¿Nuevo encuentro Hamilton-Alonso?

La última oportunidad de Fernando Alonso

Fernando Alonso y Lewis Hamilton pueden volver a encontrarse en la misma escudería (Getty)
Fernando Alonso y Lewis Hamilton pueden volver a encontrarse en la misma escudería (Getty)
Ignacio L. Albero

Fue en la curva de Senna, en Interlagos, el epílogo de una magnífica ruina. Un suicidio asistido, televisado, en una temporada de capítulo de Black Mirror: la tecnología de un monoplaza superior sacó el lado oscuro de cada uno de los intérpretes. Se coló Fernando Alonso por el interior, Lewis Hamilton tanteó el desquite en la recta del lago, agarrándose al MP4-22 de su enemigo como se aferra una copa de champagne en Nochevieja.

Dos movimientos de videojuego, bloqueo de frenos y a la escapatoria. Engullido por su juventud, talento y ego: un genio en ciernes mirando a los ojos al Campeón del Mundo. El capricho envenenado de Ron Dennis fue un disparo en la sien para pilotos y escudería: Kimi, el hombre de hielo y corazón latino, recogía el regalo como un envío traspapelado de Amazon.

La leve intuición de las circunstancias no erró en su cálculos: aquel iba a ser el último momento en el que iban a encontrarse juntos y revueltos. El resto de roces fueron lejos del hangar de Woking: Renault y Ferrari para Fernando; McLaren y Mercedes para Lewis Hamilton. Dos historias paralelas que nunca más se cruzaron. Una moneda al aire que resultó con cara para el excéntrico piloto del 44; cruz para el asturiano errante.

Los escribas jamás hubieran escrito un azar tan desafortunado para Alonso; ni una ventura tan radical para Hamilton. La lógica siempre incitó a pensar que el tándem Ferrari y Fernando, un reparto digno de Los Mercenarios, desembocaría en una riada de títulos. Se ahogaron en sus pretensiones pintando un Goya de etapa negra. Lewis acabó sumido en el hartazgo con McLaren: título en 2008, y desesperación hasta 2012. Se movió a Mercedes en una decisión que agotó la tinta de los más expertos: aquello era una locura. Dos títulos en la era híbrida convirtieron a Lewis en el pokerstar de la sala: aquello tenía poco de farol.

Pero la fuerza del destino, esa que entonaría Mecano, y la misma que destrozó a Don Álvaro en manos del brillante Duque de Rivas, puede escribir un épico capítulo final para revivir aquella rivalidad que paró el mundo. Una versión moderna y menos metalera del duelo más grande de la Fórmula 1: Senna vs Prost. La decisión extrema de Nico Rosberg filtra un hilo de luz en la carrera de Fernando Alonso: un asiento libre en la marca dominante, acompañado de aquella mancha que sigue emborronando su historial.

Una operación compleja, seguramente rozando lo imposible. Wehrlein es la lógica, Bottas, lo tibio y apático, Alonso o Vettel, la dinamita. La oportunidad, última quizá, para desquitarse de los tópicos que le persiguen: «sí, pero con Hamilton no pudo»; «es bueno, pero Hamilton es mejor, ya se vio en 2007»; «anda que no ganar con un Ferrari…» y demás acusaciones, en su mayoría, infundadas.

El asiento libre de Mercedes juega una baza única, de doble o nada, para limpiar un historia de desdicha. Porque se han abierto los cielos de la oportunidad para Fernando Alonso: ganar un Mundial y ganárselo a Hamilton reventaría los argumentos de todos sus haters. Una empresa hartamente complicada en todas sus aristas: primero ha de fichar por Mercedes. Un momento único para que Fernando pueda emular aquella frase de Theoden en El Señor de los Anillos: si este es mi final, haré que rubriquen uno que permanezca en la memoria.

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