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La combinación de fármacos que reduce la mortalidad por COVID-19

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Sara Caro
  • Sara Caro
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Un ensayo clínico realizado en el Reino Unido ha detectado el segundo tratamiento capaz de salvar vidas de enfermos afectados por la COVID-19. Los responsables del ensayo, denominado como Recovery, acaban de anunciar que el fármaco reduce un 4% la mortalidad de las personas que se encuentran ingresadas con infecciones graves.

En un principio, la efectividad del medicamento puede parecer reducida, pero si se administra junto a la dexametasona, un corticoide que consigue reducir la inflamación, la mortalidad de los pacientes se puede ver reducida un tercio. En los casos más graves incluso en un 50%.

Este medicamento, llamado tocilizumab, es un anticuerpo monoclonal que se aprobó para tratar la artritis reumatoide, una enfermedad que causa la inflamación de las articulaciones, aunque hasta ahora no había mostrado demasiados efectos contra la COVID-19.

«Ahora sabemos que este medicamento ayuda a todos los enfermos con niveles bajos de oxígeno y que ya sufren una inflamación avanzada», ha explicado Peter Horby, experto en enfermedades emergentes de la Universidad de Oxford. «El impacto combinado de la dexametasona y el tocilizumab es impresionante y muy bienvenido», ha añadido el médico en el comunicado.

Este ensayo lleva ya algún tiempo buscando nuevos tratamientos para la enfermedad que se asocia con el SARS-CoV-2. En este estudio se realizó el seguimiento de más de 2.000 pacientes que habían recibido el fármaco. La mortalidad de redujo en un 4% en términos absolutos en el grupo que recibió el anticuerpo monoclonal. Esto quiere decir que por cada 25 pacientes tratados se consiguió salvar una vida.

El medicamento, además, también aumenta en un 7% la probabilidad de un enfermo de salir con vida del hospital. Estos efectos además se ven tanto en los pacientes menos graves que solo requieren oxígeno con mascarilla como en los que necesitan un respirador mecánico en la UCI. La combinación de este fármaco con dexametasona ha demostrado en este estudio que la mortalidad de los pacientes del primer grupo en un 30% y en casi un 50% en los ingresados en UCI.

Los responsables del ensayo, hasta ahora, no han publicado los datos completos del estudio que han realizado, pero esperan hacerlo durante los próximos días, según han informado desde la Universidad de Oxford. Otro ensayo realizado con anterioridad con este mismo fármaco también demostró una reducción de la mortalidad de un 8% de los pacientes que habían sido ingresados en la UCI.

«Tocilizumab es el anticuerpo monoclonal por ahora más efectivo para tratar las tormentas de citoquinas (esa producción descontrolada de proteínas inflamatorias que sufren los pacientes graves)”, resalta Marcos López Hoyos, presidente de la Sociedad Española de Inmunología. «El beneficio es modesto, pero dadas las pocas herramientas terapéuticas de las que disponemos este es un fármaco que hay que usar en este contexto», añade.

Eso sí, a pesar de que es una de los pocos tratamientos que se han propuesto, el tocilizumab no evita la tormenta de citoquinas. Lo que hace es unirse a las células usando el mismo puerto de entrada que usa una de las citoquinas responsables de la enfermedad grave: la interleucina 6. Esta es una de las proteínas inflamatorias más abundante en los enfermos graves. De esta forma, aunque un paciente produzca mucha proteína, su efecto queda bloqueado por el fármaco. La interleucina no puede unirse a las células del sistema inmune innato, la primera línea defensiva del organismo ante infecciones, para fomentar la inflamación.

«Una reducción de mortalidad asociada a cualquier fármaco es muy buena noticia porque apenas tenemos nada», resalta Jesús Sierra, coordinador del registro de la Sociedad Española de Farmacia Hospitalaria (SEFH), una base de datos de 16.000 pacientes para identificar fármacos asociados a una menor mortalidad por COVID-19.

Los anticuerpos monoclonales son los fármacos más caros del mundo, pero el tratamiento con tocilizumab tiene un precio relativamente bajo, de entre 850 y 1.200 euros dependiendo del peso del paciente, explica Sierra. Si todos los enfermos graves comienzan a recibir el fármaco cada vida salvada costaría unos 28.000 euros.

La dexametasona, que hasta hoy era el único tratamiento que había demostrado salvar vidas en pacientes de COVID-19, es un corticoide muy barato que por sí solo puede evitar una de cada ocho muertes entre los pacientes más graves y una vida de cada 25 entre aquellos que reciben oxígeno, según los datos del propio ensayo Recovery.

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