El grave problema del agua en España

Problema del agua
  • Mguel Ángel Merigó y Pedro Cantarero

La meteorología en España es muy caprichosa. Tenemos años secos y años lluviosos. Cuando llueve en el norte, no lo hace en el sur y cuando lo hace en el este, no lo hace en el oeste. Las precipitaciones medias se han reducido en torno al 30% en los últimos 60 años, lo que es compatible con episodios intensos de lluvias torrenciales en cuencas estructuralmente excedentarias, como por ejemplo la de la cuenca del río Ebro y con cuencas deficitarias, como la del río Segura. La nieve se ha reducido a la mitad y al alternar el invierno con episodios primaverales se propicia el deshielo prematuro. Una situación que se está generalizando con el cambio climático es que cada vez hay más crecidas de los ríos, a veces con consecuencias desastrosas.

Por lo que parece, está claro es que sobra agua y que los embalses actuales no son capaces de almacenarla cuando hay crecidas. El rio Ebro está inundando miles de hectáreas, con una crecida que vierte un caudal de agua
de 2.300 metros cúbicos por segundo. Una catástrofe a la que asisten los agricultores del sureste peninsular impotentes. Los regantes no quieren que el agua se tire al mar, porque la necesitan para regar sus huertos.
España es el país europeo con mayor tendencia al estrés hídrico (Comisión Europea y World Resources Institute, 2005).

En los últimos años, se ha registrado como uno de los países que
más agua consume por habitante y día en cuanto a uso doméstico y esta demanda ha venido aumentando debido al desarrollo económico, la expansión urbana, el turismo y la agricultura (Escuela de Organización Industrial, 2015). Se calcula que para el año 2030 un 65% de la
población española sufrirá las consecuencias de la escasez del agua.

Entre los resultados del XIV Estudio Nacional de Suministro de Agua Potable y Saneamiento en España 2016, con una muestra de 35,2 millones de habitantes, el 75,6% de la población española y los 2.041 municipios, se observa que hay un déficit de inversión y envejecimiento de las infraestructuras. Esto se ha dado a raíz de la crisis económica y tras varios años sin dedicarse una inversión adecuada en los presupuestos generales.

El agua que ha acabado en el mar en este reciente episodio de inundaciones en este año, ha superado ampliamente los 2.200 hectómetros cúbicos. Es un volumen enorme, equivalente al agua que consumen los hogares de toda España durante un año. Según los registros oficiales de la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE), el embalse de Flix (Tarragona), el último pantano que tiene el Ebro antes de desembocar en el mar, lleva días soltando por sus compuertas más de 150 hectómetros cúbicos cada 24 horas, más de 150.000 millones de litros cada día.

La solución es bien sencilla y consiste en no tirar toda el agua al mar. Para poner un ejemplo de la cantidad de agua que se tira al mar, con el enorme caudal del Ebro en los momentos de las grandes crecidas, se puede llenar el pantano de Buendía (Mar de Castilla) en una semana. Si fuésemos capaces de interconectar -de forma inteligente- los embalses de las diferentes
cuencas hidrográficas con el aprovechamiento de las crecidas, tendríamos los embalses al 100% de capacidad y sobraría agua.

En la Península Ibérica, los ríos principales están separados por cordilleras, con montes que, en ocasiones, tienen alturas superiores a los 2.000 metros. Si hemos podido atravesar las cordilleras con carreteras y líneas de ferrocarril, oleoductos y gaseoductos, con la ingeniería y las empresas constructoras que tenemos, somos perfectamente capaces de interconectar
inteligentemente los embalses de las diferentes cuencas hidrográficas, atravesando con tuneladoras de última generación las montañas que sean precisas y hacerlo, además de una forma rentable.

La repuesta a este reto consiste en el matrimonio entre la necesidad de acumulación masiva de energía eléctrica con la necesidad de aprovechamiento de las crecidas de los ríos.

Centrales hidroeléctricas

La Universidad Nacional Australiana (ANU) ha realizado un estudio exhaustivo sobre las Centrales Hidroeléctricas de Bombeo https://www.pv-magazine-latam.com/2019/04/01/mas-demedio-millon-de-centrales-hidroelectricas-de-bombeo-para-un-mundo-100-renovable/. Este método para el almacenamiento masivo de energía eléctrica que existe ya, consiste en utilizar dos depósitos de agua, uno inferior y otro superior. Cuando sobra energía eléctrica (por la noche) se bombea el agua del depósito inferior al superior y cuando escasea la energía eléctrica (durante el día) se suelta el agua desde el superior al inferior turbinándola y  produciendo electricidad con un alternador. Son las denominadas centrales de bombeo (CHB).

