biología inmunológica

Nobel de Medicina para Brankov, Ramstell y Sakaguchi por descubrir cómo podemos controlar el sistema inmune

Esta edición consolida el peso creciente de la inmunología como disciplina central en la medicina moderna

El premio Nobel de este año, en Fisiología o Medicina, se refiere a cómo mantenemos nuestro sistema inmunológico bajo control

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Diego Buenosvinos

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Los investigadores Mary Brankov, Fred Ramstell y Shimon Sakaguchi han sido distinguidos con el Premio Nobel de Medicina/ Física 2025 por sus descubrimientos relacionadas con la tolerancia inmune periférica, un mecanismo crucial que impide que el sistema inmunitario ataque los propios tejidos del cuerpo, según ha anunciado este lunes el Instituto Karolinska en Estocolmo, Suecia.

«El premio Nobel de este año, en Fisiología o Medicina, se refiere a cómo mantenemos nuestro sistema inmunológico bajo control, para que podamos luchar contra todos los microbios imaginables y aún evitar la enfermedad autoinmune», ha explicado María López-García, miembro del Comité Nobel, que este lunes anunciaba el primero de los ganadores de los premios Nobel de este año, que distinguen en seis categorías.

Tolerancia inmune periférica

La tolerancia inmune periférica es un proceso mediante el cual el sistema inmunitario aprende a distinguir entre lo propio y lo extraño, controlando la activación de linfocitos que podrían dañar el cuerpo. Cuando este mecanismo falla, se producen enfermedades autoinmunes como la artritis reumatoide, la diabetes tipo 1 o la esclerosis múltiple. Los descubrimientos de Brunkow, Ramsdell y Sakaguchi permitieron identificar cómo las llamadas células T reguladoras (o Treg), un subtipo de linfocitos, mantienen la homeostasis inmunológica y suprimen las respuestas autoinmunes.

El inmunólogo japonés Shimon Sakaguchi, profesor de la Universidad de Osaka, fue el primero en describir en la década de 1990 la existencia de estas células T reguladoras CD4⁺CD25⁺, esenciales para mantener la tolerancia periférica. Años más tarde, Mary Brunkow y Fred Ramsdell, desde laboratorios en Estados Unidos, descubrieron el papel del gen FOXP3, considerado el interruptor maestro que controla el desarrollo y la función de estas células. Sin la acción de este gen, las Treg no pueden cumplir su papel regulador, lo que conduce a una activación descontrolada del sistema inmunitario.

El Comité Nobel destacó que estos descubrimientos no sólo resolvieron uno de los grandes enigmas de la biología inmunológica, sino que además han tenido un impacto directo en el desarrollo de tratamientos. Gracias a este conocimiento, hoy se están diseñando terapias dirigidas para modular las células T reguladoras y así restaurar el equilibrio inmunitario en pacientes con enfermedades autoinmunes o, por el contrario, inhibirlas en contextos como el cáncer, donde el sistema inmune necesita ser más activo.

Brunkow, actualmente investigadora en el Institute for Systems Biology de Seattle, y Ramsdell, vinculado a la industria biotecnológica, han señalado que este reconocimiento pone en valor la colaboración internacional en la investigación biomédica. Sakaguchi, por su parte, afirmó que «comprender la tolerancia periférica ha sido un viaje científico apasionante que demuestra cómo el cuerpo mantiene el equilibrio entre la defensa y la autodestrucción».

Cada año, el Nobel de Medicina premia avances que transforman la comprensión del cuerpo humano y sus mecanismos vitales. El galardón, dotado con 11 millones de coronas suecas (aproximadamente un millón de dólares), se entregará el próximo 10 de diciembre en Estocolmo, coincidiendo con el aniversario de la muerte de Alfred Nobel. Según los medios suecos, esta edición consolida el peso creciente de la inmunología como disciplina central en la medicina moderna, continuando la línea de reconocimientos de los últimos años a descubrimientos relacionados con la regulación y la manipulación del sistema inmunitario.

La mutación del sistema inmunológico

La cepa de ratón, denominada «scurfy» (casposo), captó la atención de los investigadores. La genética molecular estaba en sus inicios, pero se dieron cuenta de que la mutación causante de esta enfermedad debía estar localizada en el cromosoma X de los ratones. Resultó que sus órganos estaban siendo atacados por células T que destruían los tejidos.

Dos de los investigadores que se interesaron en la mutación del gen casposo fueron Mary Brunkow y Fred Ramsdell. Trabajaban en la empresa de biotecnología Celltech Chiroscience, en Bothell, Washington, EEUU. La empresa desarrollaba fármacos para enfermedades autoinmunes, y Brunkow y Ramsdell se dieron cuenta de que los ratones ‘casposos’ podrían proporcionarles pistas importantes para su investigación.

El mapeo había demostrado que la mutación scurfy debía estar en algún punto intermedio del cromosoma X. Brunkow y Ramsdell lograron reducir el área potencial a unos 500.000 nucleótidos. Posteriormente, emprendieron la enorme tarea de mapear esa área del cromosoma X en detalle. Esto llevó mucho tiempo. Cuando Brunkow y Ramsdell terminaron, habían establecido que el área contenía 20 genes potenciales. Su siguiente reto fue comparar estos genes en ratones sanos y en ratones con la mutación.

En 2001, en Nature Genetics, Mary Brunkow y Fred Ramsdell revelaron que las mutaciones en el gen FOXP3 causan tanto la enfermedad humana denominada IPEX como la mala salud de estos ratones. Cuando los investigadores unieron las piezas del rompecabezas, comprendieron que el gen FOXP3 podría ser importante para las células T reguladoras descubiertas por Sakaguchi.

Dos años después, Shimon Sakaguchi, y pronto otros investigadores, pudieron demostrar de forma convincente que el gen FOXP3 controla el desarrollo de las células T reguladoras. Estas células impiden que otras células T ataquen por error el propio tejido corporal, lo cual es importante para un proceso denominado tolerancia inmunitaria periférica. Las células T reguladoras también garantizan que el sistema inmunitario se tranquilice tras eliminar a un invasor, evitando que siga funcionando a toda velocidad.

Cómo combatir enfermedades

Actualmente, investigadores están probando el uso de las células T reguladoras para combatir enfermedades. El mapeo de tumores muestra que estos pueden atraer grandes cantidades de células T reguladoras que los protegen del sistema inmunitario. Por lo tanto, los investigadores buscan maneras de desmantelar esta barrera de células T reguladoras para que el sistema inmunitario pueda acceder a los tumores.

En el caso de las enfermedades autoinmunes, los investigadores buscan promover la formación de más células T reguladoras. En estudios pilotos, se administra a los pacientes interleucina-2, una sustancia que promueve el desarrollo de las células T reguladoras. También investigan si la interleucina-2 puede utilizarse para prevenir el rechazo de órganos tras un trasplante.

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