Estos son los riesgos del incienso: disfunciones respiratorias, dolor de cabeza o sensibilidad cutánea
Durante la Semana Santa, la presencia del incienso es uno de los elementos claves, especialmente durante el Jueves Santo
Recientes investigaciones ponen de manifiesto posibles riesgos asociados a su quema, sobre todo para personas con asma

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El incienso, utilizado desde tiempos ancestrales en diversas culturas, ha sido valorado por sus propiedades aromáticas y su capacidad para crear ambientes propicios para la meditación y la espiritualidad.
Históricamente, el incienso, que se elabora a partir de resinas, maderas aromáticas y aceites esenciales que, al quemarse, liberan fragancias que evocan tranquilidad y reflexión, ha desempeñado un papel crucial en ceremonias religiosas y rituales en regiones como Asia, Medio Oriente y África. De hecho, durante la Semana Santa, la presencia del incienso es uno de los elementos claves, especialmente, durante el Jueves Santo.
Pero, además de su uso espiritual, también se ha empleado para purificar espacios y como repelente de insectos y, en la actualidad, se ha extendido a hogares y espacios de bienestar en todo el mundo, buscando crear atmósferas relajantes y agradables.
Sin embargo, recientes investigaciones han puesto de manifiesto posibles riesgos asociados a la quema de incienso, especialmente para personas con afecciones respiratorias como el asma. Así, por ejemplo, en un estudio presentado en la Reunión Científica Anual del Colegio Americano de Alergia, Asma e Inmunología (ACAAI) en octubre de 2024 y publicado en Science Daily se destaca el caso de una mujer de 87 años con antecedentes de asma y EPOC que experimentaba dificultad respiratoria inexplicable. Tras una evaluación detallada, se descubrió que la paciente quemaba incienso diariamente en su hogar. Al sustituir el incienso tradicional por dispositivos eléctricos, sus síntomas mejoraron notablemente.
En el documento se señala que quemar incienso plantea riesgos para la salud, incluidos dolores de cabeza, disfunción respiratoria, sensibilidad dermatológica y reacciones alérgicas. Los expertos advierten que el humo del incienso contiene compuestos como carbono, azufre, óxidos de nitrógeno, así como formaldehído y otros compuestos volátiles aromáticos policíclicos que son cancerígenos. Por cada gramo quemado, las partículas generadas por el incienso son 45 mg, frente a los 10 mg de los cigarrillos.
«Similar al humo del tabaco»
«Las personas que queman incienso pueden no darse cuenta de que los miembros de la familia, incluidos los niños, que están expuestos al humo de segunda mano, enfrentan consecuencias para la salud», constata la alergista Mary Lee-Wong, autora principal del estudio y miembro de ACAAI. «De manera similar al humo del tabaco, el humo del incienso puede permanecer en los muebles, la ropa y otros artículos, disipándose durante meses», añade.
Los autores señalan que, además de las implicaciones para la salud, la combustión de incienso contribuye a la contaminación del aire y puede suponer un riesgo de incendio. Recomiendan que, al asesorar a los pacientes que queman incienso, los profesionales sanitarios tengan en cuenta el significado sagrado de la quema de incienso, pero también reconozcan que no se pueden pasar por alto los riesgos para la salud que conlleva esta práctica.
Con todo, los investigadores concluyen que después de examinar a los pacientes para detectar el uso de incienso, los profesionales sanitarios pueden recomendar su sustitución por vapores eléctricos o aromáticos, efectos visuales simulados, una mejor ventilación y la limitación del tiempo de combustión como estrategias para mitigar los daños y mejorar los síntomas.
En conclusión, aunque el incienso tiene una rica tradición cultural y ofrece beneficios aromáticos, es fundamental ser conscientes de los posibles riesgos para la salud asociados a su uso, especialmente en individuos susceptibles. Adoptar medidas preventivas y buscar alternativas seguras puede ayudar a disfrutar de sus beneficios sin comprometer el bienestar.
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