‘La pasión turca’: un culebrón oportunista que aporta muy poco
Ya se ha estrenado La pasión turca en Atresplayer. Se trata de la adaptación de la clásica novela de Antonio Gala que demuestra que Atresmedia no da puntada sin hilo. En una época en la que las series turcas son las reinas de su parrilla, nada mejor que recuperar este clásico literario que ya contó con una muy famosa recreación cinematográfica y convertirlo en un culebrón tan oportunista como efectivo. ¿La serie es buena? No mucho pero es lo que se espera de ella. Maggie Civantos, su protagonista, está estupenda pero hay muchos fallos de casting y, sobre todo, de diálogos. Analizar este proyecto es, además, una excusa para preguntarse por el devenir de una empresa que empezó dándonos productos rompedores pero que, de un tiempo a esta parte, se ha doblegado a los gustos establecidos. La pasión turca será un éxito cuando se estrene en abierto, eso no significa que sea una gran serie.
“Esta no es mi Desideria”, se quejaba Antonio Gala con su famoso tono de voz agudo y sujetando la empuñadura de uno de sus míticos bastones. Al erudito autor no le gustó la interpretación que se había hecho de su personaje en La pasión turca, película que en 1994 dirigió Vicente Aranda, protagonizada por la mismísima Ana Belén y que, además de arrasar en taquilla, estuvo nominada a varios premios Goya. Era, por decirlo de alguna manera, el Cincuenta sombras de Grey bizarro décadas antes de este peligroso fenómeno literario. Gala compuso una historia erótica que podía leerse como crítica a la represión sexual femenina de la España profunda o como cuento moralista que advertía a las damas aburridas de lo que se dejaban llevar por sus instintos más básicos. Y es que al escritor cordobés le perdían los dramas de mujeres frustradas que consiguen la libertad pero siempre terminaban en tragedia.
La pasión turca, así como casi toda la obra de Antonio Gala, es un viaje cursi e intenso hacía la destrucción de las relaciones de pareja, de la ceguera que provoca el sexo. Todo ello adornado por una cultura exótica y peligrosa. Mucho han tardado los de Antena3 en adaptar esta obra clásica y más ahora, cuando las novelas turcas llevan años arrasando en audiencia. Es una estrategia comercial perfecta. Se recupera un icono de nuestro para aprovechar la fiebre de las ficciones que vienen desde Estambul.
¿De qué trata?
Olivia, una profesora española de Bellas Artes con una brillante carrera profesional, despierta de un coma en un hospital de Estambul después de haber intentado suicidarse. Allí responde a las preguntas de una inspectora que investiga la colaboración de Olivia en una red de contrabando de obras de arte junto a Yaman, su amante turco.
El relato de la protagonista reconstruye en dos tiempos la arrolladora pasión que vivió junto a Yaman y que le hizo abandonar su proyecto de vida en España. Una historia repleta de luces y sombras sobre la que Olivia no siempre dice la verdad, lo que alimenta el misterio que envuelve su estancia en Turquía y su participación en los peligrosos negocios del hombre.
Para librarse de la cárcel y conseguir la protección de las autoridades, Olivia debe volver junto a Yaman e informar a la policía de sus movimientos. Un acto tan valiente como desesperado: ¿actúa Olivia para salvarse a sí misma o para salvar a Yamam y su historia de amor?
Maggie Civantos y el actor turco Ilker Kaleli encarnan a la pareja protagonista de esta serie de 6 capítulos que completa su elenco con nombres españoles y turcos, entre ellos, Ainhoa Santamaría, Yasemin Sannino, Fernando Andina, Laura Pamplona, Arlette Torres, Burak Hakki y Mariona Terés.
Un culebrón sin más
Como inversión empresarial, La pasión turca es un 10, como serie no tanto. Producida por Atresmedia y Buendía Estudio, la ficción no es un espanto pero es previsible en forma y contenido, es intrascendente y poco creíble. Un culebrón sin más, de estos que luego, en abierto y en plataformas triunfan entre un público muy concreto. Es uno de esos productos de un sólo uso, de esos que los ves y tardas un minuto en olvidar.
Lo mejor de La pasión turca es, sin duda, su protagonista. Maggie Civantos levanta un proyecto a pesar de tener un personaje mal escrito y con unos diálogos casi imposibles. Ella se desnuda en cuerpo y alma para hacer digeribles aquellos pasajes de la historia que carecen de sentido. Por el lado negativo encontramos un guión algo perezoso y una dirección y una puesta en escena mediocres. Las escenas no están bien planificadas ni resueltas.
Pero lo peor es Ilker Kaleli. Es extremadamente difícil encontrar un actor turco que sepa español y que se atreva a hacer una producción con contenido erótico (recordemos que en Turquía hay una censura audiovisual muy potente). Encontrar al objeto de deseo de la protagonista no ha tenido que ser tarea fácil pero, al final, no ha salido bien la apuesta. No me creo al personaje ni tiene la química que ha de tener con Maggie Civantos.
Advertencia a Atresmedia
Lo llevo diciendo muchos años: Atresplayer nos está regalando la ficción española que le pedíamos a Netflix o a HBO y que nunca nos llegó. A la plataforma de pago de Atresmedia le debemos obras de arte como Veneno, La ruta o Cardo, además de propuestas interesantes (aunque fallidas) como Las noche de Tefía o Vestidas de azul. Hay pues, en la empresa, una vertiente de producción arriesgada y de nicho que apuesta por la calidad antes que en el beneficio económico.
Luego existe otra corriente que ofrece productos más clásicos y convencionales. Series como Entre Tierras, Heridas, Cristo y Rey o la que nos ocupa, están pensadas para emitirse en abierto, como si esto fuese algo inferior, como si la calidad aquí no contase o se viese al espectador medio como poco exquisito. Se pueden hacer ficciones mainstream y de gran alcance sin caer en lo obvio y mediocre. ¿Para cuando un culebrón de auténtico lujo sin renunciar a su esencia popular?
En lo único que uno puede pensar ahora, tras ver La pasión turca, es en cómo reaccionaría el bueno de Antonio Gala. Esta tampoco es su Desideria, ni siquiera han respetado su nombre original. Pobre Gala.