Marta Rovira tiene bastante más credibilidad que quienes la insultan

Marta Rovira tiene bastante más credibilidad que quienes la insultan

Puigdemont, en su último discurso antes de la aplicación del 155, también señaló que era necesario paralizar el procès porque no quería poner a nadie en peligro. Fue sutil, pero no ocultó el temor hacia el hecho de que pudiera suceder algo que se pudiera lamentar profundamente. Este esperado discurso tuvo lugar después de haberse reunido con distintas personas, mientras todos esperábamos su intervención —que fue pospuesta dos veces—, y casi podíamos dar por seguro que, o bien convocaría elecciones o haría pública la Declaración Unilateral de Independencia. Como ya sabemos ni una cosa ni la otra sucedió. Pero la gran incógnita era saber qué le habían dicho al president para que su posición desembocara en la que, finalmente, fue. 

Según información publicada por el Diario Ara, una de las personas que se reunió con Puigdemont la noche del 25 de octubre fue el Sindic de Greuges (el Defensor del Pueblo), Rafael Ribó. Precisamente él será quien se sume a una reunión que estaban manteniendo miembros independentistas del gobierno de Cataluña, que finalizaría con un acuerdo para aparcar la DUI y convocar elecciones. En su aportación a la reunión, precisamente Ribó advirtió a los presentes de la información que él mismo había recibido por parte del Estado. En concreto, sobre una intervención con mucha fuerza por parte de aquél. Este artículo hace mención a otras personas, además de Ribó, que han trabajado y colaborado como mediadores ante el conflicto. Pero en ningún caso señala que personas como Urkullu o el Arzobispo Joan Josep Omella alertaran de la fuerza que ejercería el Estado. El texto de David Miró es claro en este sentido. Sin embargo, en El Independiente, se da un titular muy distinto: “Urkullu, el arzobispo de Barcelona y Ribó avisaron a Puigdemont de que habría sangre tras la DUI, según ARA”.

Llama la atención que esa haya sido la conclusión de El Independiente al leer el artículo de Ara. Donde no se habla de “sangre”, ni se hace referencia a Urkullu u Omella como interlocutores de ningún mensaje específico. Es lógico, pues, que Omella después haya “desmentido” haber sido él quien avisase de que se producirían muertes. Porque, desde luego, nadie lo ha dicho (salvo El Independiente, que así lo entiende de un artículo de Ara en el que no se dice ni se da a entender semejante cuestión). Andrea Levy, por su parte, fue mucho más contundente, cuando el 1 de noviembre sentenció que “Puigdemont ha puesto en riesgo la vida de los catalanes”. Esa afirmación, y no otra, no deja mucho margen a la imaginación. 

No pongo en duda la afirmación de Marta Rovira. A parte de su intachable trayectoria y su coherencia como política, las declaraciones que ha hecho, me consta, tienen fuertes bases para ser dichas. Como las afirmaciones de Lluis Llach, que en el mismo sentido han respaldado a Rovira públicamente. Ni mentirosa, ni manipuladora, ni oportunista. Mireia Boya, dirigente de la CUP, confirma lo denunciado por Rovira. Incluso denuncia que “se alertó a la CUP de que se los podía acusar de un atentado con muertos”. Me va el lector a disculpar, pero precisamente ni ERC ni la CUP son conocidos por sus mentiras. Sin embargo, quienes les acusan de mentir han perdido, por su incumplimiento reiterado de promesas, por su corrupción y engaños flagrantes, toda credibilidad.

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