Dos sucesos eclipsan la presentación de la temporada 2022/2023 de la Simfònica Illes Balears
En noviembre se estrena la ópera sobre el Archiduque Luis Salvador con libreto de Carme Riera y partitura de Parera Fons
Será la última temporada de abonos antes de la inauguración de la Caja de Música
Se ha presentado la temporada de abono de la Orquestra Simfònica Illes Balears (OSIB) para el ejercicio 2022/2023, y pese a ello, varios sucesos ajenos a la misma llaman poderosamente la atención. Tienen su epicentro en primer lugar, en el estreno de la ópera sobre el Archiduque Luis Salvador cuyo libreto fue encargado a Carme Riera y la partitura al también mallorquín Antoni Parera Fons.
Después de cinco años de trabajo el estreno tendrá lugar el mes de noviembre de 2023 en el Teatre Principal de Palma. El significado de este estreno la directora general de Cultura del Govern Balear, Catalina Solivellas, lo atribuye al “valor añadido de poder contribuir a incrementar la escasa producción de óperas en catalán”.
Asimismo el anuncio de que ésta será la última temporada de abono antes de la inauguración de la Caja de Música incrementa la sospecha de que se abandonará el Auditórium de Palma como sede natural de la OSIB, y al parecer los conciertos de abono tendrán lugar en el auditorio de la Caja de Música, con capacidad para 700 butacas, y cuando sea necesario ampliar el aforo se habilitarán los jardines colindantes con pantallas gigantes y sillería con capacidad para 800 espectadores adicionales.
Una auténtica barbaridad que confiemos el próximo Govern se encargue de anular. Por encima de todo estamos hablando de una ofensa hacia el sueño de un visionario, Marcos Ferragut, Hijo Ilustre de Inca, que invirtió toda su fortuna personal en edificar el Auditórium de Palma, el primero levantado en España, dotando así a la capital balear de una sala en condiciones para los conciertos de música clásica con un aforo próximo a 1.700 butacas.
La Caja de Música no puede ser la alternativa al sueño de un emprendedor que ha legado a la ciudad un espacio emblemático. Debe centrarse en servir de referente internacional y utilizando su auditorio en casos puntuales para abrirle nuevos caminos a la música mientras su referencia natural, es decir la temporada de abono, deberá continuar domiciliada en el Auditórium de Palma, su sede desde la refundación de la OSIB hace más de 30 años.
No me cansaré de repetirlo: el Auditórium de Palma es por derecho, es por historia y lo es también por su excelencia, la catedral cultural de la isla.
No vale escudarse en “su alquiler elevado”, porque jamás cualquiera de las administraciones de Balares se han tomado en serio abrir generosas líneas de ayudas para fomentar una programación de calidad, a cambio de cesión gratuita como sede de la temporada de abono de la OSIB.
Cierto, es una empresa privada, familiar para más señas (un milagro seguir en pie medio siglo después), y por encima de todo es un referente cultural continuado de enorme magnitud. Otro milagro también.
Tampoco podemos obviar la posibilidad de que los abonados abandonen a la carrera el nuevo enclave, como ya lo hicieran años atrás con el Teatre Principal, precisamente en otro Pacte de Progrés sólo que entonces Nanda Ramón, que lideraba el cambio, reconocía el error y a anunciaba el regreso a la sala magna del Auditórium de Palma. Tome nota el actual Pacte.
La pandemia ya nos dio un primer aviso de las arbitrariedades que primero implicaron acudir al Trui Teatre –el salón de actos de un colegio, solo eso- y al año siguiente distribuir los conciertos de abono en tres escenarios con el consiguiente despiste del abonado potencial. No voy a señalar a nadie, si bien la mente pensante que ha provocado este despiste mucho se equivoca. De hecho, en la temporada 2022/2023, desaparece el Teatre Principal y se mantiene el Trui Teatre, en palabras de Pablo Mielgo, director titular de la OSIB, porque “no podemos olvidar, el público tampoco debería, que pese al Covid-19 y gracias a Trui Teatre tuvimos temporada”.
Me consta que en un principio se intentó el 2020 realizar la temporada en el Auditórium de Palma, pero la rigidez de los ERTE dictada por el Gobierno de España hizo imposible encontrar una alternativa. En cambio, la empresa de servicios que regenta el Trui Teatre sí pudo desviar trabajadores de otras áreas para abrir el teatro, cuando absolutamente todo estaba cerrado por las medidas arbitrarias, suicidas, decretadas por el Gobierno social-comunista.
El Auditórium, imposibilitado para abrir –puntualmente- para conciertos de abono por un rígido imperativo legal, y en cambio Trui sin problemas para desplazar trabajadores. La cultura, fue la gran perjudicada por la pandemia, en gran parte por la ausencia de sensibilidad administrativa.
En el anuncio de la temporada de abono 2022/2023 al menos se reconoce la primacía del Auditórium frente a Trui Teatre: pues si el año pasado fueron 11 conciertos en el Trui frente a los 8 del Auditórium y otros 4 en el Teatre Principal, esta vez al menos serán 9 en el Auditórium y 8 en el Trui Teatre.
Otra novedad de este año es que la temporada de de la OSIB gana un título genérico: ‘Calidoscopi SOIB’, que, en palabras de Mielgo quiere subrayar lo siguiente: “Representa un color sonoro que va del barroco a nuestros días”. Vamos a ver, Mielgo. ¿No ha sido así siempre?
Anyway. Tiempo habrá para ir analizando los contenidos de la temporada de abono 2022/2023 de la OSIB, pero bueno será subrayar, desde ahora, el regreso de las corales –prohibidas hasta hace poco por la normativa Covid- y asimismo presencias de nuestros solistas más significados, como Gabriel Estarellas, Francisco Fullana, Els Blauets de Lluc, Coral UIB, y el trío del pianista menorquín Marco Mesquida invitado a interpretar la adaptación para trío de jazz y orquesta de ‘Rhapsody in Blue’ de George Gershwin.