Jaime Espolita Suárez: «La farmacia rural se ha convertido en un auténtico centro sociosanitario»
"El trabajo diario en una farmacia rural es muy diferente al de otra tipología de farmacias", asegura el presidente de SEFAR
Se estima que existen en España alrededor de 4.500 oficinas de farmacia rural
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La Sociedad Española de Farmacia Rural (SEFAR) define ‘farmacia rural’ como aquella ubicada en municipios que se encuentran en el medio rural, entendiendo este como lugares cuya economía está basada mayoritariamente en la ganadería y la agricultura, cuentan con una o dos farmacias, como máximo. Este tipo de farmacia, además, está ubicada en municipios de menos de 5.000 habitantes. Se estima que existen unas 4.500 oficinas de farmacia de este tipo.
En cuanto a su evolución, se puede decir que está en continua decadencia, sobre todo en las poblaciones más pequeñas (menos de 1.000 habitantes), debido a la escasa rentabilidad y al gran sacrificio personal que conlleva el ejercicio de la profesión en estas circunstancias. El futuro dependerá de que se tomen o no medidas estructurales (más allá de ayudas o subvenciones) que palien la precariedad en la que están ejerciendo su labor hoy en día y que reconozcan su papel esencial en la cohesión de nuestro sistema de salud y en la vertebración de nuestro territorio.
Existe muchísima diferencia entre las farmacias de una ciudad y las farmacias de la denominada ‘España vaciada’, no solo desde el punto de vista económico (nuestro modelo retributivo no se basa en el trabajo o función realizada sino en el número de envases dispensados) sino, además, en cuanto a las condiciones de precariedad que se derivan del aislamiento respecto a grandes núcleos de población, ausencia casi total de servicios, malas comunicaciones, turnos de guardias sobredimensionados o incapacidad de una mínima conciliación de la vida profesional y personal. Para profundizar, hablamos con el presidente de SEFAR, Jaime Espolita Suárez.
PREGUNTA.- ¿Es frecuente que en las farmacias de la España despoblada se produzca desabastecimiento de medicamentos y otros productos de primera necesidad para los usuarios?
RESPUESTA.- No. En ese sentido, podemos presumir. En nuestro país contamos con un servicio de distribución farmacéutica solidario modélico que hace que el acceso a estos productos de primera necesidad esté garantizado, tanto en las grandes ciudades como en los pueblos más pequeños.
P.- ¿Son muy diferentes las funciones de un farmacéutico en una farmacia ubicada en una ciudad grande y una rural? ¿Cuáles son esas funciones?
R.- Legalmente, las funciones son idénticas en lo que se refiere a la custodia y dispensación de medicamentos. Sin embargo, el trabajo en el día a día sí que es muy diferente. Hay que tener en cuenta que, en estas poblaciones, el único servicio que permanece en funcionamiento durante todo el día y todos los días del año es la oficina de farmacia. Este hecho, unido a la relación tan estrecha que se establece con nuestros pacientes y a que, en la mayoría de los casos, el farmacéutico es un vecino más de estos pueblos, hace que la función sanitaria y social de estos establecimientos sea crucial. También destacaría la labor de acompañamiento que prestan estos compañeros al paciente medio con el que trabajamos, que es de edad avanzada, vive en soledad y suele disponer de escasos recursos económicos.
P.- ¿Es más vocacional la profesión de farmacéutico rural que la de farmacéutico en una ciudad?
R.- En general, creo que la profesión farmacéutica, en su conjunto, es muy vocacional, pero, en el caso de la farmacia rural, y sin querer minusvalorar al resto de compañeros, creo que definitivamente sí. La implicación de estos compañeros con sus pacientes, su profesionalidad y el espíritu de sacrificio que conlleva el estar prácticamente atado a sus establecimientos con unos turnos de guardia excesivos, sin vacaciones, sin bajas, etc. hacen que su permanencia en estas poblaciones solo se explique si incluimos en la ecuación su enorme vocación de servicio y el amor por su profesión.
P.- ¿Tiene en cuenta la administración estas diferencias? Sanidad elevará en un 17,5% las ayudas a las oficinas de farmacia rural y zonas deprimidas, que pasarán de 833 euros mensuales a 979. ¿En qué parte del proceso se encuentra este proyecto de Real Decreto? ¿Cree que entrará en vigor 2022? ¿Es suficiente esta medida?
R.- Desde mi punto de vista, el principal problema al que se enfrenta la farmacia rural es a la falta de coherencia entre nuestro modelo de planificación farmacéutica (basado y justificado en que las zonas más despobladas o desfavorecidas cuentan con oficinas de farmacia) y nuestro modelo retributivo (en el que se valora, exclusivamente, el número de medicamentos dispensados, lo que perjudica de forma grave, precisamente, a estas oficinas de farmacia). Nos consta que la Administración es sensible a esta problemática y agradecemos sinceramente esta medida por parte del Ministerio (actualmente se encuentra en la fase de estudio de alegaciones al Anteproyecto que, creemos, verá la luz este mismo año), pero pedimos que se estudie, también, un cambio en el modelo retributivo que implique un mayor peso de la función asistencial de estas farmacias y de la esencial labor que realizan a la hora de garantizar la igualdad y cohesión de nuestro sistema sanitario, así como en la fijación de población en el medio rural más allá del siempre escaso número de envases que dispensen.
