Con la salud no puede haber chapuzas
Cuando una empresa farmacéutica se ve envuelta en un corto periodo de tiempo -seis años- en dos irregularidades que afectan a la salud de los consumidores, ello es prueba inequívoca de que hay algo dentro de la compañía que se está haciendo mal, muy mal. En lo que respecta a Farma-Quimica Sur SL–la empresa en cuestión– hay un patrón de conducta muy similar; en ambos casos –el de 2013 y el de este mismo verano– constatamos incumplimientos básicos en la elaboración de sus productos. La diferencia es que mientras en el año de 2013 la alerta emitida por el Ministerio de Sanidad actuó a tiempo, ahora, en 2019, los errores farmacológicos han provocado el síndrome del hombre lobo en 17 niños y bebés. Hemos visto en todos los medios de comunicación que, en vez de curar sus reflujos gástricos, un exceso de vello ha crecido en la piel de los niños afectados.
A este escándalo se añade otro, igual de reciente, que ha sacudido a la opinión pública española; nos referimos a la empresa que comercializaba carne mechada con listeriosis. Magrudis, la compañía que está protagonizando este segundo escándalo, trabajó durante cinco años sin tener licencia de actividad. Este ha sido un caso muchos más grave porque por el momento ya han fallecido tres personas debido a su infección por la listeria, y son más de 203 los casos confirmados con distinta gravedad.
La legislación española en materia sanitaria cumple con todos los estándares europeos, pero sabiendo que dentro de la lógica del mercado siempre habrá individuos y organizaciones que quieran volar por debajo del radar, ampliar el rigor en este terreno no parece que signifique una extralimitación, máxime cuando la coincidencia en el tiempo de escándalos que guardan ciertas concordancias puede indicar que dentro del sector alimentario y farmacéutico no todo el monte es orégano.