La racha que condena al Atlético: 17 de los últimos 33 puntos
En sólo dos meses los rojiblancos han dejado escapar 16 puntos y están ahora al límite
Arde la Liga: así está la clasificación
El calvario comenzó un lunes. El 8 de febrero, exactamente. Ese día un gol de Ferreyra en el minuto 89 privó al Atlético de una victoria ante el Celta que parecía garantizada. Dos puntos a la basura en la misma jornada en la que el Real Madrid ganó en Huesca con un gol de Varane a los 85 minutos y el Barcelona en Sevilla al Betis con un remate de Trincao a los 87.
La ruleta rusa de los finales, que hasta entonces había sonreído a los rojiblancos con dos triunfos sobre la bocina en Vitoria y Eibar, se volvió por primera vez en su contra. Pareció un accidente, pero en realidad fue un cambio de tendencia. De 11 puntos de ventaja en el liderato a uno solo tras haber sumado apenas 17 de los 33 últimos puntos disputado. 16 se han ido a la basura. Los dos últimos ayer en el Benito Villamarín.
Tras ganar al Cádiz en el Ramón de Carranza en el último día de enero el cuaderno de bitácora del Atlético era propio de un extraterrestre. 17 victorias sobre 21 posibles, apenas dos empates y una sola derrota en Valdebebas.
No parecía haber debate sobre la identidad del futuro campeón. Real Madrid y Barcelona aparecían ahí a los lejos, más preocupados por lidiar con sus propias crisis que en pelear con ciertas garantías por el Campeonato. Luis Suárez enviaba a la red cada balón que tocaba, nadie podía frenar el cambio de ritmo de Marcos Llorente y, aunque se percibían ya ciertas dudas, la fortaleza defensiva del líder era lo suficientemente sólida como para garantizarle su quinto Zamora a Jan Oblak. Una temporada idílica: la mejor en la historia rojiblanca. Demasiado bonito.
Una cadena de horrores
El primer accidente llegó ante el Celta. Un empate inesperado al que no se le dio demasiada importancia, pero que reveló un dato preocupante: por primera vez el Atlético recibió dos goles en contra durante dos jornadas consecutivas. Primer aviso que pareció disiparse en Los Carmenes de Granada, donde una apurada victoria 1-2 sirvió para mantener la distancia con los todavía lejanos perseguidores.
Pero entonces llegaron los dos partidos consecutivos ante el Levante, un equipo que siempre suele atragantársele al Atlético. Allí cayó en la temporada 2013-14 en el momento más inesperado, obligándole a la proeza de puntuar en el Camp Nou para ganar la Liga, y allí dejó también de pelear por el Campeonato un par de años más tarde abandonando la lucha con Madrid y Barça. Tampoco esta vez pudo ganar, volvió a recibir un gol en contra y Correa empezó a labrar su leyenda negra: a portería vacía pifió un remate que parecía imposible errar. Era el 1-2. Dos puntos más desperdiciados.
Cuatro días después el Levante visitó el Wanda e hizo estallar la banca. Se adelantó en el marcador en la primera parte y luego lo resistió todo pese a jugar con su portero suplente. El egarense Dani Cárdenas sustituyó contra todo pronóstico a Aitor Fernández y se consagró con un partido memorable, especialmente en una parada a Lemar con el tiempo cumplido. Luis Suárez estrelló una falta en el poste y Correa volvió a desperdiciar otra gran oportunidad.
También Joao, solo en el área pequeña, fue incapaz de marcar. En la última jugada del partido Oblak subió a rematar un córner. Le hicieron un penalty que no vieron ni el árbitro ni el VAR y en el rebote el ex-madridista De Frutos, a portería vacía y desde su propio campo, hundió el cuchillo en la herida rojiblanca con un 0-2 que dolió en lo más profundo del alma del Wanda, vulnerado por primera vez en la temporada.
La eliminación de la Champions
Lo que al principio era sólo un accidente se convirtió en una sospecha. Luego, en una certeza que se confirmó con la eliminación en Champions a manos del Chelsea. La caída en barrena era imparable. El equipo se levantó tras hacer un buen partido ante el Villarreal, pero luego no supo rematar al Madrid cuando le tenía entre las cuerdas. El gol de Benzema en el minuto 89 hizo mucho daño. Tanto que en la jornada siguiente fue incapaz de ganar en Getafe, terreno propiciatorio para Simeone. A Luis Suárez volvió a golpearle el poste y a Dembelé le castigó su falta de puntería cuando tenía toda la portería a su favor.
Una victoria agónica ante el Alavés, con penalty parado por Oblak en el descuento, es la única alegría que se ha llevado la afición rojiblanca en las cinco últimas jornadas, saldadas con un triunfo, tres empates y una derrota. Seis puntos sobre 15 posibles, la dilapidación definitiva de una renta que parecía más que suficiente para sostener al equipo, y todo en sólo dos meses.
Con ocho jornadas por delante el Atlético sigue dependiendo de sí mismo. Es el único clavo ardiendo al que agarrarse. Su margen de error ha desaparecido y lo más probable es que sea necesario ir al Camp Nou a ganar. De máximo favorito ha pasado a ser el menos valorado de los tres candidatos al título. Las encuestas hablan por sí solas, y quizás en su ADN de rebelde esa esa la mejor noticia que puedan darle a un equipo que nunca se ha sentido cómodo en papeles hegemónicos. Al Atlético le van la lucha, el sufrimiento y la agonía. Ninguno de los tres van a faltarle en esta recta final. Los tendrá de sobra.