El botín de un pirata

El botín de un pirata

Desde que Sánchez enroló a unas ministras inútiles en el bajel pirata que gobierna sin luces, la luz cuesta más del doble. Así de gafe es este timonel. Le confiaron el buque insignia de la Armada española, el ‘Juan Carlos I’ y lo ha convertido en una patera a la deriva. Todo cuanto toca el mindundi acaba en naufragio. Es capaz de transformar plata en chatarra en un santiamén. Acepta prebendas que concede su régimen totalitario y goza del verano en La Mareta, sin importarle un cuerno que la gente se arruine con los recibos de la luz, del agua, del gas o la subida del IVA en los refrescos, en días de tanto calor. La angustia de los pobres se la suda y refrigera sus siestas en un palacio junto al mar, mientras disfruta de unas obscenas vacaciones.

El incapaz desconoce las variantes de la endemia (delta o lambda) y como no atiende a expertos, se escuda en mentiras: “España tiene medalla de oro en vacunación”. Gilipollez propia de este ignorante, pues Luc Montaigner, Nobel de Medicina, afirma que la inmunidad de rebaño “jamás se alcanzará con la inoculación, ya que la vacunación no impide ni el contagio ni la transmisibilidad del virus”. El sueño del idiota, de vacunar al 100% de la población, tiene otros oscuros objetivos, recaudatorios y propagandísticos, que acabar con el Covid.

Sánchez, conviene recordarlo, sólo es solidario con su ego. Cuando la Comunidad de Madrid y su poderosa presidenta Ayuso le derrotó en todos los frentes y le pidió más vacunas para el pueblo, el narciso juró en falso, jurando que no las tenía. Detesta a los madrileños y así le va.

Alegra saber que Messi, el mejor jugador del mundo, ha encontrado una “enorme felicidad” en París. Su Barcelona independentista fue un infierno atroz. Al regreso de unas plácidas vacaciones, Sánchez se topará con los bolcheviques en estado irracional, decididos a hacer saltar por los aires su enfermiza coalición. Unos y otros tienen lo que se merecen.

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