Peor que Chamberlain

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“Habéis aceptado la humillación para salvar la paz; conservaréis la humillación, pero tendréis la guerra”, con estas palabras Winston Churchill echaba en cara a Neville Chamberlain el error histórico de fiar a las políticas de apaciguamiento la paz con Alemania. Los acuerdos de Munich lejos de moderar las aspiraciones nacionalistas de Hitler, se constituyeron como el preámbulo de la II Guerra Mundial que estallaría apenas un año después. El buenismo político de Chamberlain afianzó a Hitler y agigantó su poder.

Ya en el siglo XXI, la Unión de Repúblicas Ibéricas (que es hacia donde se dirige inexorablemente España) tendrá también, en la figura de Pedro Sánchez, a su propio Chamberlain. La legitimación del separatismo que está acometiendo amplificará la fuerza ´G´ de las maniobras de desconexión. Ayer el eterno candidato a la presidencia del Gobierno compareció ante los medios de comunicación en forma de holograma–admitió sólo dos preguntas y no respondió a ninguna– para solemnizar sobre vacuidades. De lo importante, nada; de la letra pequeña de sus negociaciones con el independentismo, balones fuera.

Cada día alumbra una nueva humillación a España mientras gana tiempo para disfrazar de constitucionalista un acuerdo que sentará las bases para el desmembramiento nacional. En su última performance ha rebajado el estatus de los presidentes autonómicos a simples guiñoles de Puigdemont, ha utilizado la presidencia del gobierno de España para obligar a los máximos responsables territoriales a que hagan bulto, como meros extras, para que Torra pase desapercibido. Hay quienes confían aun en un giro de los acontecimientos, en una catarsis sanchista. No lo esperen. Sánchez humilla a España para encumbrarse él.

“Nunca se rindan, nunca cedan, nunca, nunca, nunca, en nada grande o pequeño, nunca cedan salvo por las convicciones del honor y el buen sentido. Nunca cedan a la fuerza; nunca cedan al aparentemente abrumador poderío del enemigo” dijo Churchill. Pero, para eso, es indispensable tener buen sentido y honor.

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