P.- ¿Son necesarias otro tipo de ayudas además de las económicas? ¿Cuáles?
R.- Como he comentado anteriormente, en SEFAR somos más partidarios de implementar un sistema retributivo que reconozca la labor de estas farmacias rurales mediante el pago de Servicios Profesionales Farmacéuticos (adherencia, seguimiento, cooperación con farmacia hospitalaria, guardias, etc.), así como de añadir funciones para las que estos compañeros están plenamente capacitados más que de establecer subvenciones o ayudas. En un sector como el nuestro, no entendemos la necesidad de recurrir a las subvenciones para ‘salvar’ a aquellas farmacias que, precisamente, son las que sostienen nuestro modelo. Además de las económicas, también deberían implementarse medidas que alivien la situación de precariedad personal a la que se enfrentan estos compañeros a los que se les exige, en la práctica, que ‘vivan’ en sus farmacias y ahí tienen mucho que decir y hacer, no solo la Administración, sino también nuestras instituciones representativas.
P.- ¿Aumenta el trabajo del farmacéutico rural el hecho de que cada vez haya mayor escasez de médicos en el medio rural? ¿De qué manera afectan las dificultades con las que se enfrenta el farmacéutico rural en el paciente?
R.- A día de hoy, la farmacia rural se ha convertido en un auténtico centro sociosanitario en estas pequeñas poblaciones y sus funciones van mucho más allá de la mera dispensación de medicamentos. La escasez de médicos sí que nos afecta, ya que supone una merma en la prestación sanitaria de nuestras localidades y, además, un aumento de nuestro trabajo en todo lo referente a la atención de pequeñas patologías, trámites burocráticos, hacer de nexo de comunicación médico-paciente, etc. De todas formas, esta situación añadida no hace más que visibilizar la necesidad de mantener este servicio farmacéutico a toda costa.
P.- ¿Ha supuesto la pandemia un problema añadido?
R.- Esta crisis sanitaria está suponiendo para todos una mezcla de frustración, estrés y cansancio que, en el caso de la farmacia rural, empieza a ser muy preocupante. No podemos olvidar que, en el caso de las farmacias ubicadas en las poblaciones más pequeñas, no se dispone de personal al que recurrir para establecer turnos, poder disfrutar de unos días de descanso o vacaciones, bajas por enfermedad o maternidad, etc. lo que, unido a los abusivos turnos de guardia y al papel que ha asumido la farmacia ante la ausencia de otro personal sanitario, ha desembocado en una situación cercana a la insostenibilidad.
P.- La llegada de personas a algunas zonas rurales durante la pandemia, ¿ha sido una ayuda o ha supuesto más dificultades a las farmacias rurales? ¿En qué casos?
R.- Por un lado, ha supuesto una enorme alegría, como no podía ser de otra forma en estos lugares tan azotados por la despoblación. Sin embargo, este hecho es meramente coyuntural, ya que, una vez ha pasado lo más duro de la pandemia, la mayor parte de estos pacientes han vuelto a las grandes ciudades. Sí que ha supuesto un alivio económico para estas pequeñas farmacias, aunque pasajero. Pero, al mismo tiempo, ha aumentado muchísimo la carga de trabajo, ya que, como comentaba antes, en estas farmacias es frecuente que solo trabaje el titular sin ningún tipo de ayuda.
P.- ¿Tienen más dificultades los pacientes jóvenes o los mayores a la hora de conseguir los medicamentos o productos que necesitan?
R.- En general, en España, y en concreto en el medio rural, no podemos hablar de dificultades a la hora de conseguir medicamentos o productos sanitarios más allá de problemas puntuales de desabastecimiento, sino más bien al contrario. Y me gustaría, desde aquí, alabar y agradecer la labor de nuestra distribución farmacéutica porque, en mi opinión, y junto con la farmacia rural, son la joya de la corona de nuestro modelo de prestación farmacéutica garantizando la cohesión y la calidad en el acceso al medicamento, independientemente del lugar de residencia.
P.- ¿Hay alternativas para poder dar servicio a los habitantes de la España despoblada?
R.- Alternativas siempre hay, pero ¿mejoraría o empeoraría el servicio que tienen actualmente los pacientes de las farmacias rurales? Se habla mucho de botiquines, de envío mediante drones, de farmacias itinerantes, de delivery… pero lo único cierto es que la presencia permanente de un profesional sanitario en poblaciones en las que ya no queda nada más, es un lujo del que no debemos ni podemos prescindir y que, más allá de buscar alternativas, habría que estudiar la forma de que pudiesen seguir ejerciendo su labor con unas mínimas condiciones que a día de hoy no se dan.
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