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Sanchilandia

De los mil inmigrantes ilegales que han llegado al aeropuerto de Barajas en el mes de enero, el Gobierno sólo ha tramitado la expulsión de 108, por lo que la proporción es sencilla: nueve de cada diez irregulares que llegan al aeródromo madrileño se quedan en España, aunque supuestamente deberían regresar a los países de los que vinieron con la misma línea aérea que los trajo a España y que tendría que hacerse cargo de su repatriación.

Las 864 personas que han visto atendida su petición para estudio de asilo se quedarán en nuestro país hasta que se decida si se les concede o no protección internacional. Un proceso que se puede prolongar durante meses. A día de hoy, hay 450 inmigrantes en situación ilegal que siguen confinados en las salas de asilo de Barajas. La crisis por los centenares de migrantes procedentes de países africanos que hacen un uso «fraudulento», según reconoce el Ministerio del Interior, de las escalas en Barajas para pedir asilo en España ha obligado ha habilitar desde este martes una cuarta sala en la T-1 con 500 metros cuadrados para acoger a 162 personas, todos hombres mayores de edad.

La situación es caótica: con el aeropuerto colapsado, el Gobierno ha impuesto visados de tránsito para ciudadanos keniatas y tiene previsto hacer lo mismo a partir del 19 de febrero para los senegaleses, que  junto a los marroquíes son mayoría entre los solicitantes de asilo en Barajas. Sin embargo, no se ha tomado ninguna medida con las decenas de inmigrantes ilegales que llegan a Barajas con Royal Air Maroc. Entretanto, después de que la Cruz Roja decidiera poner los pies en polvorosa, es la Policía quien tiene que ocuparse de las labores de limpieza de las salas, así como de la compra de medicinas para los inmigrantes. Saben que durante un tiempo permanecerán hacinados en las salas del aeropuerto, un sacrificio que les merece la pena porque en Sanchilandia, al fin y al cabo, tienen las puertas abiertas.

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