Pedro Sánchez: este muerto está muy vivo

Pedro Sánchez: este muerto está muy vivo

Pedro Sánchez sigue vivo. Es más, quizás ahora sea cuando más vivo está —políticamente hablando, entiéndame—. Estoy segura de que cuando se orquestó toda la campaña para «poner» a este chico alto, guapo, y prácticamente desconocido al frente del partido, los que le auparon —haciendo todo tipo de artimañas— pensaban que sería una pieza útil para poder moverse mientras tanto y ganar tiempo. Causaba mucho recelo Edu Madina porque les podía salir por cualquier lado. Al fin y al cabo, la trayectoria política del vasco tenía un largo recorrido: experiencia, ideas y discurso además de un amplio reconocimiento social. En cuanto tantearon a Madina y éste dejó claros sus límites entendieron que no servía como «chico de los recados» y, tras darle palmas para que se presentase, le pusieron todas las zancadillas posibles.

Sánchez, por su parte, no tenía en un principio intención de postularse. Es más, fuentes muy fiables ya me contaban en aquel momento que se ofreció para formar parte del equipo de Chacón, cuando todo el mundo pensaba que la catalana volvería a presentarse después de la durísima contienda con Rubalcaba. Sin embargo, en aquel momento se buscaba alguien que plantase cara a Madina. Pronto detectaron en Sánchez un perfil interesante que podía venderse con facilidad —buscaron a otros, pero éstos no estaban dispuestos a meterse en semejante batalla—.

Fue así como se construyó el perfil de Sánchez. De la noche a la mañana, con una buena campaña mediática y sus dotes para ella, se posicionó enseguida como uno de los preferidos por la mayoría de los «jefes» del partido y en la calle su llegada fue muy bien recibida. Sin duda, su imagen jugaba a su favor: padre de familia, sonriente, deportista y nada radical en sus planteamientos. Algo fresco y nuevo. Nada más llegar se dejó llevar y poco a poco fue tomando el mando de la dirección, plantando cara a quienes creían que no era más que un personaje teledirigido. Les salió contestón y Pedro comenzó a funcionar con su propia autonomía. Hasta el punto en el que los que hicieron todo lo posible por llevarle al estrellato ahora hacen lo imposible por estrellarle. Pero resulta que no consiguen hacerse con él.

El juego de usar a la militancia que tan bien les vino para quitarse del medio a Madina ahora es precisamente el que Sánchez utiliza para que no le quiten del medio a él. Ver para creer. Y qué quiere usted que yo le diga: tiene todo esto, a parte del tufo a podrido del PSOE, una cierta justicia poética. Pedro, si tiene que morir, lo hará llevándose por delante lo que haga falta. Y merecido lo tienen los que han hecho del partido un lugar de oscuras venganzas, manejos y mentiras. Esta es la razón por la que ese chico guapo está ahora consiguiendo postularse como un político que, aunque sea justo antes de que le den la estocada, está demostrando tener agallas.

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