Hibristofilia al estilo batasuna
La palabrita entraña su complejidad, pero reténgala: la hibristofilia es una de las patologías sexuales más presentes en la sociedad occidental. Se nos debió colar entre todas las chorradas postmodernas que les compramos a las francesas de los siglos XIX y XX. De ella estaba contagiada la “inocente” Simona que alcanzaba el éxtasis presenciando los actos más violentos a manos de hombres sexualmente deseables por la exhibición de su agresividad, fortaleza y rebeldía. Para que ustedes lo entiendan: nuestra “Simona” es, por ejemplo, Elisa Beni llamando “lucha armada” a 40 años de exterminio terrorista y “generosidad” y “buena noticia”, a que ETA “pida perdón” a las víctimas ajenas al «conflicto». Hibristofilia, además de podredumbre moral, es avalar que políticos, policías, guardias civiles, escoltas y periodistas eran aquellos “cabrones que se lo merecían”.
Nuestra realidad política, mediática y social está plagada de estos hibristofílicos que presumen de su inclinación. Desde escaños del Congreso, desde las mesas del tertulianismo o desde las calles de Cataluña y el País Vasco. Recuerden cuando, en la Diada del año pasado, ancianos, amas de casa y padres con niños recibían a las focas marinas de Arnaldo Otegi y Pernando Barrena con aplausos y peticiones de selfies. ¿Cómo no iban a ser “activistas” los CDR o “los chicos de Alsasua”, los terroristas del municipio navarro para parte de esa sociedad amancebada voluntariamente con los criminales condenados? ¿Y cómo no iba a ser prescriptor del relato oficial esa parte del sector mediático que ha construido un negocio alrededor del blanqueamiento del terrorismo y del fichaje de itgirls entre criminales contemporáneos?
El más reciente y flagrante caso de pulsión sexual sentida por el sector político y periodístico deviene tras el mencionado anuncio de desarme de ETA de la semana pasada. En el vídeo del anuncio podemos observar exactamente el mismo escenario y frases calcadas al parnasillo batasuno-bufonil que anunciaba el cese definitivo de la banda en octubre de 2011. El mismo. Hace siete años, tres días después de la declaración de Aiete, la organización terrorista vasca comunicaba que había “tomado esta decisión histórica y añadía su compromiso claro, firme y definitivo de superar la confrontación armada». La semana pasada, el mismo escenario y los mismos encapuchados eran coronados por el mismo poster: “Bietan Jarrai”. “Seguir en las dos vías” en clara alusión a la vía política y la vía armada. Sin embargo, los principales titulares periodísticos y los rutilantes pronunciamientos políticos se parecían, más bien, a la carta de amor de una novia obsesivo-compulsiva despechada por culpa del noviete pillado con su mujer amiga. Observen éste de El País: “Finalmente te marchas, ETA. No te echaré de menos”.
CDR intimidantes
Hace ya medio año que entrevisté a una de esas madres cuyo caso acaba de llegar a la Fiscalía Provincial de Barcelona. Tenía tanto miedo a que la reconocieran en la entrevista que tardé cuatro horas en convencerle de hacerla y tuve que cogerle un rato la mano. Llevaba un mes sin poder llevar a su pequeño de 6 años al colegio por ser hijo de guardia civil. El profesor llamaba a su padre “cerdo” y, al llegar el chico a casa, se iba a dormir al cuarto del matrimonio porque bajo la ventana del suyo los CDR gritaban “¡Fuera fuerzas de ocupación!”.
Aquella misma semana, y dos días después del 1-O, mi cámara y yo vimos como los manuales de acoso de ese acoso, el “Alde Hemendik”, eran repartidos a los comandos en la sede de las CUP de la calle Caspe 180, en la megalómana sede de Omnium Cultural de la calle de la Diputación 276 y en la sede de la ANC de la calle de la Marina 315. Algunos lo sabemos porque estuvimos allí. Dentro y observando desde la puerta. También frente a cuarteles y los hoteles extorsionados. Mientras, los que hoy todavía se niegan a llamarlo “terrorismo selectivo” son el lobbismo barato los nuevos batasunos.