O la derecha se une o tardará muchos años en volver al poder

O la derecha se une o tardará muchos años en volver al poder

Los datos de la jornada electoral son tan elocuentes que su exposición bastaría para transmitir el mensaje de este editorial. La derecha –PP, C’s, Vox y Navarra Suma– ha sacado 11.276.920 votos y 149 diputados; la izquierda –PSOE y UP–, 11.213.684 votos y 165 diputados. Ha ganado la derecha en votos, pero con diferencia mínima, de 63.236 papeletas. Sin embargo, la separación entre bloques, traducida a escaños, es de 16 diputados en favor de la izquierda. De estas cifras extraemos tres conclusiones:

1.- La división política del espectro sociológico que va del centro a la derecha penaliza a este bloque. Cuando no hay unidad sino fraccionamiento y cuando, fruto de esta división, los distintos grupos compiten por ver quién tiene mayor grado de pureza ideológica; entonces el flanco del centro queda descuidado, lo ocupa la izquierda y los zurdos ganan las elecciones.

2.- Si la derecha realiza un outing ideológico, la izquierda toca a rebato y, choque por choque, los de izquierdas son más, porque cuentan con el suplemento de los independentistas, que también se movilizan. Con respecto a 2016 han subido PNV, Bildu, ERC, a lo que se añaden los aceptables resultados de Junts per Catalunya, Compromís y En Comú Podem. La polarización sobre un eje ideológico en España continúa beneficiando a la izquierda y a los independentistas.

3.- La estrategia que llevó a José María Aznar y a Mariano Rajoy al poder continúa siendo esencialmente válida: Todas las sensibilidades ideológicas que están a la derecha del PSOE primero han de estar unidas políticamente y, sin perder esta previa unidad, acto seguido deben realizar un discurso moderado, que trabaje la zona centro del voto. Es decir, puño de hierro –unidad ideológica y disciplina política– en guante de seda –discurso contenido, que bascule sobre el eje moderación/radicalidad–. La mayor ventana de oportunidad que tiene la derecha para volver al poder –quizás no la única, pero sí con diferencia la más asequible– emerge cuando la izquierda lleva un tiempo pernoctando en La Moncloa y el desgaste de su acción de gobierno hace que una parte de su electorado, por el desencanto, se desmovilice.

La política eficaz –eficaz y, por ello, exitosa– se implementa sometiendo los egos bajo parámetros racionales y constructivos; sabiendo distinguir los discursos culturales, que en abstracto son legítimos y en ocasiones hasta positivos, de las estrategias políticas. Dar rienda suelta a la expresividad y a las pasiones es una actitud provechosa si estamos en un taller de artes plásticas; igualmente, el tacticismo cortoplacista puede resultar la actitud correcta para un vendedor de coches usados; pero ante una izquierda tan astuta y callosa como la española, el tiempo que tarde la derecha en asumir los tres puntos señalados más arriba será tiempo ganado por el PSOE para continuar en el poder. Toca resistir en los cuarteles de invierno –ni Aznar ni Rajoy llegaron al poder al primer intento–, toca unir a la derecha bajo un gran partido con cuadros y homogénea implantación territorial y, probablemente, toca esperar a la próxima crisis económica –que vendrá muy pronto. Lo demás son juegos florales. Concepto clave: el quid para el éxito de derecha española no es tanto Programa, Programa, Programa como Unidad, Unidad, Unidad.

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