El incremento de precios impacta sobre la salud mental: los síntomas depresivos se triplican

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Más casos de depresión a causa de la subida de precios.

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Que el incremento de precios ha impactado sobre la salud mental, es un hecho constatable en estos momentos sobre buena parte de la población de rentas medias y bajas en nuestro país, según los últimos datos de la Oficina Nacional de Estadística. Así, se explica que la situación económica actual está erosionando la capacidad de reacción de muchas familias ante la subida de precios de productos esenciales, así como de servicios básicos como la luz, calefacción o los carburantes.

De esta manera, una de cada cuatro personas (24%) que están atravesando dificultades para poder llegar a fin de mes y pagar las facturas, entre otras, las relativas a la energía, han experimentado síntomas depresivos de moderados a graves, esto es, tres veces más que aquellos que tuvieron menos problemas a la hora de afrontar estos pagos, es decir, el 9%. Otros datos muestran que el 63% de los españoles asegura que padece «fatiga mental económica».

Hay que tener en cuenta, que la depresión es un grave trastorno que afecta al estado de ánimo del individuo y que se manifiesta a través de diversos síntomas psicológicos y somáticos. Estos se traducen en aspectos de gran peso como la tristeza, el desinterés, la pérdida de apetito, la disminución de peso corporal o largos periodos de insomnio, entre otros.

La falta de dinero o el endeudamiento puede derivar, como indican algunos marcadores, en una continúa sensación de estrés y angustia por la necesidad de poder llegar al final de mes y, en consecuencia, generar ansiedad por problemas económicos. Por este motivo, muchos profesionales de la salud mental alertan de que se debe tener en cuenta estos factores de riesgo actuales y alertar a las familias para que detecten cuanto antes conductas que puedan llevar a esta patología a muchos ciudadanos dado el contexto actual de inflación y situación económica general.

La psicóloga, Ziortza Karranza, ha asegurado que «la situación económica que viven algunas personas, el no poder cubrir las necesidades básicas, repercute de manera negativa en su psicología, ya sea a través de episodios de ansiedad, depresión o del también llamado estrés financiero».

Terapia farmacológica

Hay muchos fármacos que pueden prevenir o reducir en gran medida la ansiedad anticipatoria, la evitación fóbica y el número e intensidad de las crisis de angustia:

Antidepresivos: las distintas clases–inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS), inhibidores de la recaptación de serotonina noradrenalina (IRSN), moduladores de la serotonina, tricíclicos (ATC) e inhibidores de la monoamina oxidasa (IMAO)–tienen una eficacia similar. Sin embargo, los ISRS y los IRSN ofrecen una ventaja potencial de menos efectos adversos en comparación con otros antidepresivos. Benzodiazepinas: estos ansiolíticos actúan más rápidamente que los antidepresivos, pero tienen más probabilidad de provocar dependencia física y efectos adversos, como somnolencia, ataxia y problemas de memoria. Para algunos pacientes, el uso prolongado de benzodiazepinas es el único tratamiento eficaz. Antidepresivos más benzodiazepinas: a veces, en un inicio estos fármacos se utilizan combinados; la benzodiazepina se suspende lentamente una vez que el antidepresivo empieza a hacer efecto (aunque algunos pacientes responden sólo al tratamiento combinado). Las crisis de angustia a menudo reaparecen cuando se interrumpe el tratamiento.

Psicoterapia
Hay distintas formas de psicoterapia eficaces

El tratamiento de exposición, en el cual el paciente se enfrenta a sus miedos, ayuda a disminuir el temor y las complicaciones provocadas por una evitación derivada de éste. Por ejemplo, se pide a los pacientes que tienen miedo de desvanecerse que den vueltas en una silla o que hiperventilen hasta que se mareen o se desvanezcan, con lo que aprenden que no se desvanecerán cuando tengan ese síntoma.

La terapia cognitivo-conductual enseña a los pacientes a reconocer y controlar sus pensamientos distorsionados y sus falsas creencias y a modificar su comportamiento para que sea más adaptativo. Por ejemplo, a aquellos que describen aceleración de la frecuencia cardíaca o la sensación de disnea en algunas situaciones o lugares y temen que estén teniendo un ataque cardíaco, se les enseña lo siguiente:

No evitar esas situaciones
Comprender que sus preocupaciones son infundadas
Responder, por el contrario, con una respiración lenta y controlada o con otros métodos que favorezcan la relajación

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