Ciudadanos no sabe ni dónde está

Ciudadanos no sabe ni dónde está

En un alarde de falta de recursos intelectuales, Albert Rivera sigue tachando a VOX de ser una formación populista confundiendo la estrategia política de Ernesto Laclau para alcanzar el poder con la ideología liberal conservadora de los de Santiago Abascal. Transcurridos 24 días después de las elecciones andaluzas –que se celebraron el pasado 2 de diciembre–, el líder de Ciudadanos sigue repitiendo el mismo hilo argumental: “La solución no es Le Pen, sino más Macron”. Unas palabras que son una clara alusión a Juan Marín, el tercer candidato más votado en la comunidad más poblada de España, y el empeño de Ciudadanos en lograr una abstención del PSOE que deje fuera del juego democrático a VOX.

Imaginamos que la comparación entre Marín y Macron surge de la magnífica simetría entre el andaluz y el francés a la hora de bajarse los pantalones ante la presión de los medios de comunicación. Por un lado está Macron, que ha resultado ser el mayor bluff resultante del laboratorio político entre conservadores y socialdemócratas franceses de este siglo, prometiendo un Salario Mínimo Interprofesional (SMI) de 900 euros para desactivar la sublevación espontánea de la clase media contra la socialdemocracia que les ha llevado a destinar el 57% de su salario al estado vía impuestos. Sí, me refiero al famoso fenómeno de los chalecos amarillos. Y por otro lado, Juan Marín, uno de esos candidatos provenientes de la hornada de paracas de 2015 que, ante la ausencia total de carisma, liderazgo y talento humano, logró serlo pagándose la campaña.

En una deliciosa alegoría de cómo el centro-reformismo o el socioliberalismo,–o como se llame cualquiera de esas amalgamas acomplejadas que los progresistas se han inventado para no pronunciar socialismo conscientes de su propio fracaso– hemos visto al líder naranja de Andalucía esconderlo estos días como a una fulana reunido con Podemos y con Izquierda Unida (IU) en un bareto de maquinas tragaperras, azulejos de patio sevillano y servilleteros de propaganda. El valor simbólico de esta imagen es brutal al ver al dirigente español macroniano rendido en un bar de Andalucía buscando la manera de sobrevivir.

Después están las medidas de Marín ha pactado con el PP para hacerse con la presidencia del Parlamento autonómico, entre las cuales encontramos una de las más alucinantes. Una comisión de investigación de caso Faffe, aquella empresa pública a cargo de la cual destacados miembros de la Junta de Susana Díaz llegaron a consumir hasta 14.737 euros en putas. Quizás sería algo más que farfolla estética si no fuera porque la socialista Marisa Bustinduy alcanzó la presidencia de esta comisión que investiga los gastos irregulares de la Fundación Andaluza Fondo de Formación y Empleo (Faffe) en septiembre de este año gracias a los votos a favor del PSOE y la abstención de Ciudadanos en un momento en el que, por cierto, acababa de divorciarse políticamente de Díaz.

Ciudadanos evidencia de forma brutal que no sabe dónde está ni quién le vota. En Cataluña ha subarrendado a Manuel Valls para ejecutar contra VOX la misma estrategia de descrédito de la que ellos han sido víctimas. Los de Abascal, acusación particular contra golpistas, son para el socialista galo “fascistas” en Cataluña, como lo era Rivera para ERC y la CUP. Y, en el mejor de los casos, populistas lepenianos en los patios andaluces de Marín a pesar de que el 80% de programa de Marine LePen es un plagio casi sanchista del podemita con el que Juanito comparte rebujito y puntillita. No hay una sola medida populista en el programa económico de VOX para Andalucía, nada que tenga que ver con los 60.000 millones de euros de incremento del gasto público que Rivera suscribió con Sánchez en 2016 cuando ya se sabía que éste último era el chico de los recados de Quim Torra y Podemos.

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