Presión arterial baja en el embarazo: ¿por qué hay que prestar más atención en verano?

Durante el verano y con las altas temperaturas, la presión arterial puede bajar más de lo normal en el embarazo

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Remedios naturales para tratar la presión arterial baja durante el embarazo

Hipertensión y embarazo

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Descubre cómo tratar la presión arterial baja del embarazo durante el verano
Blanca Espada

La presión arterial baja es una situación bastante común entre las mujeres jóvenes y más aún durante el embarazo. Sin embargo con el calor del verano, los valores de la presión arterial tienden a bajar aún más, exponiendo a las mujeres embarazadas a malestar y desmayos y a otros riesgos para el feto que os vamos a explicar, además de contaros también como tratar el problema de la presión arterial baja durante el embarazo.

Presión arterial baja en el embarazo: ¿por qué hay que prestar más atención en verano?

La presión arterial baja en el embarazo es algo que se puede padecer en las primeras 24 semanas debido a los cambios normales que ocurren en el cuerpo femenino mientras se prepara para recibir y hacer crecer al feto.

Así, la caída de presión está ligada al aumento de la progesterona, una hormona que tiene la función de hacer que el embrión eche raíces y asegurar el buen curso del embarazo. Además, durante los nueve meses se produce un rápido paso de sangre entre las arterias y venas del útero, debido al aumento del flujo sanguíneo a la placenta. Esto provoca una disminución incluso intensa de la presión arterial. Normalmente,  los valores normales de presión arterial se encuentran entre 120 y 80 mmHg, pero durante la gestación pueden descender bastante. Alrededor de 100-70 mmHg los valores siguen siendo aceptables, mientras que hablamos de presión arterial baja cuando los valores bajan más, alrededor de 90-60 mmHg.

¿Por qué es más peligroso tener presión arterial baja en verano?

Durante los meses de verano, la presión arterial baja durante el embarazo puede descender aún más. De hecho, cuando el clima externo es caluroso y bochornoso, se activan mediadores químicos para dispersar el exceso de calor dentro del cuerpo, provocando vasodilatación, es decir, un aumento del diámetro de los vasos sanguíneos. Quienes ya sufren de presión arterial baja experimentan una debilidad aún más intensa, porque la sangre, que ya ejerce poca fuerza dentro de las arterias, fluye aún más lentamente en los vasos dilatados. Los síntomas de la hipotensión en el embarazo son bastante vagos y pueden confundirse con las dolencias típicas de los nueve meses o, en verano, con las leves dolencias relacionadas con el calor. Pueden aparecer debilidad, mareos, vértigo, visión borrosa, confusión mental leve.

¿Cuáles son las consecuencias sobre el feto?

La presión arterial baja en el embarazo solo en casos muy raros tiene consecuencias graves, como la muerte fetal o el nacimiento de un bebé de bajo peso: generalmente, de hecho, estas situaciones también están relacionadas con otras causas no diagnosticadas. Además, la hipotensión tiene un valor protector en el curso de la gestación. Es la hipertensión arterial la que, según los expertos, puede ocasionar problemas y acompañar a la gestosis. Además del malestar, el riesgo en la hipotética embarazada es el desmayo, sobre todo cuando se levanta rápidamente o ha estado al sol o en un ambiente cálido. Para dispersar el calor, el cuerpo aumenta la vasodilatación, la presión desciende rápidamente y puede perder el conocimiento. De esta forma, es posible provocar lesiones que también sean perjudiciales para el niño, especialmente si las padece en el pecho o el abdomen.

¿Cómo remediar la presión arterial baja durante el embarazo?

Incluso en ausencia de los síntomas descritos, es fundamental medir la presión arterial con regularidad, al menos una vez a la semana: se puede realizar en la farmacia o con equipos de uso doméstico, que son precisos y fiables. Si tu presión arterial cae por debajo de 90-60 mmHg, es bueno hablar con el ginecólogo. No existe una cura real, porque la presión arterial baja durante el embarazo no es una enfermedad. Sin embargo, podemos aplicar remedios que tengan que ver con nuestro estilo de vida.

Será bueno entonces, evitar levantarse rápidamente de una posición sentada o acostada, no permanecer mucho tiempo al sol o en lugares demasiado calientes. Se debe beber mucho para aumentar la transpiración, recurriendo al consejo del ginecólogo a suplementos con sales minerales. También es bueno llevar ropa holgada, de colores claros y en tejido natural, para favorecer la buena circulación y también intentar refrescar los ambientes en los que te alojas. Solo en casos raros el ginecólogo prescribe medicamentos para elevar la presión arterial.

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