¿Qué ha pasado con el toreo cómico en España?

toreo cómico, Paula Ciordia
Paula Ciordia

Esta semana, el toreo cómico en España está de celebración. El juzgado de Málaga ha fallado una sentencia histórica a favor del derecho de estos profesionales a desempeñar su trabajo amparados en la Constitución y en el reglamento taurino.

La Delegación de Gobierno malagueño ha sido condenada por negarse a autorizar un festejo en Cortes de la Frontera este pasado agosto, y tendrá que pagar una indemnización tanto a la empresa de la plaza de toros (África Taurina), como a Diversiones en el Ruedo. Que tomen nota este año todos, porque la sentencia marca un punto de inflexión.

Estos artistas llevan demasiadas décadas sufriendo el boicot de colectivos de izquierda y maricomplejines de derecha. Todos juntos han llevado a la quiebra a la mayoría de estas compañías, porque apenas hay ayuntamientos o empresarios que se atrevan a contratarles por miedo a la presión mediática.

Sin ir más lejos, en España, la única ciudad que contrata este tipo de espectáculos, como el de Popeye y los enanitos toreros, es Teruel. Las demás localidades son pueblos, pese a que allá donde las compañías de toreo cómico van, la plaza se llena de niños y cuelgan el no hay billetes.

Es esto lo que no soportan las hordas antitaurinas. Que los niños naturalicen al toro, al toreo, y lo hagan desde la risa. Todos sabemos que en los jóvenes está el futuro de la fiesta, y los aficionados (muy tontos) hemos estado permitiendo que nos los roben.

Por otro lado, hoy no se comprende la importancia del toreo cómico en la tauromaquia y su influencia en el toreo serio. Lamentablemente, el toreo cómico ha perdido su parte seria, nuevamente por la inquina de los fuckers a sueldo que han ido transformado a golpe de reglamentos esta disciplina.

Joselito el Gallo, Manolete, Espartaco, son figuras del toreo que se fraguaron en las cuadrillas cómicas. ¿Por qué? Porque el espectáculo tenía una parte seria donde se mataba un becerro, que hoy no se permite. Esto hacía que la función fuera muy sugerente para el público más joven que, por cierto, solía ir de la mano de su abuelo.

Primero, el niño espectador se aproximaba a la muerte desde muy pequeño y entendía que ésta formaba parte de la vida.

Segundo, el aprendiz de torero aprendía que el artista debe conectar con el público y, por ende, que el arte de la espontaneidad y la improvisación es vital en el ruedo. Además, de manera innata desarrollaban una predisposición para la alegría, para levantar el ánimo y poner la plaza bocabajo en un ademán de chulería con gracia. Pues los pequeños detalles son la estela de los grandes pases.

Los muchachos ahora que se curten en escuelas taurinas son excesivamente serios. También las remesas más jóvenes de figuras del toreo. Los pases, las suertes, son cada vez menos graciosas. Ya no hay galleos. No hay piques entre ellos en los quites. No hay interacción y, entre los múltiples factores que explican estas pérdidas, el haber dado la espalda al toreo cómico explica alguna de ellas.

Casualmente sólo hay dos maestros vigentes, Morante de la Puebla y Antonio Ferrera, que exhiben en su tauromaquia el concepto añejo de la gracia. Es más, hasta en sus vestidos de torear, en su manera de llegar a la plaza, se diferencian del resto.

Morante es el gran defensor serio del toreo cómico, y ha hecho de la Puebla del Río un refugio del arte popular. El maestro, admirador de Joselito el Gallo, está dejando un legado vivo tanto fuera como dentro del ruedo. Nuestro tiempo sin Morante no sería el mismo, y además sería peor. Os necesitamos a ambos, maestros.

Por otro lado, las hordas comunistas que aspiran a colectivizar y victimizar a la sociedad no pueden tolerar que una persona con acondroplasia viva sin depender de papá Estado.

Las personas de talla baja se ganan el pan por méritos propios. ¿Qué tiene que importarle a nadie si son bajitos de estatura o si los brazos son pequeños o si la frente es más ancha? Son artistas ¿entienden?

¿Por qué tienen que soportar nuestro paternalismo soberbio y escucharse que no está bien que sean artistas, que no pueden hacer reír o que no pueden torear? A ver si se les encasqueta en la cabeza a todo el mundo que la risa es la puerta de la libertad, y que todos aquellos que intentan censurarla lo que persiguen es esclavizar nuestra mente. Ojalá recuerden estas palabras.

Si tienen ocasión vayan a ver un espectáculo cómico este año, y si tienen en la mano organizarlo, anímense. Es más, sería interesantísimo que en las escuelas se hiciera pedagogía del humor e invitaran alguna vez a estos toreros para que les explicaran cómo se enfrentan a un toro en la plaza. Me preocupa ver limpiándose en exceso las zapatillas de polvo a algunos novilleros sin picadores o verlos toquitearse el flequillo a lo Elvis (doy fe).

De nada sirve que nos quejemos que no nos respetan nuestros contrarios cuando entre nosotros no nos damos valor. Estas cuadrillas cómicas necesitan nuestra ayuda y nos la están pidiendo. Tendámosle las manos, porque nos daremos cuenta que nos necesitamos mutuamente.

Lo último en Opinión

Últimas noticias