Insulina: qué es, funciones y para qué sirve
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Todos nosotros hemos escuchado en alguna que otra ocasión hablar de la insulina, aunque en muchos desconocemos exactamente qué es y para qué sirve. Explicado de una manera sencilla, es una llave que abre las puertas de las células del cuerpo humano para que la glucosa, el azúcar en la sangre, pueda accede y ser utilizada a modo de energía. El páncreas es el encargado de producir la insulina, en el interior de unas células que reciben el nombre de células beta.
Insulina: principales funciones
La función principal que cumple la insulina es reducir la concentración de glucosa en el torrente sanguíneo, que recibe el nombre de glucemia. Lo que hace es promover el transporte al interior de las células sobre los adipocitos, las fibras musculares y las fibras cardíacas.
Lo que ocurre cuando una persona que no tiene diabetes ingiere un determinado alimento es que la cantidad de insulina aumenta de manera rápida para ocuparse de la glucosa presente en el alimento. La mayor parte de los hidratos de carbono se almacenan en el hígado en forma de glucógeno.
Por lo tanto, las funciones más importantes que cumple la insulina son tres: permitir el paso de la glucosa al interior de las células, ayudar a las células a utilizar la glucosa para la creación de energía y estimular el almacenamiento de la glucosa en el órgano hepático en forma de glucógeno.
Lo que sucede si la glucosa no puede acceder al interior de las células es que se acumula en el torrente sanguíneo y, si la persona no recibe un tratamiento médico adecuado, pueden aparecer problemas de salud de carácter grave en el largo plazo. Cuando los niveles de azúcar son demasiado altos entran en juego los riñones, que intentan eliminarlos a través de a orina.
El cuerpo comienza a formar glucógeno, que se almacena en los músculos, y también en el hígado. El hígado transforma el glucógeno en glucosa y lo libera en la sangre. Si la insulina está presente, los músculos pueden hacer uso del glucógeno como energía sin necesidad de liberarlo a la sangre.
En el caso de la diabetes tipo 2, una enfermedad que padecen millones de personas en todo el mundo, el hígado libera una gran cantidad de glucosa, sobre todo por la noche. Lo que hacen las inyecciones de insulina es ayudar a utilizar el glucógeno libertado por el hígado por la noche y mantener la glucosa en niveles normales por la mañana.