La música, el séptimo personaje en ‘La Bohème’
Los seis personajes de la ópera de Puccini han sido tocados por la magia de la partitura y es la sintonía del conjunto el verdadero protagonista en esta historia
La semana del 20 al 28 de febrero Palma vivirá en clave de artes escénicas dos acontecimientos de primer nivel: el regreso de La Bohème, que no se representaba aquí desde abril del 2012, y la primera visita de María Pagés a un escenario mallorquín (Auditorium de Palma) desde que recibió el 2022 el Premio Princesa de Asturias de las Artes.
Pagés presenta su coreografía Scheherezade inspirada en el personaje de Las mil y una noches, ahora en manos de la bailaora sevillana transformada en un icono de la condición femenina y dándole forma acudiendo al delicado maridaje entre la música marroquí y el flamenco, con trece bailaoras sobre el escenario, un cuarteto de cuerdas y percusión, una voz árabe y dos voces flamencas.
De momento, a fecha de hoy ya se puede hablar con propiedad de la ópera de Giacomo Puccini, que es la segunda entrega de la XXXVII Temporada d’Òpera del Teatre Principal de Palma. En principio se habían programado tres funciones los días 20, 22 y 24, pero el gran interés que ha despertado el regreso de Rodolfo y Mimí casi once años después, obligaba a acudir a una cuarta -en formato preestreno-, el pasado sábado 18. El cartel de no hay entradas se volvió a colgar de inmediato. Es de agradecer que el cuadro artístico aceptase regalarnos esta nueva oportunidad.
La Bohème, desde su mismo estreno en 1896, pasaría a convertirse en una pieza magistral, tal vez única, de la corriente verista en la ópera italiana, a partir de la reunión de «pequeñas cosas» (así definía Puccini su música) en una genial partitura que en realidad se reivindica a sí misma como séptimo personaje de la trama. De la modestia de Puccini, al reconocimiento de la musicología. Sin ir más lejos en el programa de mano Julia Mérida deja por escrito que «(Puccini) consigue llevar la música a temáticas y niveles de sutileza hasta entonces impensables».
También insiste en ello Kurt Pahlen cuando refiere en el Diccionario de la Ópera su delicadeza para describir cada detalle: «Tenemos delante una partitura magistral, en la que esa gran cantidad de detalles maravillosamente logrados se unen para configurar una totalidad magnífica». En realidad todo el pasaje musical viene bien cargado de sensaciones perfectamente reconocibles, pero siempre acaba imperando el conjunto, puesto que «la novela de Murger me golpeó como un rayo».
Probablemente influyó en el éxito alcanzado la feliz coincidencia de dos libretistas que aportaron poesía al relato (Giuseppe Giacosa) y asimismo la perfecta configuración escénica (Luigi Illica). Por tanto, la novela Scènes de la vie de bohèmie, filtrada por estos dos grandes libretistas, regresaba a las manos de Giacomo Puccini para que soñase abiertamente en la energía que transmitía la vida bohemia parisina ambientada a inicios del siglo XIX.
Lo que se representa estos días en el Teatre Principal de Palma es el trabajo que realizó en 2019 el Teatro Comunale di Módena por encargo del festival Módena per Luciano, inspirado en la promoción de valores emergentes. De hecho, en aquel estreno el reparto lo formaban voces en vísperas del éxito.
La escenografía de Carlo Centolavigna–magnífica- es la misma y se diría que el espíritu de la recreación de aquellos jóvenes bohemios parisinos de inicios del XIX sigue estando ahí, presente en cada uno de los cuadros que le dan cobijo a la historia. La partitura vuelve a leerla Matteo Beltrami y la dirección escénica en esta reposición se ha confiado a Salvo Piro quien le agradece a Leo Nucci –director de escena- «haber limpiado a los personajes de clichés operísticos que la tradición ha arrastrado hasta nuestros días, de manera que el resultado es un espectáculo joven, dinámico y vibrante».
Todos los detalles expuestos aquí están perfectamente interiorizados por el cuadro de intérpretes que estos días podemos disfrutar en Palma. Creo no equivocarme si afirmo que es inusual la armonía vital que nos transmite el séptimo personaje y que impregna de ternura, también de incertidumbre, a las seis compañías de viaje que obran el milagro de hacernos creíble cada paso que va dando esta historia tan entrañable como trágica.
Los personajes están en estado de gracia, señalados por esa química que se advierte unida a ellos: la soprano Lianna Haroutounian (Mimí), el tenor Andrei Danilov (Rodolfo), el barítono David Menéndez (Marcello), el bajo Manuel Fuentes (Colline), la soprano Marga Cloquell (Musetta) y el barítono Tomeu Bibiloni (Schaunard). Los seis han sido tocados por la magia de la partitura y es en efecto la sintonía del conjunto el verdadero protagonista en esta historia.
Es bien cierto que el público acude llamado por la trágica historia de amor de Mimí y Rodolfo. Pero ésta no es posible vivirla intensamente desde una butaca, sin el concurso del resto de personajes, y si éstos cuadran su papel, entonces nos llegará al corazón este retablo de juventud, que en realidad es encarnación en el presente decimonónico de los boyardos medievales.
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