Kaori Matsumoto y la sorprendente vida de David Azagra

hermano Sánchez

Lo que vamos conociendo de la vida de David Sánchez Pérez-Castejón, alias David Azagra, cada vez se parece más a la de un personaje salido de una comedia de enredo de Calderón de la Barca o de Tirso de Molina, o incluso de una desternillante comedia clásica del romano Plauto. Ha llegado al punto en que hemos perdido completamente la capacidad de sorpresa y podemos esperar cualquier cosa de él y de su familia. Lo último es la hija que hemos descubierto que tuvo en Tailandia con Kaori Matsumoto, una japonesa que trabaja en la ONU como experta en lucha contra el terrorismo. Pero empecemos por el principio.

La educación del único hermano de Pedro Sánchez es muy elitista y se aleja bastante de lo que podríamos considerar normal y de los centros públicos de formación. Estudió un bachillerato privado en un colegio jesuita de Estados Unidos. Posteriormente, se licenció en Económicas y Empresariales en la prestigiosa y exclusiva Universidad privada de Comillas (Icade) y cuando acabó, se fue a Rusia a estudiar Composición y Dirección de Orquesta en el Conservatorio estatal de San Petersburgo, título que no sabemos si ha homologado en España. Posteriormente, completó su formación musical en academias privadas de Suiza (Lucerna), e Italia (Milán y Siena).

Su trayectoria profesional tampoco es nada común. Cuando empezó a trabajar cambió sus apellidos utilizando el nombre artístico de David Azagra. No ha explicado si esto lo hizo para no ser relacionado con su hermano, que entonces era un completo desconocido, o si, como parece más probable, le pareció vulgar llamarse Sánchez Pérez y pensó que el nombre de esta localidad Navarra le otorgaría mayor prestigio. Disfrutó de becas para diversos proyectos en Tokio o Toulouse, hasta que obtuvo el puesto de director artístico en el teatro Mikhailovsky de San Petersburgo (Rusia), donde colaboró con Nacho Duato, después de que éste fuera cesado de la Compañía Nacional de Danza.

Y así llegamos al año 2017 y justo cuando su hermano logró hacerse con la Secretaría General del Partido Socialista, la Diputación de Badajoz, controlada por el PSOE extremeño, creó un innecesario puesto de coordinador de conservatorios para el hermano de Pedro Sánchez. En realidad, los dos Conservatorios de Música de Badajoz, denominados Superior y Profesional, están separados por apenas 140 metros que se recorren en menos de dos minutos andando y su origen está en la ampliación de las instalaciones del Conservatorio original, que se habían quedado pequeñas. Lo innecesario de un coordinador quedó patente apenas cuatro años después, cuando, tras cogerse un año de excedencia durante el que nadie le echó de menos, el puesto del hermanísimo pasó a denominarse Director de la Oficina de Artes Escénicas, que tiene aún menos actividad, pero lo disimula un poco mejor.

Tan sorprendente ha sido la formación y la trayectoria profesional del hermano músico de Pedro Sánchez, como inexplicable resulta el repentino incremento de su patrimonio. Con un sueldo público de 55.000 euros que le pagamos por no hacer nada, ha logrado reunir un patrimonio de 2 millones de euros materializados en un palacete en Elvas (Portugal), donde reside -ahorrándose así una pasta en impuestos-, un piso en San Petersburgo (Rusia), otro en Madrid, 63.880 euros en criptomonedas, 114.973 euros en cuentas bancarias, y, lo más sorprendente de todo, 1,4 millones de euros en una cartera concentrada exclusivamente en acciones del BBVA.

Para complicar aún más su vida, un juzgado de Badajoz ha imputado al hermano de Pedro Sánchez por los delitos de malversación, contra la Hacienda Pública y la Seguridad Social, tráfico de influencias y prevaricación. Y en medio de esa investigación nos enteramos de que, en plena pandemia, en septiembre de 2020, David Sánchez se fue a vivir nada más y nada menos que a Tailandia, pidiendo un año de excedencia hasta agosto de 2021. Justo 9 meses más tarde, en abril de 2022, nació la hija que ha tenido con Kaori Matsumoto, una japonesa que trabajaba en dicho país como experta de la ONU en la lucha contra el terrorismo y a la que ahora el ministro Albares le ha creado un bien remunerado puesto en España. Lo más normal del mundo.

En una obra de Plauto, Matsumoto sería una espía a sueldo de Rusia, la hija que ha tenido con el hermano de Sánchez habría sido engendrada por Vladímir Putin, las acciones del BBVA serían el pago recibido a cambio de aceptar la paternidad y facilitar la introducción de la espía rusa en la familia del presidente. Y, al final, David Azagra se confesaría homosexual y saldría del armario confesando su amor eterno hacia un gris empleado de banca de Elvas (Portugal)… o algo así. Pero me temo yo que ni siquiera el comediógrafo romano habría sido capaz de imaginar las sorpresas que aún nos faltan por conocer de la sorprendente vida de David Sánchez Pérez-Castejón.

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