Inteligencia Artificial

Las palabras que más dicen las personas con una inteligencia inferior, según la IA

Personas con una inteligencia inferior
Janire Manzanas
  • Janire Manzanas
  • Graduada en Marketing y experta en Marketing Digital. Redactora en OK Diario. Experta en curiosidades, mascotas, consumo y Lotería de Navidad.

En la era digital en la que vivimos, donde la comunicación fluida y precisa se ha vuelto una herramienta esencial para el éxito personal y profesional, la inteligencia artificial ha comenzado a ofrecer nuevas formas de analizar cómo hablamos y qué decimos. Un reciente estudio, desarrollado a través del análisis de miles de conversaciones, se propuso identificar cuáles son las palabras que más repiten aquellas personas con una inteligencia inferior, y aunque el tema puede resultar polémico, lo cierto es que ha abierto un interesante debate sobre la calidad del lenguaje y cómo este refleja nuestros procesos mentales.

Lejos de tratarse de una condena o una forma de clasificar a las personas, este análisis plantea una reflexión más profunda sobre cómo usamos las palabras y de qué manera podemos mejorar nuestra forma de expresarnos. El objetivo no es estigmatizar, sino reconocer patrones que podrían estar limitando nuestra comunicación y, en consecuencia, nuestra capacidad de conectar con los demás, de resolver problemas o de destacar en un entorno cada vez más exigente y competitivo.

¿Qué palabras dicen las personas con una inteligencia inferior?

Uno de los hallazgos más llamativos fue la presencia constante de la palabra «cosa». Utilizada como un comodín, esta palabra suele aparecer cuando la persona no logra identificar o describir con precisión a qué se refiere. Según los expertos, su uso repetido no solo revela una pobreza léxica, sino también una cierta desconexión con la realidad concreta, ya que evita nombrar o caracterizar los elementos del entorno. En lugar de decir «objeto», «herramienta» o «instrumento», por ejemplo, se recurre a «cosa», lo que demuestra una falta de especificidad.

Otro término que captó la atención de los investigadores fue la expresión «es obvio». Utilizada como argumento de cierre, suele ser una manera de eludir explicaciones más complejas o detalladas. Decir que algo «es obvio» puede esconder una falta de conocimiento profundo o un deseo de no ser cuestionado. En lugar de explicar, se impone una conclusión sin argumentos, lo que empobrece el diálogo y limita el intercambio de ideas.

El uso de «siempre» es otro patrón frecuente en discursos poco elaborados. Este adverbio, que implica una generalización absoluta, puede indicar una mentalidad rígida, poco dada a los matices o a la aceptación de excepciones. Decir que algo «siempre pasa» o que una persona «siempre actúa de tal manera» denota una tendencia a pensar en términos dicotómicos y extremos, lo cual limita la capacidad de análisis y comprensión.

Una característica adicional que se ha identificado como indicativa de una menor inteligencia emocional es el uso excesivo de la palabra «yo». Aunque es natural hablar desde la propia perspectiva, un uso constante de la primera persona puede reflejar egocentrismo o una escasa consideración por los demás. Esta forma de expresarse puede ser indicativa de dificultades para ponerse en el lugar del otro, lo que afecta negativamente la comunicación interpersonal.

En relación con los insultos, aunque su uso puede variar dependiendo del contexto cultural, los algoritmos interpretan su reiteración como un signo de falta de recursos lingüísticos entre las personas con una inteligencia inferior. Los insultos, cuando se convierten en una parte habitual del discurso, indican una limitada capacidad para argumentar, dialogar o resolver conflictos de forma pacífica y racional.

Cómo mejorar la forma de hablar

Ante estos hallazgos, surge la pregunta: ¿cómo podemos mejorar nuestra forma de hablar y evitar caer en estos patrones que pueden limitar nuestra expresión y comprensión? Lo primero es tomar conciencia de nuestras muletillas o expresiones. Palabras como «eh», «bueno», «mmm», «¿me explico?» pueden estar ocupando espacio que podríamos usar para construir frases más claras.

Una estrategia eficaz consiste en aprender a hacer pausas. Muchas personas creen que hablar sin detenerse transmite fluidez e inteligencia, pero lo cierto es que una pausa bien colocada permite pensar, organizar ideas y proyectar seguridad.

Otra herramienta muy útil es la incorporación de frases puente. Estas son expresiones que conectan ideas y permiten que el discurso avance con coherencia. Frases como «por consiguiente», «en cambio», «una consecuencia directa es» o «siguiendo con esta línea» permiten enriquecer la estructura del discurso.

Centrarse en el mensaje principal también es fundamental. Muchas veces perdemos el hilo de lo que queremos decir y comenzamos a repetir palabras sin sentido o a dar rodeos innecesarios. Una buena práctica consiste en identificar cuál es la idea central que queremos comunicar y dirigir nuestras palabras hacia ese punto.

Observar cómo se comunican otras personas es otra fuente invaluable de aprendizaje. Escuchar con atención a quienes se expresan con claridad y eficacia nos permite identificar recursos lingüísticos útiles y adaptar nuestro estilo. Del mismo modo, también podemos aprender a evitar ciertos vicios del lenguaje al notar cómo afectan la comprensión y la calidad del discurso ajeno.

En conclusión, el estudio de la inteligencia artificial sobre las palabras más usadas por personas con una inteligencia inferior no pretende etiquetar ni dividir, sino más bien ofrecer una oportunidad para reflexionar sobre nuestro lenguaje.

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