Richard Gere vuelve a Estados Unidos y se encuentra con muchos problemas
Richard Gere ha dejado su mansión de Madrid para regresar a Estados Unidos
El artista no puede instalarse en su antigua vivienda y no sabe dónde vivirá
Cuenta con el apoyo de Alejandra Silva, pero su situación es bastante complicada
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El regreso de Richard Gere y Alejandra Silva a Estados Unidos, después de un año viviendo en Madrid, ha resultado mucho más complicado de lo que imaginaron cuando decidieron emprender esta nueva etapa. Lo que debía ser un retorno tranquilo al país natal del actor, se ha convertido en un proceso lleno de obstáculos logísticos y emocionales.
La pareja, que en su momento vendió su lujosa hacienda de Connecticut para financiar su vida en España, se ha encontrado ahora con que ya no tienen un hogar al que volver. Aquella imponente residencia que un día fue símbolo de estabilidad, serenidad y éxito, ha sido demolida por una promotora inmobiliaria que adquirió el terreno tras la venta. Gere, que durante años había encontrado allí su refugio frente al ruido de Hollywood y su espacio personal para practicar la meditación y el budismo, se enfrenta ahora a la difícil tarea de empezar de nuevo en un país que, paradójicamente, le resulta más ajeno que nunca. Su retorno no ha sido dramático, pero sí ha estado lleno de incertidumbre, como si cada paso que diera le recordara que el tiempo no se puede recuperar.
Los problemas de Richard Gere
Como decimos, la pérdida de su antigua casa en Bedford (Connecticut) ha dejado una huella visible en la vida del actor y su familia. Se trataba de una majestuosa propiedad rodeada de naturaleza, con más de seis hectáreas de terreno, piscina, jardines, gimnasio, bodega y varias casas para invitados. Aquella mansión, valorada en más de 10 millones de dólares, había sido testigo de muchos de los momentos más tranquilos y personales de Gere, un lugar donde podía desconectarse del estrés de la industria cinematográfica y disfrutar del anonimato.

Sin embargo, cuando tomó la decisión de mudarse a España con Alejandra Silva, vendió la propiedad pensando que el cambio sería definitivo. Lo que no imaginó es que, al cabo de un año, la pareja tendría que regresar a Estados Unidos por compromisos profesionales y se encontrarían sin un espacio propio donde instalarse. Ahora, con la casa desaparecida y el terreno transformado, el matrimonio se ha visto obligado a buscar una nueva residencia, algo que no ha sido sencillo ni en lo práctico ni en lo emocional, ya que para Gere aquel lugar era mucho más que una vivienda.
Lulu Simon quiere venganza
El conflicto se ha agravado con la inesperada aparición de una polémica protagonizada por Lulu Simon, hija del músico Paul Simon, anterior propietario de la finca. Lulu, que pasó gran parte de su infancia en la casa antes de que su familia la vendiera a Gere, ha arremetido con dureza contra el actor, acusándolo de haber incumplido una promesa personal. Según su versión, el artista se comprometió a preservar el terreno y mantener intacta la propiedad, pero en lugar de ello terminó vendiéndola a una promotora que la demolió para construir varias viviendas.
La joven, visiblemente enfadada, utilizó sus redes sociales para manifestar su desprecio hacia el actor, llegando incluso a escribir mensajes con tintes de maldición en los que deseaba que las mascotas enterradas en el jardín «lo atormentaran para siempre». Sus palabras reavivaron el interés mediático por esta historia y añadieron un componente de culpa y malestar a la vuelta de Gere a su país. El intérprete, que siempre ha tratado de mantenerse alejado del escándalo, ha optado por el silencio, mientras intenta centrarse en su vida profesional y en la búsqueda de un nuevo hogar para su familia.
Los conflictos no dejan de crecer
Según nuestro datos, Richard Gere ha tenido que hacer frente a un cúmulo de tensiones que contradicen su habitual equilibrio interior. En paralelo a la polémica con los Simon, el actor ha retomado la promoción de su documental sobre el Dalai Lama y ha retomado actividades vinculadas a su fundación solidaria, lo que le obliga a viajar constantemente y a carecer de un lugar fijo donde asentarse.
Para Alejandra Silva, este proceso tampoco está siendo fácil. La gallega había encontrado en Madrid un entorno estable, cerca de su familia y de sus raíces, y ahora debe adaptarse a una vida itinerante, en un país que, aunque ya conocía, siente cada vez más distante. Ambos se refugian en su compromiso humanitario y en la educación de sus hijos, pero la falta de estabilidad residencial ha alterado el ritmo familiar y ha dejado a la pareja en una especie de limbo entre dos mundos: el pasado europeo que dejaron atrás y el presente americano que todavía no terminan de reconstruir.
A los 75 años, el actor que durante décadas ha predicado la importancia del desapego material, se enfrenta precisamente a la pérdida de su espacio más íntimo: su hogar. Aunque su posición económica le permite encontrar rápidamente una nueva propiedad, lo que realmente le pesa es la sensación de desarraigo y el impacto emocional de ver desaparecer una parte importante de su historia