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La razón por la que tu gato no para de ‘hablar’: no es por lo que tú piensas

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Janire Manzanas
  • Janire Manzanas
  • Graduada en Marketing y experta en Marketing Digital. Redactora en OK Diario. Experta en curiosidades, mascotas, consumo y Lotería de Navidad.

Los gatos son animales fascinantes, y todos los que convivimos con ello sabemos muy bien que hay determinados aspectos que nos llaman la atención de su comportamiento y personalidad. Algunos felinos apenas «hablan», mientras que otros maúllan y ronronean constantemente para llamar nuestra atención. Al contrario de lo que muchas personas creen, no se trata de un simple capricho, sino que guarda relación con la genética y la evolución de la especie.

En primer lugar, cabe señalar que el comportamiento vocal puede variar  entre un gato y otro. Algunos son muy silenciosos y apenas notamos que están en casa, pero hay otros que no paran de «hablar» para expresar sus emociones. Etólogos y biólogos han realizado distintas investigaciones para comprender el motivo detrás de este fenómeno, y un estudio reciente apunta a un componente genético crucial.

El gen AR y la personalidad de los gatos

Un estudio internacional publicado en PLOS One ha identificado un gen que guarda relación comportamiento social de los gatos: el gen receptor de andrógenos, conocido como AR. Este gen cumple una función muy importante, ya que regula la respuesta a hormonas sexuales y, por ende, afecta a distintas características conductuales. Se encuentra en el cromosoma X y tiene un marcado polimorfismo, lo que lo hacen especialmente interesante para los científicos que estudian la conducta felina.

El gen AR y la personalidad de los gatos

El gen AR tiene una región que varía en repeticiones entre individuos. Cuando hay menos repeticiones, los gatos muestran una mayor sensibilidad a los andrógenos. En un sentido práctico, esto quiere decir que la genética determina por qué algunos felinos son más comunicativos y otros, por el contrario, más reservados.

En el estudio dirigido por Yume Okamoto, de la Universidad de Kioto, los investigadores el ADN de 280 gatos castrados, y sus cuidadores completaron cuestionarios detallados sobre ronroneo, vocalizaciones y agresividad hacia desconocidos. Los resultados fueron claros: los gatos con una versión más corta del gen AR maullaban y ronroneaban con mayor frecuencia, buscando atención y comunicándose activamente.

En machos, esta variante estaba directamente relacionada con maullidos frecuentes, mientra que las hembras se mostraban más agresivas ante la presencia de una persona extraña. Sin embargo, los gatos que tenían una versión más larga y menos activa de este gen eran más silenciosos y tenían un carácter más dócil.

Evolución y domesticación

El hallazgo de que la variante «comunicativa» del gen AR también se encuentra en felinos salvajes como el lince demuestra que la vocalización no es un rasgo exclusivo de los gatos domésticos. De hecho, su presencia sugiere que estos patrones de comportamiento vocal tienen raíces evolutivas profundas y han sido cruciales para la adaptación de la especie. En entornos urbanos, la capacidad de vocalizar de manera efectiva puede ser una ventaja para obtener comida, atención humana o evitar conflictos, reforzando la expresividad vocal en ciertos individuos.

Además, la domesticación ha jugado un papel importante. Los gatos criados selectivamente para hogares humanos tienden a presentar la versión larga del gen AR, que los hace más tranquilos y menos proclives a emitir maullidos constantes. Sin embargo, la genética no lo es todo: la socialización temprana, la experiencia con humanos y el entorno en el que se cría un gato también moldean su comportamiento vocal.

Implicaciones para el bienestar felino

Comprender estas predisposiciones genéticas influye directamente en el cuidado de los gatos. Lo felinos más vocales pueden comunicar sus emociones y necesidades mediante maullidos y ronroneos. Mientras, los gatos silenciosos podrían ocultar cuando se sienten mal, por lo que requieren que sus dueños les presenten mayor atención. Esta característica permite adaptar el entorno, creando espacios tranquilos, enriquecidos y estimulantes, y ofreciendo una atención más personalizada según la personalidad del gato.

Por ejemplo, los gatos que maúllan constantemente podrían beneficiarse de rutinas de juego regulares y comunicación constante. Los gatos silenciosos, en cambio, podrían requerir observación más atenta para detectar signos sutiles de estrés, enfermedad o aburrimiento.

En definitiva, que tu gato no deje de «hablar» no es un capricho ni una simple casualidad. Es el resultado de miles de años de evolución, selección genética y adaptación al entorno. La diversidad de personalidades felinas refleja una combinación compleja de genética, historia y contexto.

Comprender estos factores va mucho más allá de la simple curiosidad científica. Tal y como señalan los expertos, gracias a la identificación de este gen es posible mejorar la forma en que cuidamos a nuestros compañeros felinos, ofreciéndoles un hogar respetuoso con sus necesidades.

Es importante recordar que cada gato es único, y su comportamiento refleja una combinación de entorno, genética y experiencias previas. Debemos observar su forma de comunicarse con nosotros y aprender a interpretar sus patrones comunicativos para interpretar cuáles son sus emociones y necesidades en cada momento. Los gatos, con su independencia, curiosidad y capacidad de comunicación, continúan demostrando que «cada maullido tiene un propósito».

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