¡Feliz día de la Constitución! ¡Viva la Nación y todos sus símbolos!
En noviembre de 2003 Fernando Savater publicó un artículo titulado Hay Constitución porque hay Nación, y viceversa. En él recordaba que la Constitución del 78 establece en su preámbulo que “La Nación española, deseando establecer la justicia, la libertad y la seguridad y promover el bien de cuantos la integran, en uso de su soberanía, proclama su voluntad de garantizar la convivencia democrática dentro de la Constitución y de las leyes…”
La Nación queda pues establecida en su unidad y en su pluralismo por el propio texto constitucional. De ahí que si no hay Nación, deja de haber Constitución. Y la Nación será lo que el texto Constitucional instituye, no otra cosa diferente capricho del gobernante o la mayoría de turno. Así, y precisamente por eso, quien niegue el pluralismo político o pretenda romper la unidad de la nación española, estará atentando contra la propia Constitución y contra la Nación democrática que se instituye y proclama en la Carta Magna.
Los españoles podemos darnos distintas constituciones, como Francia, por poner un ejemplo que se ha dado cinco o seis constituciones (desde la I República hasta la quinta con De Gaulle, si no me equivoco). Pero Francia ha subsistido siempre como Nación, la Nación es anterior a las distintas constituciones que ha tenido.
También la Nación española es anterior a la Constitución del 78. Rescato el artículo 2 de la Constitución de 1812, la aprobada por las Cortes de Cádiz: “La Nación española es libre e independiente, y no es ni puede ser patrimonio de ninguna familia ni persona”. Libre, independiente… y propiedad de todos los españoles, no de una familia o una persona. Lo que significa en la práctica ese artículo, (que supongo que no cuestionará ningún demócrata español, ni esos que se llaman progresistas o de izquierdas) es que, de la misma manera que los derechos fundamentales no son divisibles, tampoco lo es la Nación.
Por eso es importante constatar que el éxito de quienes hoy pretenden la ruptura de la Nación supondría la limitación de nuestros derechos fundamentales como la libertad y la igualdad (libres para movernos en condiciones de igualdad en cualquier parte del territorio nacional) y, además nos sustraería una parte de nuestra propiedad. Porque los cuarenta y ocho millones de españoles somos propietarios de toda la Nación, de los derechos que proclama y también de sus museos, de sus montañas, de sus ríos, de sus bosques, de su patrimonio artístico, de su historia, de su diversidad cultural, de sus mares bravos, de sus acantilados, de las arenas de sus playas… Recordemos el artículo 2 de nuestra Carta Magna, coherente con aquella señalada de 1812: “La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación Española, patria común e indivisible de todos los españoles”.
Todo esto lo saben bien los enemigos de la España constitucional y democrática; por eso se conjuran con Sánchez y su Gobierno para romper los lazos de ciudadanía que nos vinculan a todos los españoles. Por eso cuestionan no sólo la Constitución y el sistema del 78, sino la propia Nación, España, como unidad de ciudadanos libres e iguales. Insisto: lo que está en cuestión en estos momentos es la propia Nación como tal; y si eso se rompe se romperá mucho más que la Constitución de 1978, se romperá la igualdad entre españoles que sólo la unidad de la Nación puede garantizar.
Por eso hoy más que nunca, sometidos al régimen de un gobierno que recorta libertades, que fomenta la desigualdad entre españoles, que utiliza la educación para adoctrinar a los niños y jóvenes en la mentira y en el odio, un gobierno que aprueba leyes y decretos para levantar barreras entre españoles…, les propongo que cada uno de nosotros, allá donde estemos, brindemos alto y claro por la Constitución y por la Nación española.
¡Larga vida a la libertad y a la igualdad y a quienes la defienden! ¡Viva la Constitución! ¡Viva la Nación y todos sus símbolos!