social es clara: si tienes, por ejemplo, 30 años cotizados, te corresponde el 85,5 % de tu base reguladora. Pero para alcanzar la pensión máxima, esa base debería rondar los 3.821,75 euros. Y eso solo ocurre en profesiones muy bien remuneradas. Para muchos trabajadores del comercio, hostelería, cuidados o administración, esas cifras son inalcanzables.
Esto se convierte en un auténtico palo para quienes creían que, tras tantos años de esfuerzo, la jubilación les permitiría vivir con tranquilidad. La realidad es que muchos se verán obligados a seguir trabajando más años o a conformarse con una pensión muy inferior a sus expectativas.
Estos cambios dejan claro que el sistema de pensiones en España ya no se puede dar por sentado. La sostenibilidad financiera del sistema ha obligado a endurecer condiciones, y todo apunta a que las exigencias seguirán aumentando en el futuro. Por eso, la planificación financiera individual se vuelve cada vez más importante. Pensar en ahorrar, invertir o complementar la pensión pública con otras fórmulas privadas será clave para evitar sorpresas desagradables.