Este sistema es el más barato y más utilizado del mundo para almacenar energía eléctrica, cada vez más necesitada con el incremento de las energías verdes renovables intermitentes, eólica y solar, que necesitan nada menos que el nocivo respaldo del gas para ser sostenibles en su producción.

En el estudio, han localizado los mejores sitios del mundo entero y España, gracias a sus embalses y su orografía podrían producir fácilmente 100.000 MW de potencia de bombeo, de los que la mitad serían para uso doméstico y la otra mitad serían exportables a Europa, sedienta de batería e inercia.
Normalmente, se estima que las CHB son rentables cuando el coste de la instalación no supera el millón de euros por megavatio.

En España, con sus pantanos y su orografía serían súper rentables y en muchos casos no se llegaría ni a los 500.000 € por megavatio, para una
instalación que dura 50 años y que funciona 5.000 horas al año.

Una solución posible

A finales del siglo XVIII y principios del XIX, se construyeron en Europa (varios en España) miles de kilómetros de canales para interconectar los ríos y solucionar las necesidades de transporte. Estas instalaciones en su mayoría se abandonaron tras la llegada del ferrocarril. La reciente incorporación en el Ministerio de Transición Ecológica de las centrales de bombeo en su lista de prioridades, nos permite poner sobre la mesa el sistema CANTAMER. El sistema CANTAMER es una versión moderna de los canales que se construyeron hace dos siglos en Europa y que conectaría con un mini canal el Ebro y el Tajo.

Está diseñado para la interconexión de cuencas y está basado en la utilización de centrales de bombeo que, al hacer todo el sistema eléctrico más eficiente, propician el descenso del recibo de la luz, además de proporcionar agua a las zonas más secas.

El mini canal empieza en el embalse de Mequinenza, siguiendo la trayectoria de los ríos Guadalope, Alfambra, ría Guadalaviar y Guadiela hasta llegar al pantano de Buendía. Los embalses de Caspe II, Calanda, Santolea, Aliaga y Arquillo de San Blas servirían de depósito inferior y superior a la CHB y solamente sería necesario añadir al circuito dos pequeños embalses, uno en lo alto de los Montes Universales y otro en el río Guadiela.

Los embalses de Mequinenza y Buendía harían las funciones de depósito inferior. Al tratarse de ríos de montaña en valles profundos, se podría hacer todo el recorrido (al estilo de los antiguos molinos de agua) con tuberías de baja presión horizontales y solamente se necesitarían las tuberías de alta presión para los tramos verticales.

Cuatro tuberías de metro y medio de diámetro serían suficientes para el funcionamiento de las centrales de bombeo y para el aprovechamiento de los excedentes del Tajo o del Ebro al ser un sistema reversible que puede transferir agua del Ebro al Tajo y del Tajo al Ebro.

Como las necesidades de la CHB serían de 4.000 horas al año, el resto de las horas servirían para mandar agua de un río a otro. Con el sistema CANTAMER en un año se podrán aprovechar 500 hectómetros cúbicos de agua que se hubieran tirado al mar. La cifra se puede multiplicar en caso de grandes crecidas. Como se observa en los datos anteriores, la escasez de agua en España, obliga a replantear la forma en que se ha venido explotando este recurso en los últimos años, especialmente, la gestión por parte del Gobierno. En este escenario actual, el agua debe de retomar la
importancia que le atribuían antiguas culturas, el ser concebida como un recurso básico para la supervivencia y ser gestionada de manera estratégica como un bien económico escaso de creciente valor, sin perder de vista el enfoque en derechos humanos que conlleva su uso y disfrute.

El reto del Gobierno es garantizar la sostenibilidad del agua mediante la aplicación en el corto plazo de estas estrategias con las que se reducirá el potencial de estrés hídrico en los próximos años.

Miguel Ángel Merigó, ingeniero EPFL Suiza
Pedro Cantarero, miembro del Grupo de Trabajo sobre el Cambio Climático del Congreso de los Diputados.

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