El crimen ecológico de Sotogrande pone en peligro el litoral: su playa es la más erosionada de Andalucía

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David García de Lomana

Sotogrande, en San Roque (Cádiz), es una localización de lujo que las administraciones se han permitido el lujo de descuidar. Lo que décadas atrás eran casas en primera línea de playa hoy son viviendas en primera línea de batalla contra el mar. Antes de la construcción del puerto deportivo, su playa contaba con más de 140 metros de arena. Hoy los vecinos se protegen con unas escolleras que no impiden que las olas se cuelen en sus hogares.

Las competencias en el paraje natural de la zona se las reparten el Gobierno central, la Junta de Andalucía y el Ayuntamiento de San Roque del socialista Juan Carlos Ruiz Boix, que ha hecho caso omiso a los distintos intentos de este periódico de contactar con él. «Es un crimen ecológico», denuncia a OKDIARIO Andalucía uno de los vecinos de la urbanización Los Lacasitos. El puerto -inaugurado en los años 80- y la posterior ampliación del espigón que lo protege han modificado la forma en que las olas llegan al litoral, y por consiguiente, la morfología de la línea de playa.

La arena desaparecida en los últimos años se aproxima al millón de metros cúbicos. Otros cientos de toneladas se han desplazado hasta taponar intermitentemente la desembocadura al mar del río Guadiaro, lo que provoca la muerte de miles de peces y algas por la no oxigenación de sus aguas. Un búnker español de la II Guerra Mundial construido en la playa para defender un posible ataque británico desde el Peñón está ahora sumergido a más de 50 metros de la orilla.

Búnker.
El fortín del Ejército, bajo el mar, en una imagen de Google Maps.

Siguiendo la línea de costa, nos encontramos con otro refugio militar que evidencia la erosión del litoral. El ayuntamiento socialista de San Roque reconoce en su página web el «importante riesgo» de la «penetración directa del mar en construcciones y viviendas» de la zona, si bien achaca el fenómeno a los «temporales de invierno y primavera».

búnker de Guadalquitón
La arena desaparece bajo el búnker de Guadalquitón, en una imagen tomada en enero de 2021.

Desde la desembocadura del río Guadiaro, ahora obstruida, el portavoz de Verdemar Ecologistas en Acción, Antonio Muñoz, lamenta que las administraciones «se pasan la pelota» dependiendo de quién mande dónde hasta el punto de «rayar en lo ridículo». El alcalde Juan Carlos Ruiz «antes le pedía explicaciones al PP cuando estaba en Madrid y ahora le pide explicaciones al PP cuando está en Andalucía. No tiene sentido».

Diversos estudios de ingeniería encargados por los propios vecinos ratifican que el desgaste de la costa coincide con la construcción del puerto de Sotogrande. La orilla ha ido retrocediendo fruto de la alterada inercia del oleaje. La concesión administrativa, de 1982, dicta que «el titular será responsable de los daños que puedan causar las obras autorizadas, directa o indirectamente, en la costa y playas inmediatas o próximas». En dicho caso, será el Ministerio de Obras Públicas y Urbanismo el que determinará «las obras necesarias a sus expensas (…) a fin de restituir las costas y playas afectadas». La cláusula ha sido aplicada en una sola ocasión, cuando en 2003 la Dirección General de Costas instó al Ayuntamiento de Sotogrande a ordenar la restauración del espigón del Guadiaro, que corrió a cargo del promotor del puerto.

Evolución histórica de la línea de playa en Sotogrande.

Al respecto de dichas reparaciones, el presidente del Club de playa y tenis ‘El Octógono’, Juan Loaysa, afirma que «algún año, no con muy buena intención, dragan el puerto» porque se llena de arena e impide la entrada de los barcos. Dichos áridos se emplean para repoblar zonas de playa afectadas, pero denuncia que «más que una ayuda», el puerto y el gobierno local aprovechan para aparentar cumplir la concesión. Los aportes de arena quedan sin ningún efecto cuando se los lleva el primer temporal de levante. «Una actuación como Dios manda no se ha hecho jamás», recalca Loaysa.

