Si de verdad Sánchez quiere ayudar a Felipe VI, que meta en cintura a su Gobierno

Si Sánchez quiere ayudar a Felipe VI, que meta en cintura a su Gobierno
Si Sánchez quiere ayudar a Felipe VI, que meta en cintura a su Gobierno

La parte socialista del Gobierno, con Pedro Sánchez a la cabeza, ha presumido siempre de lealtad a la Corona y de reafirmar con actos su compromiso con el pacto constitucional que propició el régimen del 78. Pero una cosa es prometer y otra dar trigo. Lo que no se puede es soplar y sorber a la vez. Ya está bien que el Ejecutivo se dedique a filtrar sus exigencias a Zarzuela en relación con el Rey emérito, erigiéndose en estricto guardián del jefe del Estado. Que nadie se confunda. Una cosa es que Juan Carlos merezca el reproche ético por sus escándalos y otra, bien distinta, que Sánchez trate de marcarle el camino a seguir a Felipe VI como si este tuviera que atenerse al guión del Gobierno.

Si es verdad que Sánchez está dispuesto a preservar la Monarquía parlamentaria, en lugar de presumir de ser el guardián de la Corona, lo que tendría que exigirles a sus socios de Gobierno es un comportamiento mínimamente digno al referirse a la institución monárquica. Y no porque Podemos no tenga derecho a expresar su compromiso republicano, sino porque por una elemental cuestión de lealtad institucional, el presidente del Gobierno debería obligar a sus ministros a mostrarse con la compostura y dignidad que obliga su presencia en el Ejecutivo de España.

Lo que es evidente es que Podemos está utilizando de forma artera los escándalos del emérito para debilitar al actual jefe del Estado. Para que Sánchez pueda resultar creíble debería ayudar a Felipe VI a reconducir la compleja situación actual sin añadir más presiones y, por supuesto, no tratando de pescar en río revuelto. Y da la sensación de que lo que está haciendo Sánchez es eso: representar el papel de «poli bueno» y defendiendo con la boca pequeña la Monarquía que encarna Felipe VI, pero, a la vez, privando al jefe del Estado del margen de autonomía necesario para encauzar la situación y dejando que sus socios de Gobierno cumplan, a base de insultos, el papel de «poli malo».

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