Matona

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3.000 euros más para la saca moral victimista del feminismo y, sobre todo, para la cuenta privada de la diputada podemita, Irene Montero, que ya fue indemnizada a finales del 2018 con 70.000 euros por un poema publicado por la revista de la asociación de jueces Francisco de Vitoria. Los versos del poema insinuaban que los logros políticos de la consorte del líder comunista y de la ex diputada Tania Sánchez, ex pareja de Pablo Iglesias, se debían a los apetitos carnales de la terna: “La diputada Montero, ex pareja del coleta, ya no está en el candelero, por una inquieta bragueta va con Tania al gallinero». «La novia del amo», «matoncilla de COU», «pobre mujer», «tiorra» o «su única fuerza proviene de ser esposa de su marido» son los comentarios de Federico Jiménez Losantos sobre Irene Montero emitidos durante los días 14, 15 y 16 de junio de 2017 en Es la mañana de Federico y la causa por la que ahora la justicia le condena, tanto a él como a la emisora Libertad Digital a pagar 3.000 euros, retirar ese contenido de los archivos y leer la sentencia al inicio de su programa durante tres días por «una intromisión ilegítima en el derecho al honor» que los medios adeptos y la propia agraviada han calificado de “insultos machistas”.

El caso es que Irene, matona es. En lo único que erró Losantos fue en la deferencia del diminutivo al referirse a la querida del líder quien representa, como ninguna otra de las anteriores de Iglesias, el rigorismo radical jacobino de la ultraizquierda cuyas féminas sólo son valientes para llegar a la amenaza personal desde la posición de poder que, objetivamente, le ha proporcionado su jerarca, pero cuando se trata de aguantar el más mínimo embate, se arrastran hasta un juzgado con la pataleta de la “cosita machista” exhibiendo toda la debilidad mental propia de la mujer de cuota incapaz de producir nada.

Montero es ese tipo de mujer que se hace rica por sus influencias conyugales y por su capacidad de ser sumisa ante los ayatolás de Irán en lugar de por el trabajo, por lo que la “novia del amo” me parece más que justo.

A pesar de su frágil imagen de adolescente de botellón, nada excepto la naturaleza pendenciera de Montero puede explicar, por ejemplo, su confesada pulsión por el magnicidio. No conozco a muchas representantes políticas que hayan amenazado al Rey de España Felipe VI con “llevarlo a la guillotina y con echarlo a los tiburones”. ¿Qué puede explicar que una diputada del Congreso arremeta contra Amancio Ortega por donar más de 440 equipos para el diagnóstico y el tratamiento del cáncer en hospitales públicos de toda España sino el matonismo y la raíz violenta de una resentida de clases que, desde el poder institucional, representa un peligro para cualquiera?

Hoy, el 50% de estas máquinas de última generación contra el cáncer donadas por Ortega se encuentran paralizadas por la burocracia en las comunidades autónomas cogobernadas por la formación al dictado de esta “madame Krupskaia”.

Montero es esa perfecta representante del feminismo capaz de empujar a otra mujer al fondo del averno, o, como mínimo, de no tenderle la mano cuando el acomplejado con el que duerme, reconocido así mismo como “un marxista algo perverso convertido en psicópata”, la mete en él. Montero denuncia a Losantos por su “analfabeta funcional” para mitigar su propio menoscabo personal por saberse dependiente de un Iglesias cuya hombría está más fragmentada que su idea plurinacional de España. El testosterónico azotador de periodistas fachas como Mariló Montero, cuya cabeza de mujer “pepera” vale doble en cualquier charla entre garañones de izquierdas que “la azotarían hasta que sangrase”.

Lo mínimo que cabría esperar ante la tan cacareada igualdad, es que, como ocurre con los hombres, también pudiéramos describir con toda la crudeza merecida a aquellas mujeres que lo merecen y que, a la vez, piden cuota para todos los órdenes de la vida.

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