Las elecciones y la importancia de la economía

Las elecciones y la importancia de la economía

La economía es una disciplina que no siempre es sencilla. La política económica, las decisiones que conlleva y los impactos que provoca no son fáciles de entender en muchos casos, pues tiene muchas derivadas, muchos condicionantes y, en algunos casos, más parecen postulados de laboratorio que circunstancias que se puedan dar en la vida cotidiana de cada uno de nosotros.

Sin embargo, sí se dan y sí tienen mucha importancia. Todo, al final, es economía, incluso lo que podamos considerar más alejado de ella. Ir al cine o a cenar, elegir como lugar de vacaciones el norte o el sur, fuera o dentro de España, playa o montaña, entraña, al final, un componente económico en la decisión, y no sólo o necesariamente basado en el precio, que también.

Detrás de cada decisión que tomamos, se esconde una elección. Detrás de cada elección, un análisis de beneficio y coste marginal, y asociado al elemento elegido y al descartado, se encuentra el coste de oportunidad, que hemos de tratar de minimizar con nuestra decisión para que la misma tenga unos criterios racionales. Traducido quiere decir que todos nosotros, como seres racionales que somos, debemos elegir lo que es mejor y descartar lo que es peor.

Pues bien, esa buena elección en materia económica no se circunscribe sólo a nuestro día a día, sino que también debe realizarse a la hora de elegir el programa económico con el que concurren los partidos políticos a las elecciones, de manera que nuestra elección sea el del programa que mejor incentive la actividad económica y el empleo. Es más, para ese día a día que menciono, es esencial que elijamos bien a la hora de votar, pues no hay una única política económica posible, sino que las hay diferentes, y distintas políticas dan distintos resultados.

Así, lo primero que es esencial es que no se niegue la realidad. Cuando en 2007 y 2008 el gobierno negó la realidad, lo que consiguió fue un empeoramiento del problema, que desembocó en seis millones de parados y un endeudamiento público que se dobló. Muchos españoles lo pasaron muy mal, pudiendo salir adelante en muchos de esos casos gracias a la institución más importante con la que contamos, que es la familia, aunque alguna ideología trate de postergarla. Esa negación de la realidad parece que empieza a repetirse ahora. A tiempo estábamos en 2008 de enderezar la situación, pero no se hizo entonces. Ahora, tenemos la oportunidad de no perseverar en ello.

En segundo lugar, debemos desconfiar de quien promete subir todos los años el salario mínimo sin fin. Hemos de preguntarnos que si tan positivo es subirlo, ¿por qué no establecerlo en 5.000 euros, o, mejor, en 10.000 euros al mes? Lo mismo con las pensiones: quien no reconoce el problema y hace electoralismo de este tema, está yendo, realmente, contra los intereses de los pensionistas presentes y futuros. Si la realidad indica que hay que hacer reformas para garantizar su viabilidad y conseguir, así, mantener el poder adquisitivo de los pensionistas, hay que contar el problema, proponer la solución y aplicarla, sin miedo, porque será beneficioso y garantizará la viabilidad del sistema. El negar -de nuevo, la negación- la realidad sólo puede esconder un posible intento de engaño para recolectar votos antes de que el problema estalle.

Y en tercer lugar, pensemos que las promesas de aumento exponencial del gasto público son imposibles de asumir, pues no podemos seguir endeudándonos -además, la deuda tampoco es la solución- y hemos de pensar en que cuando alguien nos promete muchas medidas de aumento de gasto no está proponiendo, paralelamente, muchas medidas de aumento de impuestos. Y si los impuestos suben, los ciudadanos tendrán menos dinero en su bolsillo para vivir, las empresas se irán a lugares donde no les sea tan costoso el pago de impuestos y, con ello, el empleo se destruirá, que derivará en menos dinero para quienes pierdan su puesto de trabajo.

Por tanto, aunque para muchos pueda resultar aburrida, incomprensible y lejana, la economía está presente en nuestras vidas a cada instante, y va a marcar cuál va a ser el conjunto de posibilidades de vida que tengamos. Por ello, es esencial que prestemos atención a los programas y que votemos fríamente con la cabeza aquel programa que más beneficie a la economía y a la creación de empleo. Ejemplos de qué ha pasado en los últimos cuarenta años al aplicar unos programas y otros tenemos para poder tomar una decisión racional con todos los elementos de análisis a nuestro alcance.

Lo último en Opinión

Últimas noticias