Estos son los problemas de salud que aumentan un 19% tras un divorcio en parejas de más de 50 años
Lo primero es buscar apoyo profesional que pueda ofrecer herramientas para manejar la ansiedad, la tristeza o la sobrecarga emocional

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Un estudio de la Universidad de Alicante y la Università di Roma Tor Vergata confirma el incremento de la probabilidad de divorcio del 19% entre la población mayor de 50 años como consecuencia de un problema de salud en alguno de los miembros de la pareja.
Esta investigación, realizada por Javier Adrián López y Anna Sanz de Galdeano del Departamento de Fundamentos de Análisis Económicos (FAE) de la Facultad de Ciencias Económicas de la UA, junto a Daniela Vuri, de la Univesità di Tor Vergata, trata de analizar el incremento de los divorcios entre las parejas que superan esa edad, un fenómeno al alza en España y en el resto de las sociedades occidentales, según ha informado la institución académica en un comunicado,
El estudio trata de hallar las causas de los nuevos casos de divorcios en edades maduras y qué elementos influyen en este comportamiento social y apunta que hay una «relación directa» entre salud y estabilidad familiar en las etapas finales de la vida, y un «fuerte impacto» en la continuidad de la relación matrimonial.
En este sentido, señala que los episodios de crisis de salud es uno de los elementos que condicionan esta situación y que sufrir un problema de salud «aumenta significativamente la probabilidad de disolución de la pareja en aproximadamente un 19% de la prevalencia media del divorcio». Este efecto se intensifica «gradualmente» con el tiempo, en lugar de aparecer inmediatamente después del evento adverso de salud.
Además, según el trabajo de López, Sanz de Galdeano y Vuri son «varios los mecanismos a través de los cuales las crisis de salud pueden influir en el divorcio», y se centran en tres posibles canales: la salud mental, el deterioro cognitivo y las dificultades económicas. Los investigadores afirman que sus hallazgos «sugieren que los tres mecanismos probablemente desempeñan un papel en la mediación de la relación entre las crisis de salud y el aumento de la probabilidad de divorcio».
Deterioro cognitivo
Además, los especialistas recuerdan que un divorcio puede actuar como un potente estresor que afecta directamente a la salud mental. La ruptura suele ir acompañada de ansiedad, insomnio, aislamiento social y episodios depresivos que, mantenidos en el tiempo, pueden acelerar el deterioro cognitivo. La carga emocional, la incertidumbre económica y la reorganización de la vida diaria generan un nivel de estrés sostenido que impacta en la memoria, la concentración y la capacidad de toma de decisiones, especialmente en personas vulnerables o con problemas previos de salud.
¿Qué hacer?
Cuando un proceso de divorcio empieza a pasar factura a la salud mental, los expertos recomiendan actuar cuanto antes. Lo primero es buscar apoyo profesional, ya sea un psicólogo o un psiquiatra, que pueda ofrecer herramientas para manejar la ansiedad, la tristeza o la sobrecarga emocional. También es fundamental mantener una rutina estable, con horarios de sueño regulares, alimentación equilibrada y actividad física, porque estos hábitos protegen tanto el ánimo como el rendimiento cognitivo.
Otro paso importante es reforzar la red social: hablar con familiares y amigos de confianza reduce la sensación de soledad y ayuda a aliviar el estrés. Si la ruptura incluye conflictos continuados, acudir a mediación familiar puede evitar un desgaste prolongado. Finalmente, conviene practicar técnicas de regulación emocional —como respiración profunda, mindfulness o escritura terapéutica— que han demostrado mejorar la claridad mental.