Sánchez alimentó al monstruo

Sánchez alimentó al monstruo

Las elecciones autonómicas celebradas en el País Vasco tienen un protagonista singular aunque no acaparé portadas ni tenga voz propia: casi uno de cada dos vascos decidió no ir a votar y la abstención alcanzó el 47,14%, un 7,16% más que en el año 2016. Habrá quien pretenda explicar el hecho por la situación sanitaria, por el miedo al contagio… Pero no es así, pues en el mismo día se celebraron elecciones en Galicia y allí el comportamiento no fue en modo alguno equiparable. A mi juicio la desmovilización vasca tiene que ver más con el desapego o el hartazgo que con la Covid19. Pero tiempo habrá  para extraer las conclusiones y conocer los motivos de esta enorme abstención que sin duda fue una de las malas noticias de la noche de ayer.

El otro protagonista de la jornada electoral vasca, la otra mala noticia, es el inapelable triunfo de Bildu. El partido heredero y prescriptor de ETA es el único partido que ha crecido en Euskadi en número de votos y en número de escaños. El PNV ha ganado tres escaños y el PSE 1, pero ambos han bajado en número de votos. Bildu obtuvo 225.179 votos y 18 diputados en 2016 y cuatro años más tarde los herederos de ETA han obtenido 248.688 votos y 22 escaños, cuatro diputados y 23.516 votos más.  La conclusión no puede ser más desoladora para cualquier demócrata: en cuatro años ha crecido en términos absolutos el número de vascos que han premiado al partido de Otegi por los homenajes a los asesinos de ETA, por sus insultos a las victimas, por el desprecio a las libertades, por el acoso a los constitucionalistas, por su decidida apuesta por la ruptura del marco constitucional y de la convivencia, por parasitar Navarra y sus instituciones, por su orgullosa reivindicación de la historia de ETA …

Ciertamente que Otegi no hubiera conseguido ese éxito sin la complicidad de Sánchez. El “mérito” de  sumar vascos a la causa de los criminales y del terror está directamente relacionado con la voluntad de Sánchez de lavar la historia de ETA y de todos sus prescriptores. Sánchez ha alimentado el monstruo de forma sistemática y cuidadosa desde que buscó su apoyo para ganar la moción de censura y llegar al Gobierno. Espero que a estas alturas nadie dude de que esa decisión de Sánchez de romper los límites y las líneas rojas y pactar con los terroristas como si fueran una fuerza política más  no fue una decisión táctica sino estratégica. Sánchez los eligió como compañeros de viaje porque con ellos se siente cómodo, son muy como él: los Bildu etarras no tienen prejuicios, ni empatía, ni escrúpulos, ni propósito de la enmienda. Sánchez se sintió tan cómodo con esa alianza macabra que no dudó en traspasar otra histórica línea roja del PSOE y entregó a Otegi las llaves del Gobierno de Navarra. Después vendrían sus pactos parlamentarios para conseguir que la marca de ETA apoyara la coalición tóxica con Iglesias; los continuos piropos a Otegi y a los suyos (son “una formación de izquierdas”, diría la Vicepresidenta Carmen Calvo para explicar su alianza con los testaferros de ETA), el blanqueamiento de su historia y por tanto de la de ETA, los almuerzos de Navidad con luz y taquígrafos entre la líder del PSE y Otegi, los pactos en plena crisis de la COVID19, (recuerden que el PSOE firmó con Bildu la derogación de la reforma laboral para conseguir su abstención en la prórroga del estado de alarma), el trato deferente en todos los debates parlamentarios…

El monstruo ha crecido no solo ni principalmente como consecuencia del hundimiento de Podemos en el País Vasco sino porque el impostor que vive en la Moncloa lo ha alimentado a sabiendas. El monstruo ha crecido porque Sánchez lo ha situado como un referente “de izquierdas” homologable con cualquier otro partido político de tradición democrática; el monstruo ha crecido porque Sánchez lo necesita para liquidar el sistema del 78 y  para consumar esa segunda Transición que inició Zapatero en la que los referentes son los nacionalistas y los separatistas, ya sea los que tienen manchadas las manos de sangre como los que no.

Se equivocarán quienes piensen que Sánchez está disgustado porque los votos de Podemos no hayan pasado directamente al PSOE pues la apuesta de Sánchez por los golpistas y por los terroristas es estratégica y no únicamente táctica. Él nunca pretendió moderar a Iglesias con la coalición sino radicalizar al Gobierno de España. La opción vital de Sánchez es alimentar los extremos y favorecer el crecimiento de las fuerzas radicales y antisistema. El retroceso de la moderación y el constitucionalismo, particularmente en el País Vasco, representa el éxito de la apuesta de Sánchez por romper la unidad y la cohesión entre españoles.

Vienen tiempos muy difíciles para nuestro país porque ese gran impostor que vive en la Moncloa está empeñado en pasar a la historia aunque sea como el Presidente más indigno del Gobierno de España. Sánchez se ha convertido en un riesgo para la seguridad nacional y ha alcanzado un gran éxito blanqueando a los terroristas y a los enemigos de la España constitucional y democrática. La gente decente nunca podrá perdonarle.

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