Bitcoin: ¿revolución o burbuja?
Cuando escribí el artículo ‘Las criptomonedas cambiarán el mundo’, expuse los beneficios de las criptomonedas —especialmente Ethereum— y el blockchain, pero no pensé que se revalorizarían de 44 a 533 dólares o en el caso de Bitcoin de 1.188 a 17.000 dólares en ocho meses. De hecho, según un estudio de ConvoyInvestments, al haberse multiplicado por 64 en los últimos tres años, Bitcoin es la mayor burbuja de toda la historia. No por ello hay que darle la espalda a esta tecnología y activo. Ciertamente todos los signos de burbuja especulativa están presentes. Joseph Borg, director de la Comisión de Valores de Alabama, dice que Bitcoin está en la fase maníaca de la burbuja donde muchos americanos están firmando créditos o hipotecando sus casas para comprar la criptomoneda.
Yo mismo he recibido varias llamadas de personas que nunca habían especulado con intención de comprar Bitcoin o alguna otra crypto. Mientras nos esperaba, un conductor de Uber en Panamá estaba comprando Bitcoins. El negocio paralelo a especular es la minería digital. Cada vez, minar criptomonedas es más complicado por la creciente competencia y requiere solucionar problemas matemáticos cada vez más complejos, por lo que se necesitan mayores ordenadores y mayor gasto energético. Según Digiconomist, a día de hoy, el gasto de electricidad dedicado a minar criptomonedas es superior al gasto eléctrico total de toda Dinamarca. Ingenieros neozelandeses han advertido en el New Zealand Herald que de seguir con este crecimiento en el uso de energía, la minería digital podría crear apagones en todo el mundo en menos de dos años.
El mundo ha abierto los ojos a esta nueva fábrica de dinero y todo el mundo quiere participar. Queda bastante claro que el comportamiento especulativo es típico de la burbuja. No obstante, la mayoría de fases maníacas especulativas han tenido una característica en común: la ridícula sobrevaloración de un activo en relación a su valor intrínseco o de equilibrio. El problema de las criptomonedas es que nadie sabe su valor intrínseco. La mayoría se guía por lo que haga Bitcoin, la más líquida y popular de todas ellas. La mayoría de cryptos tienen una oferta limitada, ya que hay un número finito de éstas, que se pueden minear. Además, se cree que hasta un 40% de todos los Bitcoins están en manos de “ballenas” —grandes inversores de Bitcoin—, que pueden manipular el precio a su antojo. Cuando creen que hay demasiada euforia, venden parte de su cartera y cuando a la gente le entra el miedo de que la burbuja ha explotado, vuelven a comprar a precios mucho más bajos.
El lunes 10 de diciembre, el CBOE —Chicago Board Options Exchange— permitió operar futuros de Bitcoin. Esto puede revolucionar la criptomoneda, ya que la mayoría de inversores institucionales no iban a comprarla en los criptobrokers que podían desaparecer al día siguiente y no permitían operaciones millonarias con bajos costes. Ahora, con los futuros, todas esas barreras han desaparecido. Comprar 1.000 Bitcoins o 17 millones de dólares de Bitcoin en valor nominal va a ser fácil y barato para los operadores que tengan acceso a estos futuros. Según mis estimaciones, no es el momento para comprar Bitcoins, ni ninguna otra criptomoneda porque hay una alta probabilidad de sufrir una severa corrección de más del 20%. Sin embargo, tampoco es momento para olvidarse de esta tecnología porque tras la corrección volverán las ganancias.