No perder de vista, ni un segundo, a Conde-Pumpido

Conde-Pumpido

Hay unanimidad entre aquellos y los otros. El personaje clave para el curso que se inicia (y posteriores) no es otro que Cándido Conde-Pumpido, el hombre de la toga con polvo, a la sazón elevado hasta la presidencia del Tribunal Constitucional por Pedro Sánchez, no para que interprete la Constitución estrictu sensu, sino para que lea desde su perspectiva.

En los últimos cinco años de mandato sanchista el hombre de las patas en arco ha pisado numerosas líneas rojas cuyas pisadas se han convertido en hechos fácticos difícilmente reversibles. Esto es, una modificación de la Carta Magna sobre hechos consumados que en nada se compadece con el espíritu de aquellos padres constitucionales que en su mayoría han desaparecido. Es quizá el hecho más grave de todo lo perpetrado por Sánchez, entre otras cosas, porque lo ha realizado en pos de intereses espurios y al margen de una mayoría cualificada en las cámaras y sin consultar al pueblo.

Escrito en román paladino: la amnistía que el próximo Gobierno quiere extender a los golpistas y a los fugados del procés será constitucional si Conde-Pumpido lo decide. Que una consulta de autodeterminación (se revestirá con otro nombre) será constitucional o no, en base a los contubernios jurídicos que se avengan a Cándido. Se está viendo con la constitución de los grupos parlamentarios minoritarios en claro fraude de ley, dando satisfacción económica y de grupo a lo que no lo merece.

A Conde-Pumpido hay que vigilarle hasta si tiene una muela careada. Ya sé que le importa una higa lo que diga la opinión publicada, pero todo tiene un límite. La oposición que se constituya como tal no debería, a mi entender, perder de vista sus autos y sus decisiones para llevarlas, si fuera menester, a la Unión Europa, la única instancia que realmente preocupa a la izquierda gobernante.

Lo último en Opinión

Últimas noticias