Tomás Rufo destaca en la feria de la Peregrina de Pontevedra aunque el palco le deja sin puerta grande
Tomás Rufo, que ha cortado una oreja al igual que sus compañeros de cartel, ha sido el triunfador moral de la tarde en Pontevedra, en el primer festejo de la feria de La Peregrina, una función en la que volvieron los toros tras dos años por la pandemia, y en la el «palco» se erigió en triste protagonista.
Había ganas de toros en Pontevedra, quedó demostrado en el magnífico ambiente que presentaba el coso de San Roque, con una gran entrada. La gente respondió a la llamada para que la ciudad del Lérez siga siendo el bastión irreductible de la Galicia taurina.
El presidente, en una desafortunada actuación, se erigió con un protagonismo que no le correspondía.
Tomás Rufo formó un auténtico alboroto en el tercero, aprovechando la excelente condición del astado, que humilló embistiendo con clase en el último tercio. Rufo firmó una faena impropia de un torero de un año de alternativa, plena de madurez, capacidad, resolución y despaciosidad. Toreó al natural a cámara lenta, aunque ya en la apertura rodilla en tierra se había metió al público en el bolsillo,
También con la diestra lo entendió a la perfección. Contundente espadazo, caído en su colocación, lo que le privó del segundo trofeo. Ante la insistencia del público dio una segunda vuelta al ruedo.
Nuevamente salió a por todas con el que cerraba función, recibiéndolo con una larga cambiada de rodillas. Firme Rufo, tuvo que tirar de raza ante la deslucida embestida el Garcigrande.
Le faltó materia prima al Juli en el primero de la tarde, tan noble como escaso de raza y justo de fuerzas. En una faena medida, no le pudo apretar el madrileño, que lo hizo todo a media altura, en tandas cortas, sin mácula. Eficaz con la espada.
Con el cuarto, con más remate que sus hermanos anteriores, El Juli fue construyendo una faena de menos a más, toreando muy por abajo por ambos pitones; de trazo largo se sucedieron los muletazos. Ejerció su magisterio, en una faena en los medios, a la que no le faltó nada. El Juli decidió no pasear el trofeo, motivado por el escándalo del presidente en el toro anterior con Tomás Rufo.
Manzanares firmó un trasteo intermitente en el segundo, que había apretado bien en varas derribando al caballo. Tuvo movilidad después el de Garcigrande, aunque un punto pegajoso. Faena casi íntegramente sobre la diestra, en los que hubo pasajes de empaque. Sin embargo el alicantino no se terminó de confiar, faltando consistencia a un conjunto sin reposo.
En el castaño quinto, con más cuajo, noble pero justo de fortaleza, Manzanares hizo una faena de buen tono, por ambos pitones. Algo inusual en él se atascó con los aceros.
Ficha del festejo:
Toros de Garcigrande, desiguales de presentación, más terciados los tres primeros y con más remate la segunda parte del encierro. Tuvieron nobleza resultando manejables, destacando el tercero, de excelente condición en la muleta.
Julián López «El Juli», de azul marino y oro, estocada trasera (silencio); estocada (oreja).
José María Manzanares, de azul marino y oro: estocada honda, trasera y tendida (oreja); tres pinchazos y estocada (silencio tras aviso).
Tomás Rufo, de blanco y oro: estocada caída (oreja con dos vueltas al ruedo); pinchazo y estocada (silencio).
La plaza registró más de tres cuartos de entrada en tarde de temperatura veraniega.
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- corridas de toros