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Células, relojes y longevidad: qué hay de cierto en “rejuvenecer” tejidos

Tejidos más jóvenes
rejuvenecer tejidos.
Francisco María
  • Francisco María
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La idea de frenar el paso del tiempo, de “darle cuerda” a nuestras células o incluso de rejuvenecerlas, ha acompañado al ser humano desde siempre. Lo curioso es que, en los últimos años, lo que parecía un sueño más cercano a la alquimia que a la medicina ha empezado a rozar el terreno de lo posible. Entre avances de laboratorio, titulares espectaculares y un sinfín de promesas, vale la pena detenerse a preguntar: ¿qué hay de cierto en todo esto?

Los relojes internos de nuestras células

Cada una de nuestras células funciona con un reloj interno que marca el paso de los años, aunque no de forma tan evidente como las arrugas en la piel. Este reloj no es único, sino una suma de mecanismos:

  • Los telómeros, que se van acortando con cada división celular, como si fueran las puntas gastadas de los cordones de unos zapatos.
  • El daño en el ADN, fruto del simple uso y del ataque constante del entorno: radiación, estrés oxidativo, toxinas.
  • Los patrones epigenéticos, esas marcas químicas que se acumulan sobre el ADN y que hoy permiten calcular la edad biológica de un tejido casi como si fuera un odómetro.
  • Y, finalmente, la senescencia celular, ese estado en el que una célula deja de dividirse y se convierte en un vecino incómodo del barrio: ya no aporta, pero tampoco desaparece, y su acumulación entorpece el funcionamiento del tejido.

Juntos, todos estos procesos conforman el “cronómetro” del envejecimiento.Rejuvenecer tejidos

¿Es posible reiniciar ese cronómetro?

La pregunta del millón es si se puede girar la ruedecilla hacia atrás. Y, sorprendentemente, la respuesta empieza a inclinarse hacia un tímido “sí”.

El gran salto vino en 2006, cuando Shinya Yamanaka descubrió que bastaba con introducir cuatro genes específicos para devolver a una célula adulta a un estado casi embrionario. Era como resetearla de fábrica. Claro que eso trae un problema: una célula rejuvenecida hasta ese punto pierde su identidad y, en el peor de los casos, puede volverse cancerígena.

De ahí surge la idea de la reprogramación parcial, una especie de rejuvenecimiento con medida, donde la célula recupera vitalidad sin olvidar quién es.

Lo que ya se ha logrado en el laboratorio

Aunque suene futurista, hay experimentos que lo respaldan:

  • En ratones se ha logrado regenerar nervios dañados y mejorar la función de órganos aplicando estos factores de forma intermitente.
  • Se han probado compuestos llamados senolíticos, diseñados para eliminar células senescentes. En animales viejos, el simple hecho de retirar esas células mejoró notablemente la salud.
  • Y comienzan a explorarse técnicas para “editar” directamente las marcas epigenéticas del ADN, borrando aquellas asociadas al envejecimiento.
  • Son avances reales, aunque todavía muy lejos de un tratamiento disponible en la farmacia de la esquina.

Entre la ciencia y la ilusión

Conviene mantener cierta prudencia. Lo que funciona en un ratón bajo condiciones de laboratorio no siempre funciona en humanos, donde el envejecimiento es un proceso multifactorial que depende de la genética, el metabolismo, la inflamación, el sistema inmune e incluso de nuestra microbiota intestinal.

Los titulares sobre “cura de la vejez” suelen exagerar hallazgos preliminares. Hoy por hoy, no existen terapias aprobadas que rejuvenezcan tejidos humanos de manera segura. Los ensayos clínicos se centran, sobre todo, en los senolíticos y en algunos tratamientos metabólicos, pero todavía estamos en la fase de tantear posibilidades.

Lo que sí está en nuestras manos

Mientras los laboratorios siguen avanzando, hay un terreno firme: los hábitos. Una especie de “ciencia aplicada” al día a día. Ya sabemos que:

  • El ejercicio regular estimula la producción de energía en las mitocondrias y mantiene a raya la inflamación.
  • Una alimentación equilibrada y sin excesos protege del estrés metabólico. Incluso la restricción calórica, en ciertos contextos, parece tener efectos positivos.
  • Dormir bien y mantener rutinas de descanso reparador ayuda a las células a “ponerse al día” en sus tareas de reparación.
  • Y no es menor el impacto del estrés crónico, que acelera el deterioro tanto físico como epigenético.
  • No son secretos, pero su eficacia está más que probada: si hay una forma de ralentizar el reloj hoy, pasa por ahí.Arrugas en la piel

Mirando hacia el futuro

Lo más probable es que en los próximos años veamos terapias personalizadas que nos digan, con base en nuestra edad biológica y no solo cronológica, cuál es nuestro riesgo real de deterioro. También es posible que los senolíticos se conviertan en fármacos de uso habitual para prevenir la fragilidad o enfermedades degenerativas.

Quizá no logremos detener el reloj, pero sí podremos ajustar su ritmo. Y la verdadera meta no es vivir más, sino vivir mejor: sumar años en buena salud, sin que la vejez sea sinónimo inmediato de pérdida de calidad de vida.

Un cierre necesario

Rejuvenecer tejidos no es magia, tampoco es inminente, pero sí es una promesa respaldada por ciencia que avanza, a veces más despacio de lo que quisiéramos, pero con pasos firmes. Hasta entonces, lo más sensato es cuidar el cuerpo con lo que ya sabemos que funciona… y esperar a ver qué sorpresas nos depara la investigación en los próximos años.

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