Sílvia Orriols, a la vera de Sánchez

Orriols

Se está quedando bonita la coalición progresista que sustenta a Pedro Sánchez con un Junts al que solo le falta pedir las competencias para construir campos de reeducación para inmigrantes que no sepan catalán. Vale que el PSOE no tiene ningún tipo de principios, y que solo le guía el mantenerse en el poder, pero los precedentes que está creando los va a acabar pagando en el futuro. Aunque si sigue sumando apoyos, igual Sánchez nos retira a todos. Desde luego, va camino de ello.

Estoy deseando que llegue el día que Sánchez, o Salvador Illa, necesite los votos de Sílvia Orriols y los socialistas incorporen a Aliança Catalana a la coalición progresista. Esto lo veremos con estos ojitos que se han de comer la tierra. Si ya forman parte el PNV y Junts, los dos partidos más reaccionarios del Congreso de los Diputados, a Orriols solo le falta conseguir escaños en unas elecciones generales para que Patxi López empiece a defenderla en público y en privado. Ese día la entrevistarán con gran cariño en el (los) programa(s) que tengan Xabier Fortes y Silvia Intxaurrondo. Y si saca algún disco de poemas en catalán, hasta en La revuelta David Broncano le hará la ola.

Si Sánchez acepta el programa de inmigración de Junts, es como si aceptara el de Orriols. Así que la diferencia entre Puigdemont y la líder de Aliança Catalana es que sus escaños en el Parlament no son decisivos para Illa, y que no tiene diputados en el Congreso. Cuando consiga más apoyo electoral – que lo hará dada la regresión continua que sufre Cataluña gracias a las políticas identitarias de PSC y ERC – será cuestión de tiempo que Orriols reciba una llamada de Santos Cerdán, o el que sea el palanganero del PSOE en ese momento. Y ya la tendremos instalada en el Olimpo del progresismo.

No es broma. La Delegación del Gobierno en Cataluña, que dirige el PSC, permite que centenares de ayuntamientos incumplan la Ley de Banderas, y tienen que ser entidades cívicas, como Impulso Ciudadano, las que lleven a la Justicia estas vulneraciones de la legalidad. Docenas de ayuntamientos del PSC – como el de Barcelona – apenas usan el español en rótulos y carteles, y piden requisitos de catalán desproporcionados para acceder a un empleo público. Y han de ser asociaciones como Convivencia Cívica Catalana los que lleven estos abusos ante la Justicia.

Si los socialistas son los primeros que no cumplen la ley, o no respetan los derechos lingüísticos de los castellanoparlantes, ¿qué les impide aceptar los postulados de Silvia Orriols si necesitan sus votos? Nada. Ni siquiera la posibilidad de que haya un veto por parte de los Comunes, porque Sumar, plataforma de la que forma parte, no ha roto sus acuerdos con Sánchez por aceptar los postulados antiinmigración de Junts. Ahí siguen gobernando, con Ernest Urtasun luciendo palmito en el Ministerio de Cultura. Ya se inventarán los de Ada Colau que un abuelo de Orriols fue miliciano de la FAI en la Guerra Civil o que una bisabuela suya – a la que bautizarán como la pasionaria de Ripoll – se fue a Rusia para apoyar la Revolución de Octubre de Lenin.

Orriols es la versión aguerrida de Junts. Es lo que sus dirigentes, militantes y votantes querrían ser cuando quieran dejar de disimular y les salga la Marta Ferrusola que llevan dentro. Y si el PSOE la necesita, la intentará comprar. Y, posiblemente, lo consiga, dado que en la política catalana manda el no n’hi ha un pam de net. O, lo que es lo mismo, no hay trigo limpio.

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