La foto de la infamia

Sánchez Aizpurua

Pensamos que la ignominia de Sánchez ha tocado techo, pero él siempre nos sorprende con un hito más, otro mojón en el camino. El último ha sido la foto del apretón de manos a la representante de Bildu en el Congreso, la repulsiva Mertxe Aizpurua. Al verla, me preguntaba qué pensarían las víctimas de semejante escena y me acordé de Juan José Mateos, un valiente miembro del GAR, víctima de la ETA (la bomba en el aeropuerto de Reus en 1996 casi acaba con su vida) e historiador oficioso de la unidad de élite de la Guardia Civil, que plasmó en su exitoso y trepidante libro Pikoletos.

En lugar de especular, le escribo para preguntárselo. Lo primero que hace es darme las gracias por todo lo que hago en la lucha por el olvido. Y, pienso, gracias a ti, por haber arriesgado tu cuerpo ante esos asesinos para defender a los ciudadanos libres e inocentes. Me dice: «Me duele mucho, porque tengo mucha relación con viudas y con huérfanos víctimas de la ETA y su entorno. Al darle la mano a esa bruja, se la está dando a todos los que representa; siento que nos da la espalda a los españoles que fuimos víctimas de esos terroristas. Esa foto es la más cruel para aquellos que sufrieron el zarpazo de esa mafia. Nunca pensé que un presidente del gobierno de España fuera capaz de ofrecernos esa imagen, con tal de seguir en la Moncloa».

También me escribe que la portavoz de Bildu no ha tenido los arrestos de condenar los crímenes de aquella lacra, ni siquiera la muy reciente profanación de la cripta de Fernando Buesa, un socialista vasco que hoy se retorcería en su tumba si viera la foto de la infamia.

La cobarde y traicionera portavoz lleva desde los años de plomo (los 80), dando cobertura con sus artículos a los etarras caídos por sus propias bombas, usando eufemismos indignos, como convertir secuestros, tiros en la nuca y extorsiones en «lucha revolucionaria». El siempre amoral Sánchez ha dado la mano a quien más claramente encarna hoy (junto a su capo mafia, Otegi, el Gordo, ése era su nombre como sicario de la ETA) el legado de la banda terrorista. Una mujer de sonrisa siniestra a la que el psicópata de la Moncloa devuelve la sonrisa con gusto, pues la considera un interlocutor más válido que el líder del PP, que le venció en las urnas el pasado mes de julio. Así nos va. Dependemos de criminales y de prófugos.

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