Santi Vila, ¿un héroe de la retirada?

Santi Vila, ¿un héroe de la retirada?

Mi querida amiga Laura Fábregas le ha hecho una entrevista a Santi Vila en otra publicación que me parece que vale la pena comentar por ser las respuestas del ex -político muy ilustrativas. No me cansaré de analizar para ustedes, que quizá no dominen todas las claves y trucos de estos oportunistas, declaraciones que se pretenden llenas de sentido común y afán de corregir errores. Y que conste que no llamo a Santi Vila “oportunista” porque no haya demostrado una pureza de convicciones indeformable hasta el martirio. No me importa nada y, en todo caso me alegra de que soliviante a los davidianos con su sentido tan afortunado de guardar la ropa. Y oportunistas lo son la mayor parte de los políticos, pero los menos valientes de su categoría son más seguros para la tranquilidad de una sociedad harta de sonados dispuestos a todo.

Lo hago para que vean lo que una catalana lee entre las líneas de esas declaraciones porque en el resto de España ha habido dos posturas ante el nacionalismo catalán y ambas erróneas. La de la “derecha” tendía a desconfiar de las intenciones de los líderes nacionalistas, pero luego pactaba con ellos y era cómplice de muchas cesiones incalificables. Luego tenemos a los “progres”, la izquierda, que, abocada irresistiblemente a hacer lo contrario de la derecha sea lo que sea, necesita por varias razones creer en las buenas (aunque difíciles de encontrar) intenciones de los nacionalistas.

Santi Vila acaba de publicar el libro Vencer y convencer (Península) en el que aporta su «decálogo» infalible para volver al sueldo público. No, perdón, para revertir este desgraciado procés que tanto daño nos causa.  Fue de los primeros en bajarse del carro del 1-O abandonando el Govern de Puigdemont el día antes de que se proclamara la independencia en el Parlament. El ser un “renegado”, a ojos de los más extremistas, le ha valido, entre otros daños merecidos, que la llamada Caixa de Solidaritat, ANC y Òmnium Cultural le hayan excluido de sus recolectas para pagar las fianzas y multas

Vayamos otra vez a sus declaraciones. Su frase estrella es: «Hay que dejarse de carnés de patriota catalán, pero los presos deben salir». Para empezar, aunque no esté de acuerdo con esos carnés tan poco inclusivos y le honre, dice esta frase: «Si Cataluña vota el acuerdo que surja de la mesa de negociación se superará el conflicto». Y nos salta a la cara que siguen erre que erre. Continúa hablando de “Cataluña” cuando se refiere a los independentistas, no a los catalanes. Porque quienes no lo somos no queremos ninguna “mesa de negociación” porque no creemos que exista un “conflicto” entre Cataluña y España. ¿Hasta cuándo tendremos que decirlo? Mi amigo Miquel Giménez, que conoce el paño, hay titulado su artículo de hoy como “No es la mesa, es el sillón”. ¿Lo entienden?

Y tenemos ese calificativo de “héroe de la retirada”, que no le incomoda nada. Y asegura: “Yo no hablaría de retirada, sino de conciliación. Y necesitamos muchos abanderados de la reconciliación y de la apuesta renovada de una política más ajustada al pragmatismo, a lo posible y que sin renunciar a sueños se vincule a lo concreto.”

Es bonito que un independentista hable de “reconciliación”. Pero ¿quién tiene que ofrecer esta reconciliación? ¿El gobierno? ¿Ese que somos todos hasta yo? Porque sería el colmo que nos tocase reconciliarnos a las víctimas, a los que sufrimos el golpe de estado, la huída de empresas y los contenedores ardiendo debajo de nuestras ventanas durante largas semanas. ¿Dónde está la reconciliación? Porque aquí nadie nos ha pedido perdón. Incluso los que salen de las cárceles alardean de que lo volverán a hacer. Y Santi Vila, ese héroe, tampoco nos pide, ya no perdón, sino una sencilla disculpa. Estamos aquí para aguantarles sus caprichos, sus ensoñaciones y, encima, ponerles la cartera.

Y hasta aquí les analizo, pero la entrevista tiene más detalles jugosos. Mi consejo: no se fíen.

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