Entretanto, consciente de una Sotogrande ‘ahogada’, San Roque estrenó en 2018 la playa interior más grande de Europa en la comunidad residencial La Reserva: 3.500 metros cuadrados aptos para el baño y 2.800 metros de costa. El megaproyecto incluye una laguna de 18.000 metros cuadrados de superficie y un embarcadero para la práctica de deportes acuáticos. «Eso sí que lo cuidan», apunta un vecino.

A merced del levante

Durante la visita que OKDIARIO Andalucía realiza junto a Antonio Muñoz por los puntos más golpeados por la nueva dinámica del litoral, el ecologista señala que la de Los Lacasitos es «la playa más erosionada de Andalucía. Los que viven aquí están en manos del levante».

Sotogrande
Viviendas de Los Lacasitos, antes a 140 metros de la rompiente.

«Todo esto era arena», lamenta un vecino de esta urbanización. «El río Guadiaro antes era un delta con dos salidas al mar. Ahora tiene una y está taponada. Estamos ahogando el único río de toda España que no tiene represa, se lo han cargado ecológicamente. En primer término, el Ayuntamiento de San Roque, que ha autorizado la construcción de ese puerto y la prolongación de ese espigón. Pero también es el fruto de la corrupción en mi tierra en los últimos 40 años. La Junta tenía potestad para evitar este destrozo ecológico».

«En invierno, el agua rompe todos los cristales exteriores y llega hasta la piscina», detalla el hombre. Al otro lado de la desembocadura del río, otro vecino manifiesta que, durante los temporales, ha visto cómo en el bloque de apartamentos donde reside «el agua se ha adentrado 50 metros hasta inundar garajes y jardines».

Secuelas de la pérdida de litoral y del temporal de levante.

Juan Loaysa, presidente de ‘El Octógono’, destaca que la acción del mar «ha llegado a erosionar la cimentación del edificio adyacente. El movimiento de las aguas lleva décadas siendo diferente y hay que señalar al culpable», comenta apuntando en dirección al puerto. «Las casas de todo este complejo se han devaluado y el valor de las propiedades va cayendo. La gente ve que hay un peligro inmediato», añade.

Desde Verdemar Ecologistas en Acción denuncian también que el río Guadiaro está sufriendo extracciones de agua para alimentar regadíos ilegales -principalmente de aguacates- que han reducido considerablemente su caudal, clave para mantener la biodiversidad del cauce.  «El río tiene cada año menos fuerza para romper la barrera de arena y salir al mar. El resultado es catastrófico. De seguir así, el agua salada entrará hasta la parte media alta del río y salinizará los pozos».

Unanimidad en la solución

En los últimos años se ha pretendido parchear el problema mediante la aportación ocasional de arena, la construcción de algún otro espigón y la colocación de escolleras que terminan cediendo. Los vecinos han destinado ya cerca de 300.000 euros a paliar el desastre ecológico.

Preguntados por un posible remedio para frenar el avance de la erosión, los afectados lo ven claro: un dique paralelo a la playa, a 150 metros de la orilla y sumergido a cuatro metros de profundidad. La obra, avalada por ingenieros y por resultados favorables en playas de Estepona o Marbella (Málaga), lograría que las olas rompieran más lejos de la costa y llegasen a la orilla con menos fuerza. Al menos durante diez años.

¿El precio? Unos 800.000 euros. Además del medio millón que costaría el dique, habría que sumar 300.000 euros más en aportes de arena en un frente de 250 metros. 800.000 euros que tendrán que afrontar los vecinos. El Gobierno y la Junta han dado el visto bueno y el primero asume su ejecución, pero ni el ayuntamiento ni la empresa concesionaria Puerto Sotogrande S.A. quieren saber nada de dinero pese a la cláusula que les obliga a ello.

«La mesa de trabajo que estudie todo esto tiene mucho que hacer: las playas, el paraje del Guadiaro, el puerto… Es un trabajo de consenso», apunta el portavoz de Verdemar. «El problema de España es que hay 40.000 competencias de distintas administraciones y nadie se pone de acuerdo», lamenta. Y pasan los años. Y el mar no perdona. Y Sotogrande tampoco.

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