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Una española va a una boda en Estados Unidos y lo que enseña no deja indiferente a nadie en España

Boda
Janire Manzanas
  • Janire Manzanas
  • Graduada en Marketing y experta en Marketing Digital. Redactora en OK Diario. Experta en curiosidades, mascotas, consumo y Lotería de Navidad.

España es conocida en todo el mundo por muchas razones, pero si hay algo que verdaderamente marca la diferencia y deja huella es su estilo de vida y su cultura alrededor de la comida. Desde el desayuno hasta las celebraciones más importantes, la gastronomía forma parte del alma del país. No se trata simplemente de alimentarse, sino de compartir, disfrutar y convertir cada comida en una experiencia. Las bodas, por supuesto, no son una excepción: son auténticos festivales gastronómicos donde cada plato tiene su momento, su historia y su protagonismo.

Es en estos eventos donde la cultura culinaria española brilla con más fuerza. Los banquetes de boda en España son legendarios por su abundancia, variedad y calidad. Tanto es así que el recuerdo de una boda suele venir acompañado de frases como «¡Qué bien comimos!» o «¡Vaya banquete!». Por eso, cuando una española tuvo la oportunidad de asistir a una boda en Estados Unidos, la comparación fue inevitable. Lo que allí encontró fue tan diferente a lo habitual en nuestro país, que terminó compartiéndolo en redes sociales con cierto asombro y una pizca de decepción.

¿Qué es lo que se come en una boda en Estados Unidos?

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Las bodas españolas no sólo celebran el amor entre dos personas, sino también una forma de entender la vida: con alegría, con gente, y sobre todo, con buena comida. Cada región tiene sus tradiciones, pero todas comparten el mismo espíritu: ofrecer lo mejor. Es habitual que los invitados lleguen con el estómago vacío, sabiendo que les espera una sucesión de platos que pondrán a prueba su capacidad de resistir hasta el postre. Desde canapés creativos hasta mariscos frescos, pasando por carnes asadas, pescados al horno o platos típicos locales, el menú de una boda se convierte en una obra de arte culinaria.

No es raro que el convite dure varias horas. Primero vienen los aperitivos, a menudo servidos en un jardín o terraza, donde el cava y el vino acompañan pequeñas delicias. Luego, los invitados se trasladan al comedor, donde comienzan los platos fuertes, a menudo servidos con mimo y en cantidades generosas. El banquete puede terminar con una mesa dulce o una tarta nupcial espectacular, pero en muchos casos aún quedan la recena, la barra libre y chocolate con churros al amanecer.

Sin embargo, todo cambia cuando se cruza el Atlántico. Durante el cóctel previo, en lugar de elaborados canapés o pequeñas tapas con influencias mediterráneas, lo que esta joven encontró fue una mesa con patatas chips, palitos de zanahoria, algo de queso en cubos y fruta variada. Ella optó por un poco de queso, unos tomates cherry y zanahorias crudas. Nada de jamón ibérico, tartaletas, croquetas o foie.

Como primer plato, se sirvió una ensalada César, acompañada de pan con mantequilla de canela. Un detalle curioso para un paladar español, que no suele mezclar dulce y salado de forma tan directa en una comida principal. No había ningún guiño a lo local ni a la temporada, ningún entrante caliente ni nada que sorprendiera realmente al comensal.

La elección del plato principal era bastante limitada: pollo o ternera, ambas opciones servidas con patatas y calabacín como guarnición. Según explica la joven en el vídeo, la comida estaba bien preparada, pero le faltaba emoción, presentación y ese toque especial que en España se cuida hasta el último detalle. Nada de pescados frescos, carnes al punto con salsas reducidas o elaboraciones complejas. Todo se servía en plato único, sin apenas ceremonia.

El postre tampoco resultó muy memorable para ella. En lugar de una tarta nupcial con varias capas, crema, bizcocho y decoraciones florales, los invitados recibieron cupcakes individuales. Algo práctico, sí, pero alejado del simbolismo y del impacto visual que suele tener el corte de la tarta en las bodas españolas. En muchas celebraciones en España, ese momento va acompañado incluso de música, luces o fuegos artificiales. Allí, en cambio, todo fue más discreto y sin protagonismo.

Una cuestión cultural

Más allá del menú en sí, lo que esta española percibió fue una gran diferencia en la importancia que se le da a la comida dentro de un evento. Mientras que en España se considera una parte central de la boda (casi al mismo nivel que la ceremonia en sí), en Estados Unidos muchas veces es sólo un complemento, algo que está ahí para acompañar. Es habitual que el tiempo destinado a la comida sea mucho más breve, que no haya múltiples platos ni largas sobremesas, y que todo el evento esté más enfocado en el baile, los discursos y las fotos.

En definitiva, cada cultura celebra a su manera, pero en España, la comida en una boda es sagrada. Si quieres dejar huella, asegúrate de que el menú sea inolvidable.

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