Lo que busca ‘matón’ Sánchez es un enfrentamiento social

Editorial

En su afán de elevar al máximo la tensión política y movilizar al socialcomunismo, el presidente del Gobierno ha instado a la izquierda a «perseverar para no retroceder», colocando en la diana de sus críticas a Vox -a quien incluso el Gobierno, en el colmo de la ignominia, ha responsabilizado del atentado sufrido por el primer ministro de Eslovaquia-. Sánchez ha calificado la convención de Vox del próximo fin de semana como un «encuentro de ultraderechistas», en alusión a la presencia en el acto del presidente de Argentina, Javier Milei -al que, por supuesto, nadie del Gobierno recibirá- entre otros dirigentes europeos y latinoamericanos. Casualmente, la ultraizquierda prepara una manifestación el domingo a las 12 contra este cónclave de Vox en la plaza madrileña de Colón. Buscan el choque y el enfrentamiento directo.

Resulta evidente que Pedro Sánchez ha decidido que su mayor argumento de campaña de las elecciones europeas sea el de siempre: agitar el fantasma de la «extrema derecha», el «fascismo» y demás mantras surgidos de la factoría de Moncloa. Ante la ausencia clamorosa de medidas legislativas, con el Congreso de los Diputados prácticamente paralizado, la candidata socialista a los comicios del 9-J, Teresa Ribera, ha llamado «a parar en España y en Europa la ola reaccionaria» de «ultraderecha» y de «brazos en alto».  «Cuando hay una crisis, importa quién está al frente de las zonas de decisión. Honestamente, no quiero ni hombres de negro para resolver crisis, ni señores con el brazo en alto, que se está volviendo a poner de moda según dónde», destacó la vicepresidenta tercera cel Gobierno.

A este Gobierno que buscó la chusca excusa de la «convivencia» en Cataluña  para justificar la amnistía no le importa nada quebrar la convivencia y lo que haga falta. La campaña de insultos y reproches contra la derecha -primero, Vox, y después el PP- no ha hecho más que empezar. Y son capaces de todo, incluso de recurrir a la provocación, la mentira y la infamia, para movilizar a su electorado. Más claro, agua.

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