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Adiós a usar estas palabras en inglés: sandwhich, stock, feedback

Adiós a usar estas palabras en inglés: sandwhich, stock, feedback
Janire Manzanas
  • Janire Manzanas
  • Graduada en Marketing y experta en Marketing Digital. Redactora en OK Diario. Experta en curiosidades, mascotas, consumo y Lotería de Navidad.

El español, uno de los idiomas más hablados de todo el mundo, también da pie a que se comentan algunos errores, incluso por hablantes nativos.  La RAE actualiza anualmente su diccionario, sorprendiendo con nuevas palabras y recordándonos términos en desuso.

Aunque el español es un idioma muy rico, la globalización ha llevado a la adopción de términos en inglés, desafiando la pureza del idioma. Por este motivo, la RAE recomienda evitar utilizar anglicismos y, en su lugar, utilizar las palabras en castellano que son equivalentes.

¡Olvídate de estos anglicismos!

Los anglicismos, provenientes del inglés, son préstamos lingüísticos que el español a menudo incorpora, aunque cuenta con recursos propios para expresar lo mismo.  Su proliferación se debe a la influencia del inglés en ámbitos comerciales, mediáticos y tecnológicos, especialmente en regiones con contacto cercano a la cultura anglosajona.

Existen posturas puristas que rechazan y combaten la incorporación de anglicismos, argumentando que la lengua puede crear sus propias palabras. Por otro lado, hay quienes consideran que estos préstamos son necesarios para llenar vacíos en el idioma.

Los anglicismos pueden presentarse como préstamos lexicales directos del inglés (como «online» en lugar de «en línea»), términos castellanizados (como «tuitear»), reconocidos como neologismos en muchos casos, y giros sintácticos y frases hechas (como «aplicar a un trabajo» en lugar de «solicitar un trabajo»).

Algunos anglicismos comunes en español se pueden evitar utilizando sus equivalentes. Por ejemplo, en lugar de «sándwich», se prefiere «bocadillo»; «casting» puede ser reemplazado por «reparto» o «audición»; «parking» encuentra su equivalente en «aparcamiento»; «blog» puede ser sustituido por «bitácora» o «ciberbitácora»; «stock» se traduce como «existencias» o «estocaje»; «flashback» puede ser referido como «analepsis»; «copyright» se sustituye por «derechos de autor» o «de edición»; y «feedback» tiene variantes como «reacciones», «comentarios», «opiniones», «sensaciones» o «impresiones».

Estas elecciones contribuyen a un uso más preciso y rico del español, preservando su riqueza léxica y evitando la proliferación innecesaria de anglicismos.

¿Cuáles están aceptados?

La RAE acepta algunos de estos anglicismos, ya sea manteniendo su grafía original o adaptándola al castellano. Ejemplos de anglicismos aceptados incluyen «cederrón» (CD-ROM), «clic» (acción de hacer clic con el ratón), «cracker» y «hacker» (pirata informático y experto en informática, respectivamente), «fair play» (juego limpio), «friqui» o «friki» (persona extravagante o entregada a una afición), «güisqui» (whisky), «táper» (recipiente para transportar comida), «pinqui» o «pinky» (calcetines tobilleros minimalistas) y «tuit» (publicación en Twitter).

La adaptación o incorporación de estos términos en el español busca reflejar su uso y comprensión en la sociedad actual.

Resolución de dudas

Por otro lado, la RAE tiene una plataforma en la que los usuarios pueden reflejar sus dudas. Estas son algunas de las que ha despejado recientemente:

  • No hay problema en decir «yo y Santiago» en lugar de «Santiago y yo». Aunque las normas de urbanidad aconsejan mencionar primero a la otra persona, desde el punto de vista lingüístico, ambas formas son correctas. No es incorrecto que el pronombre que designa al hablante sea el primero en una serie de elementos coordinados. Se pueden encontrar ejemplos en prestigiosos autores de todas las épocas donde el pronombre de primera persona encabeza la lista. Además, el orden puede variar según el contexto y la relevancia del hablante en la situación, especialmente cuando se trata de narrar eventos donde el orden puede indicar posición o logro, como en el ejemplo de llegar primero a la meta. En resumen, tanto «yo y Santiago» como «Santiago y yo» son formas válidas y aceptadas.
  • El acento prosódico, representado por la tilde, se coloca sobre las vocales que forman el núcleo de la sílaba acentuada. Aunque las vocales comunes a, e, i, o, y u son las más afectadas, la letra «y» también puede representar el fonema vocal /i/ en algunas palabras, como en la conjunción «y» o al final de palabras como «ay,» «rey,» «estoy,» «cuy,» «buey,» y «Uruguay.» En estos casos, donde la «y» tiene valor vocálico pero no es la vocal acentuada, no se coloca la tilde. No obstante, hay excepciones en nombres propios que conservan formas antiguas con la «y» en posiciones distintas. Cuando estas palabras necesitan tilde según las reglas de acentuación, como en «Aýna» o los apellidos «Laýna» y «Laýnez,» la tilde se coloca obligatoriamente sobre la «y» cuando recae sobre ella el acento prosódico debido a un hiato con vocal abierta.
  • «Rayar» y «rallar» son homófonas, lo que significa que suenan igual, pero difieren en su escritura y significado. «Rallar» se relaciona con el instrumento de cocina llamado «rallador» y significa desmenuzar con dicho utensilio, como en el caso de queso o pan. «Ralladura» se refiere a lo que resulta de este proceso, como la cáscara de limón añadida a los bizcochos. En cambio, «rayar» proviene del latín «radiāre» y se usa para hacer rayas en algo o estropear una superficie lisa con rayas o incisiones. Aunque «rayar» tuvo un uso figurado antiguo como molestar o fastidiar, esta acepción ha perdido relevancia en la lengua actual.

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