Lo que esconde la bandera

Lo que esconde la bandera

A casi nadie se le escapa que la cuestión catalana es de suma importancia. Pero tampoco puede pasarnos desapercibido que el Gobierno de España está magnificándolo todo, incluso podríamos plantearnos si no está echando más leña al fuego que nos mantenga a todos atentos olvidando así otras cuestiones importantes que también están sucediendo y que, quizás, al Gobierno no le interesaría que tuvieran un foco de atención como merecerían. Por mucha bandera que cuelgue de muchos balcones, ésta no podrá tapar la cantidad de problemas que el Ejecutivo de Rajoy ha generado a la ciudadanía española. Por supuesto, también a la catalana. Porque cualquiera que quiera entender —y no se deje manipular por lo que interesadamente nos cuentan, nos dejan de contar y nos mienten— puede comprender que si estuviéramos gobernados por otra clase de políticos, no tendríamos hoy a nadie en la cárcel por defender pacíficamente sus ideas.

Me pregunto por qué tantos medios de comunicación se empeñan en dar la información de una manera tan sesgada —a veces incluso falsa—, y siempre tendente a que los lectores, telespectadores y radioyentes entiendan algo que dista mucho de lo que, cuando uno lo comprueba, sucede en realidad. Si tan claro tienen los del Gobierno de España y sus voceros que todo lo que tiene que ver con Cataluña es ilegal, atroz, descabellado y absurdo, ¿qué necesidad tienen de tergiversar declaraciones, de difundir datos sesgados, incluso falsos? Quizás esta cuestión debería hacernos pensar que puede que no todo sea como nos están contando, y que las ideas que tenemos, sin haber contrastado nada, sean fruto de una enorme y gigantesca campaña de propaganda y manipulación. Yo simplemente le invito al lector a que procure acceder siempre a las fuentes directas: cuando se haga referencia a eso que tal o cual ha dicho, procuren escuchar entera su intervención. Hagan ese esfuerzo. Procuren buscarla sin cortes, sin traducciones, directamente. Y haga el esfuerzo de hacerlo prácticamente con todo lo que le cuenten. Se va a sorprender. Y mucho. 

¿Qué interés tendrá el Gobierno de España en que no consigamos saber realmente lo que sucede? ¿Por qué ese afán por desviar nuestra atención a cuestiones, que en realidad, son más bien secundarias? Quizá sea porque España se encuentra ahora mismo pasando verdaderos apuros. Quizás sea por eso y no se atrevan a explicarlo. España, esa de la recuperación, en realidad está a punto de tener serios problemas. ¿Es culpa de los catalanes que el Gobierno se haya fundido la reserva del Fondo de las Pensiones y haya tenido que recurrir a solicitar préstamos para poder garantizarlas? ¿Es culpa de Cataluña, incluso del País Vasco, o Valencia, que el Banco Central Europeo deje de comprar deuda española en los próximos meses y que tengamos que pedirle a los bancos que nos den liquidez? ¿De quién es la culpa de que cuanto más nos endeudamos más intereses nos quieran cobrar por todas partes, habiendo superado a nuestro propio PIB en su totalidad en cuanto a deuda se refiere y que la banca privada se esté forrando por ello?

De 439.000 millones en 2008 hemos pasado a deber 1.100.000 millones. En intereses España paga unos 70 millones de euros diarios a nuestros acreedores —grandes prestamistas nacionales e internacionales, públicos y privados—. Ya nos sugieren desde el AIREF que podríamos empezar a prescindir de 32.000 millones que destinamos a subvenciones. Tomen nota. Cubrir con banderas el desmantelamiento del Estado de Bienestar y la corrupción es un intento que, a medio plazo, dejará en evidencia a nuestros gobernantes. Tanto al Gobierno de Rajoy como a quienes, con su silencio cómplice, están permitiendo que todo esto suceda mientras culpabilizan a Cataluña de una forma totalmente dantesca.

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